Los sondeos por Sainte-Laguë

Las encuestas hablan de adelantamiento por un carril derecho. Con los resultados que anticipan, solo dos gobiernos serían hoy posibles: PSOE-Ciudadanos y Ciudadanos-PP. Lo curioso es que la fórmula electoral que ha propuesto Podemos haría más probable el gobierno del PP.

De las 17 encuestas que se han publicado en lo que llevamos de año, ocho dan como ganador a Ciudadanos, ocho al PP y una aprecia empate entre ellos. Un empate que, con armonía, se refleja en la media de esta serie de sondeos: ambos partidos, casi en el 25%. Más parece incertidumbre que armonía preestablecida. En lo único en lo que concuerdan las proyecciones es en que Unidos-Podemos y sus confluencias quedarían este trimestre en cuarto lugar, a una cierta distancia del tercer partido. Para dos de cada tres encuestas el PSOE será tercero; para el resto podría ser Ciudadanos. Si creemos en los promedios, el PSOE va tercero, a menos de dos puntos de la cabeza, con el 22,9% de los votos. Unidos-Podemos le sigue con el 16,5%.

Pese a la incertidumbre, la tendencia temporal contiene información. Ciudadanos pasó de la cuarta a la tercera plaza en el promedio de las encuestas en otoño de 2017, y adelantó al PSOE a comienzos de este año. En los sondeos publicados en marzo, la media de Ciudadanos ya supera a la del PP. Es cierto que en elecciones pasadas las encuestas les prometieron resultados que no llegaron, y es cierto que las preguntas de estos sondeos se refieren solo a unas elecciones hipotéticas, y que cuando llegan las de verdad las respuestas cambian, y que para eso están las campañas… Pero algo tendrá el agua cuando la bendicen.

El sorpasso se podría producir por una vía inesperada, pero el sistema electoral se ocupará de dificultarlo. Si ahora se celebrasen elecciones y los resultados fueran como en la media de las encuestas, el PP tendría 99 escaños (38 menos que en 2016) y Ciudadanos, con los mismos votos, tendría solo 91. Ganaría 59 escaños, pero el PP seguiría primero. El PSOE quedaría cerca, con 88 escaños (3 más), y la suma de Podemos y sus aliados perderían 24 representantes, quedándose en 48. La grandeza de nuestro sistema electoral es que los cambios se notan, su miseria es que unos los notan más que otros, porque partidos que obtengan tantos de sus votos en la periferia de la Península no pueden tener los mismos escaños que uno que recibe los mismos votos en el interior. Tanto Podemos como Ciudadanos salen malparados por el sistema electoral, no porque sea poco proporcional —ese es otro asunto— sino porque son partidos muy urbanos.

¿Qué pasaría si se introdujera la fórmula de Sainte-Laguë como se propuso el mes pasado? El reparto sería más igualitario, pero eso, paradójicamente, aumentaría las probabilidades del PP de seguir en el Gobierno. Con ese método, el PP perdería 7 escaños más que con la fórmula D’Hondt, pero Ciudadanos también ganaría 6 menos, por lo que el primero conservaría su propina casi intacta. El PSOE apenas lo notaría (2 más) y Podemos lo notaría bastante, con 10 escaños más. Los cálculos están hechos suponiendo un trasvase de votos uniforme en todas las provincias, lo que no es demasiado realista, pero nos ofrece una imagen que, un par de escaños arriba o abajo, sí lo es.

Interesan, sobre todo, las mayorías. En ningún caso podría haber una mayoría sin Ciudadanos, pues siempre habría una mayoría Ciudadanos-PP. Con la fórmula D’Hondt existiría, además, una mayoría Ciudadanos-PSOE (unos 179 escaños); con la fórmula alternativa esa mayoría estaría en peligro (quedaría justo en los 175 escaños, según el cálculo más sencillo). Con una u otra regla las elecciones descartarían la alternativa de izquierdas.

Antes que hacer una reforma que apenas es un parche, mejor sería coger fuerzas. Por ejemplo, proponiendo una lista conjunta para el Senado entre partidos reformistas (con imaginación, listas de solo mujeres), o cambiando la fórmula para el Senado, que allí sí que hace falta. El Senado lo retendrá el PP, injustamente, incluso perdiendo. Esto equilibraría un poco el poder de coalición del flanco derecho del Congreso, que ya será grande. Entonces se podrían hacer reformas, también una reforma electoral.

Alberto Penadés es profesor de Sociología en la Universidad de Salamanca.

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