Luto por la libertad de información

Terminamos un año funesto para la Prensa. En todo el mundo, 63 periodistas han sido asesinados por hacer su trabajo, 167 se hallan encarcelados sin olvidar que colaboradores e internautas no les van a la zaga con 18 muertos y 168, entre rejas. Este es el balance del año 2018 publicado por Reporteros sin Fronteras.

Nos vestimos de luto por los crecientes ataques contra la libertad de información, por las «fake news» en alza, la desinformación en las redes, la publicidad y propaganda política descarada. Las redes digitales son un altavoz formidable para la difusión de informaciones «contaminadas» o sesgadas cuando no, falsas. Lo más grave sin embargo es que los «distorsionadores» de la información tienen nombres y apellidos y no señalamos únicamente a las dictaduras de Asia e Iberoamérica o de otros países autoritarios.

En espiral geométrica, la «contaminación informativa» aumenta de forma alarmante también en nuestro confortable entorno llamado Occidente, rico, desarrollado, opulento, que se dice defensor de los derechos humanos. Esta lacra se extiende desde los Estados Unidos hasta el corazón de la Unión Europea. Juicios, encarcelamientos, hasta asesinatos, a veces atroces, como el reciente del periodista turco Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul, o el del periodista eslovaco, Jan Kuciak, abatido a tiros. Este año 2018 ha sido particularmente mortífero, con un claro aumento de las agresiones contra periodistas en todo el mundo. Los dos periodistas asesinados tenían un común denominador: trabajaban en temas de investigación que no conviene que salgan a la luz por que salpican siempre a poderes fácticos.

Si en los últimos tres años el número de periodistas asesinados en todo el mundo había descendido, este último, se ha producido un aumento del 15%. De 55 periodistas asesinados en 2017, hemos pasado a 63 en el 2018, a falta de cerrar el año. Y debemos resaltar que no estaban allí por casualidad. Fueron a por ellos deliberadamente y con alevosía.

El secretario general de Reporteros sin Fronteras, Christophe Deloire, señala: «El odio a los periodistas manifestado -e incluso reivindicado- por líderes políticos, religiosos y hombres de negocios sin escrúpulos, tiene consecuencias dramáticas y se traduce en un aumento muy preocupante de las violaciones de los derechos de los periodistas. Estos sentimientos de odio, multiplicados a través de las redes sociales -que tienen gran responsabilidad en estos hechos-, se usan para legitimar las agresiones y debilitan, poco a poco, cada día, el periodismo y, con él, la democracia», añade. Deloire destaca el odio hacia los medios de comunicación expresado por dirigentes políticos así como por la voluntad de los regímenes autoritarios de exportar sus contramodelos.

Por orden de peligrosidad, Afganistán es el país más mortífero con 15 informadores muertos este año 2018. Le siguen Siria, con 11 y México, con nueve. Sin olvidar que este año Estados Unidos se une a este funesto ranking con la muerte de cinco periodistas abatidos a tiros en junio en el periódico «Capital Gazete» de Annapolis en el estado de Maryland.

También se ha incrementado el número de periodistas encarcelados en todo el mundo. Fueron 326 el año pasado, 348 este año que termina. Más de la mitad de ellos se hallan en prisiones de Irán, Arabia Saudí, Egipto, Turquía y China, la mayor cárcel de periodistas del mundo, con 60 encarcelados, entre periodistas y periodistas ciudadanos.

También el número de periodistas secuestrados ha aumentado: de 54 en 2017, a 60, en 2018. A destacar que 59 de estos, se hallan cautivos en Oriente Medio, principalmente en Siria, Irak y Yemen.

Este balance es demoledor y nos atañe a todos como sociedad, porque una sociedad desinformada es una sociedad que camina a oscuras, fácil de manipular por cuanto no tiene las herramientas necesarias para ejercer con criterio propio el derecho al sufragio universal. Sin periodismo no hay democracia

María Dolores Masana Argüelles fue presidenta y miembro de la junta de Reporteros Sin Fronteras.

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