Madrid, puerta abierta de las Españas

El artículo 1 de nuestra primera Constitución, la de 1812, señala que «La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». Muchos liberales valientes y de buena fe defienden que la nación española nace en este periodo que va de 1808 a 1812, y de ahí viene en parte que este 12 de octubre pasase a denominarse «Fiesta nacional», dejando en segundo plano el «Día de la Hispanidad». Esta discusión corresponde a los profesionales de la Historia y de la Teoría Política. Pero como española y como presidenta de la Comunidad de Madrid no puedo olvidar que esas líneas de «La Pepa» recogen siglos previos de Historia en común; y una pregunta clave: ¿qué significaría ser español sin nuestros hermanos hispanoamericanos, sin la importancia del español en el mundo? Recuerdo la sorpresa de hablar español cuando me vi por primera vez, muy joven, viviendo al otro lado del Atlántico, en Ecuador, de comprobar lo mucho que sabían de nosotros y con qué admiración nos miraban.

En esta historia de dos mundos unidos Madrid ha desempeñado y está llamada a desempeñar un papel clave. La Historia y el presente ligan Madrid a la Monarquía: Madrid se hizo Corte porque no era de nadie; precisamente para poder ser de todos. Desde Isabel la Católica, que deja escrito en su testamento que se cuiden salud, almas y hacienda de los indios, los Reyes de España han luchado para que la de Hispanoamérica fuera una empresa de mestizaje, basada en el Estado de Derecho; los reyes de España hacen bueno el grito de «El mejor alcalde, el Rey». Cuando la Corona dejó de estar presente, luchando contra los abusos, se abrieron paso la desunión, el particularismo y la injusticia. La Corona nos vacuna contra todo nacionalismo, contra la insolidaridad y el olvido de nuestra historia.

Sospecho y temo que Madrid, capital europea de Hispanoamérica, casa común de los españoles de ambos hemisferios, se encuentre hoy asediada por las mismas fuerzas que en las últimas décadas han destruido muchas posibilidades y muchas vidas en Iberoamérica. Por eso me he permitido recordar nuestro pasado común y por eso no puedo dejar de reivindicar el Día de la Hispanidad, ahora que el enemigo está a las puertas y nos vemos en peligro de caer en las mismas redes que han hecho que naciones ricas en recursos como Venezuela degeneren hasta extremos difíciles de creer. Hoy es el día de recordarles a los venezolanos y a todos los españoles del Perú, México, Cuba, Nicaragua, la Argentina, Colombia, Bolivia, Ecuador…, y también a las decenas de miles que viven en este Madrid que es su segunda casa, que no están solos.

Aprendamos del pasado: el monstruo del totalitarismo y la mentira, que siempre lo acompaña, va encerrando a los pueblos en utopías políticas, raciales, económicas o culturales, hasta conseguir que se olviden de sí mismos, aislándolos, para dejarlos en manos de quienes mueven hilos criminales.

La ofensiva totalitaria de la que hablo va contra Occidente y sus valores: la libertad; el Estado de Derecho y la separación de poderes; el respeto por la vida y la creencia que cada persona es insustituible; el humanitarismo de raíz cristiana (se tenga fe o no). España hace en Hispanoamérica lo que Julián Marías llamó un «injerto»: nos mezclamos física y culturalmente con los indios; la fusión cultural nos cambió a ambas partes, dando lugar a una nueva versión de Occidente: la Hispanoamericana. Otros países se limitaron a «transplantar» sus formas de vida, sin dejarse enriquecer ni mezclarse.

Conviene recordar a los más jóvenes y a los olvidadizos de dónde vienen estos mentirosos de ahora, que llevan décadas queriendo destruir Hispanoamérica y que hoy -cuesta creerlo- gobiernan España. Tras siglos de padecer la leyenda negra que descalificaba la historia entera de España, en la segunda mitad del siglo XX llegó la ofensiva del totalitarismo colectivista: durante la Guerra Fría, Fidel Castro en Cuba se convierte en el primer baluarte del comunismo: el objetivo es convertir toda Iberoamérica en una inmensa Cuba; a toda costa.

Para lograrlo, el comunismo se ha ido cambiando la careta porque su verdadera cara no era ya presentable. Fueron «guerrilleros» (secuestradores, asesinos, narcotraficantes); fueron una teología, la de la «liberación»; llamaron al «indigenismo», para aislar a las comunidades con criterios racistas y hacerlas sufrir una regresión hacia el primitivismo, borrando lo que las unía con sus otros hermanos indios y con el mundo (su hispanidad), empobreciéndolos (divide y vencerás). Pero es tras su derrota al final de la Guerra Fría cuando rehacen sus filas en la iniciativa del nuevo socialismo bolivariano: ALBA, con el mismo objetivo de convertir todo el continente en una gran Cuba como la de Fidel, pero ya no dependiente de la Unión Soviética, sino de poderes tan fiables y democráticos como Irán y tentáculos en los grupos terroristas y agitadores del mundo entero, con una línea de negocio consolidada: el narcotráfico. El «Grupo de Puebla», el «Foro de São Paulo», o, como acaba de denunciar Ramón Pérez-Maura aquí, en ABC, las revueltas vandálicas de Chile (quema masiva de Iglesias, violencia extrema), Ecuador, Colombia, o el Black Lives Matter, son sucursales de la misma corporación totalitaria, ayudada por «intelectuales» de países libres, prósperos, que se hacen ricos a base de socavar su propio mundo. De aquí vienen Podemos y sus franquicias, con ellos gobierna sin atisbo de arrepentimiento el hombre en cuya boca toda verdad es sospechosa: Pedro Sánchez.

Esta estrategia de manipulación de los sentimientos, frentismo, división, manipulación de la historia, que tiene postrados o en peligro a nuestros hermanos de Hispanoamérica, usa ahora el poder y el sufrimiento para ir a por Madrid, que con el Poder Judicial, la Corona y la Constitución española de 1978 son lo único que se interpone entre ellos y hacer su nada santa voluntad.

No dejemos que nos estropeen este día; proclamemos con orgullo: ¡Viva la Hispanidad libre en este Madrid abierto y de todos!

Isabel Díaz Ayuso es presidenta de la Comunidad de Madrid.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *