Madrid, pueblo y gesta

«No fue Madrid quien se sublevó contra el invasor francés los días 2 y 3 de mayo de 1808, sino España entera», escribe Martín-Miguel Rubio. Nada que objetar si se admite que Madrid es España entera, Españopolis, neologismo inventado por el periodista Eugenio Sellés, como producto del proceso capitalino que inicia Felipe II, como consecuencia de la inmigración integrada, que es la constante histórica matritense. «Los madrileños del Dos de Mayo de 1808 sabían muy bien que eran españoles y no tenían dudas sobre lo que era España». Lo dijo Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol. Una jornada cuyo protagonista no fue otro que el pueblo español, verdadero titular del ser y del destino de nuestra Nación. Lo dijo el Rey Don Juan Carlos, en Móstoles.

Con esta idea, no sorprende que los tres héroes del Dos de Mayo de 1808, los tres héroes de la gesta de Madrid, no sean naturales de la Villa, titulada como Muy heroica por esta gesta. El capitán Luis Daoiz era de Sevilla; el capitán Pedro Velarde, de Cantabria; y el teniente Jacinto Ruiz, de Ceuta. Clara del Rey era de Villalón de Campos (Valladolid) y Manuela Malasaña, siendo madrileña, era descendiente de franceses, nieta de François Malasagne, que de la Auvernia vino a Vallecas y allí se instaló como panadero.

Tampoco era natural de Madrid Juan Pérez Villamil, asturiano, de Santa Marina de Vega, redactor del bando de los alcaldes de Móstoles, que abre la Guerra de la Independencia: «Como españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria». A la sazón, Villamil era director de la Academia de la Historia (18071810) y, luego (1814), fue redactor del Manifiesto de los Persas, en pro del absolutismo y en contra de la Constitución. Gracias a la monumental obra de Juan Pérez de Guzmán, El dos

de mayo de 1808 en Madrid, disponemos de la relación circunstanciada de los 409 registrados como consecuencia de la histórica jornada. También Pérez de Guzmán identifica y relaciona los 171 heridos.

Otra relación complementaria es la de los 43 enterramientos del cementerio de La Florida, que ha puesto al día Luis Miguel Aparisi. Las listas de Pérez de Guzmán han sido revisadas recientemente por Arsenio García Fuertes, autor de El grito de una nación, pero ni la inclusión de los heridos ni los enterramientos de La Florida ni la revisión de García Fuertes modifican sensiblemente los resultados a que quiero llegar. Por eso me atengo estrictamente a los 409 muertos que registra Pérez de Guzmán. He estudiado esta gran lápida y he clasificado las 409 inscripciones en dos grandes grupos: aquellas en las que no figura el lugar de nacimiento (que son 172) y aquellas otras en las que se expresa este dato (que son 237). A su vez, he clasificado las 237 víctimas con naturaleza conocida: nacidos en la villa de Madrid, 44; nacidos en el resto de la provincia de Madrid, 15; nacidos en otras provincias españolas, 164; nacidos en el extranjero, 14.

Así, de aquellas 237 víctimas del Dos de Mayo con nacimiento conocido, resulta que las naturales de la villa de Madrid son el 18,5 por ciento del total y, por lo tanto, las víctimas nacidas fuera de la villa de Madrid son el 81,5 por ciento restante. No se trata de reducir a simple estadística toda una gesta heroica; pero, con plena evidencia, los números prueban que, en definitiva, la gesta heroica del pueblo de Madrid es una gesta del pueblo español.

Según este cómputo y con solo dos excepciones (Canarias y Melilla), en el holocausto están presentes todas las actuales comunidades autonómicas, en las que se distribuyen los 179 mártires españoles no nacidos en la villa de Madrid: Andalucía, 11; Aragón, 12; Asturias, 19; Baleares, 2; Cantabria, 6; Cataluña, 3; Castilla y León, 39; Castilla-La Mancha, 33; Extremadura, 4; Galicia, 18; Madrid, 15; Murcia, 2; Navarra, 1; País Vasco, 5; Rioja, 3; Valencia, 5; y Ceuta, 1.

Para completar el análisis y ponderar la naturaleza abierta de la villa capitalina, conste que de los catorce extranjeros muertos en el Dos de Mayo en Madrid –nueve europeos y cinco americanos–, cuatro son italianos; dos, suizos, dos cubanos, amén de un francés, un húngaro, un polaco, un peruano, un panameño y un venezolano.

Vuelvo a la idea capital del pueblo de Madrid. Desde la instalación de la Corte, hace ya cuatro siglos y medio, el espíritu de la villa es el resultado de la inmigración y de la integración de lo foráneo, fenómeno que naturalmente tiene sus variaciones pero que, en definitiva, constituye una constante histórica. En esta constante, mucho antes de 1808, hay en Madrid una auténtica y pacífica invasión francesa. Según datos que recoge el catedrático Carmelo Viñas, el apogeo de esta invasión se produce en el reinado de Carlos II (1661-1700), cuando, al parecer, en Madrid vivían 40.000 franceses

Este es, en resumen, el pueblo de Madrid. Esta es la gesta del Dos de Mayo. Esta es la gesta del pueblo de Madrid. Este es el pueblo español, Españopolis. Esta es la gesta del pueblo español.

Enrique de Aguinaga, decano de los Cronistas de Villa.

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