Macron, el rebelde

Marine Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional de Francia, podría ser uno de los fundadores de lo que Scott Malcomson, investigador del centro de estudios New America, llama la "Internacional Nacionalista". Pero no es la única "rebelde” con buenas previsiones ante las elecciones presidenciales de su país, que se llevarán a cabo en abril.

Emmanuel Macron también es un inconformista, pero de un tipo muy diferente. Tras servir como Ministro de Economía, Industria y Asuntos Digitales bajo el presidente francés François Hollande, lanzó su propio movimiento político, En Marche!, y se postula como presidente de manera independiente. Tiene solo 39 años y nunca ha sido un político de partido. Hace apenas tres meses pocos observadores le daban una oportunidad, pero rápidamente reunió un equipo sólido y suficiente apoyo entre los votantes más jóvenes.

En las encuestas, ha llegado a cerca de un 20% para la primera ronda electoral. Parece insuficiente para pasar a la segunda ronda en mayo, cuando los dos candidatos más votados se enfrentarán para determinar el ganador.

Hasta hace poco, los favoritos para la primera ronda eran Le Pen, que rondaba el 27% en las encuestas, y François Fillon, ex primer ministro bajo el ex presidente Nicolas Sarkozy. Pero la candidatura de Fillon ahora está en duda tras las acusaciones de haber dado empleo a su esposa e hijos en puestos ficticios mientras ocupaba un escaño en la Asamblea Nacional. Mientras tanto, el candidato izquierdista Benoît Hamon ha subido en las encuestas desde que ganara las primarias del Partido Socialista, y ahora se acerca al 20%.

Aunque Macron se ha posicionado contra la vieja izquierda y la vieja derecha, no es un populista de ninguna de esas alas, ni un centrista tradicional. Emocional e intelectualmente saluda desde la izquierda, pero rechaza la "política de clase" tradicional.

Hace campaña en busca de los votos de todos los sectores de la sociedad, apelando a los trabajadores que se sienten traicionados por el "sistema" y amenazados por la globalización y las nuevas tecnologías,  así como a los profesores y profesionales de la salud que reconocen que la educación pública y los servicios sanitarios precisan de reformas profundas para mantener la solidaridad social que sustentaron en el pasado. Pero también busca el apoyo de los innovadores y empresarios que desean un entorno normativo más libre y un mejor acceso a los recursos.

Todavía no ha formulado un programa completo; sin embargo, Jean Pisani-Ferry, uno de los mejores expertos en economía política de Francia, renunció hace poco a su puesto de director del centro de estudios del gobierno, France Stratégie, para convertirse en director de su programa. Hasta el momento, Macron ha enfatizado un tipo de solidaridad social que hace más universales y portátiles los beneficios sociales, al tiempo que aboga por un enfoque más preventivo en el ámbito de la salud. Con respecto a las medidas de fomento al crecimiento, considera que esas políticas sociales son complementarias, no contradictorias, y pide más apoyo a los negocios innovadores.

A diferencia de otros inconformistas, la campaña de Macron será positiva. Probablemente evite los ataques injuriosos hacia los demás candidatos y plantee que Francia tiene más que ganar con las reformas cooperativas que con declarar la guerra a los "expertos", la prensa, los propietarios de capital, los sindicalistas, los inmigrantes u otros grupos específicos.

Así, Macron representa una vía para frustrar el avance de los populistas actuales. Al emplear argumentos basados en hechos y apelar a valores humanistas y democráticos, intenta modernizar y rejuvenecer a la izquierda -su "hogar"- así como a sectores de la derecha. Y es un firme europeísta que apoya las propuestas de crear un ministerio de finanzas para la eurozona.

En la Europa de hoy, hay países que quieren integrarse más estrechamente sobre la base del euro y países que favorecen una estructura cooperativa más frágil. Por ejemplo, el Reino Unido está a punto de abandonar la Unión Europea, pero quizás desee mantener una relación de asociación continental europea, como lo describe un grupo de influyentes europeos. Tal aproximación se parece a lo que en un momento describí como "dos Europas en una".

Macron prevé una Europa más integrada, basada en la subsidiariedad. Defiende la toma de decisiones locales siempre que sea posible y eficaz, pero también la apoya a nivel nacional y europeo cuando sea apropiado: la clave es que los procesos sean flexibles y permitan la participación ciudadana. Además, reconoce que la soberanía compartida hará que Europa sea más influyente, con lo que se potenciará a sus ciudadanos. Y considera que la globalización es algo bueno, aunque entiende que se debe manejar a través de acuerdos e instituciones internacionales duraderas y eficientes.

Hoy se aprecia una gran volatilidad en los sondeos de opinión, debido al escándalo de Fillon y el aumento en el apoyo a Hamon entre los votantes de izquierdas por fuera del Partido Socialista. Pero si Macron logra llegar a la segunda ronda, representará una mayor amenaza para Le Pen que un candidato de izquierdas. Podría ser él quien trastoque los planes de la Internacional Nacionalista.

De hecho, su eventual victoria podría marcar el inicio de una contracorriente ante el populismo que está barriendo el planeta, dando esperanzas a todos quienes simpatizan con la izquierda o la derecha, pero sienten ansiedad ante el populismo y el hipernacionalismo. De lo contrario, podría ser que Le Pen ganara las elecciones y se diera un nuevo retroceso hacia la década de 1930, cuando demasiados países dieron la espalda a la cooperación internacional y a las soluciones colectivas a sus problemas en común.

Tras el referéndum del Brexit en el Reino Unido y las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, las presidenciales francesas podrían ser un punto de inflexión. Todavía falta mucho para la primera vuelta de fines de abril, y hemos aprendido a esperar sorpresas y no confiar demasiado en las encuestas tempranas. Pero parece que el inusual candidato Macron podría ganar a los aventureros populistas a los que nos hemos tenido que acostumbrar.

Kemal Derviş, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is a vice president of the Brookings Institution. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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