Malditas 'casualidades'

Jaime Ignacio del Burgo es diputado del PP y miembro de la Comisión que investiga los atentados del 11-M (EL MUNDO, 21/07/04).

Tengo un profundo respeto por la Guardia Civil. España debe mucho al benemérito cuerpo. Su lucha contra el terrorismo ha sido ejemplar.Algunos, sin embargo, mancharon la trayectoria del Cuerpo en el asunto de los GAL, porque en la lucha contra el terrorismo no vale todo.

Escribo estas líneas impactado por lo visto y oído en la comparecencia del jefe de la Unidad Central Operativa de la Subdirección General de Operaciones de la Guardia Civil, el coronel Félix Hernando Martín, celebrada en la mañana de ayer en la Comisión de Investigación del 11-M.

Vaya por delante mi profundo respeto a la presunción de inocencia.Ningún tribunal ha condenado al coronel Hernando por la imputación de haber llevado maletines a Suiza, por orden del que fuera secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, para comprar con fondos reservados el silencio de los policías Amedo y Domínguez. Me sorprendió por ello que iniciara su comparecencia con una referencia a este hecho tan negativo. De su explicación deduje que el asunto de la imputación de esta presunta malversación de fondos por este hecho, cuya comisión niega tajantemente Hernando, duerme el sueño de los justos en la Audiencia Provincial de Madrid desde el 5 de junio de 2001. Incomprensible.

Pero mi asombro se ha producido a la vista de las graves contradicciones que he podido detectar en su larga comparecencia ante la Comisión.Enlaza este artículo con el final de mi artículo publicado el domingo día 11 de julio, donde advertía de que la Comisión, y por supuesto el Grupo Popular, intentaría desentrañar, a pesar de sus enormes dificultades, el gran misterio del 11-M: ¿quién fue el autor intelectual de la masacre?

Resulta que la UCO, con conocimiento del jefe de la unidad, tenía en su plantilla de confidentes a un tal Rafá Zouhier, marroquí residente en España, reclutado a petición propia en la cárcel de Villabona a finales de 2001. Su prestigio como confidente se refuerza en el seno de la UCO pues gracias a él se llevan a cabo dos actuaciones de cierta importancia contra la delincuencia organizada, como la operación Hierro y la operación Merlín.

En los primeros días de 2003, Zouhier informa a sus contactos en la UCO de que un individuo de Avilés buscaba compradores para explosivos y decía que había sustraído cierta cantidad de algún depósito de explosivos de una mina de la que había sido trabajador.La UCO monta un vasto operativo en Asturias con la colaboración de su confidente, que se desplaza a Avilés en unión a sus contactos y señala al individuo en cuestión -que resulta ser un tal Emilio Suárez Trashorras (actualmente en la cárcel)-. Por desgracia, a pesar de las indagaciones -se identifica a las personas, se piden antecedentes, se ve qué vehículos utilizan, qué domicilios tienen, dónde viven, cómo se mueven, personas relacionadas con ellos-, no se encuentra ni rastro de los explosivos.

En vista de ello, se le pide a Zouhier que consiga una prueba de cuanto decía. Algún tiempo después, en Madrid, Zouhier se entrevista con Suárez Trashorras y obtiene un detonador y un cartucho de dinamita. Pero, mala suerte, la dinamita está muy vieja y por tanto la prueba no es creíble. En cuanto al detonador, nunca llega a poder de los agentes. Para la UCO, asunto concluido.Envió un informe con todo lo actuado a la comandancia de la Guardia Civil de Oviedo y se acabó. Desde ese momento, dijo Hernando, no supo más del asunto hasta el 16 de marzo y eso porque llama el propio Zouhier para hablar del atentado del 11-M.

Surge ahora la primera casualidad. Resulta que un poco antes de la investigación de Suárez Trashorras, ETA había pasado por Avilés el mes anterior, había robado un automóvil en la travesía de las Vidrieras de Avilés, en la misma calle en la que tenía un garaje el dinamitero asturiano (a 50 metros de su domicilio y a 100 metros de donde vive Iván Granados, otro de los implicados en el atentado del 11-M). El vehículo acabó en un aparcamiento de Santander, donde estalló el 3 de diciembre de 2002.

No era dinamita Titadine, ahora que tanta importancia se da al explosivo utilizado. Presumiblemente, sería Goma 2. Preguntado por este hecho, Félix Hernando ha respondido que, a su juicio, este hecho es una pura casualidad. Sin embargo, no es fácilmente comprensible qué hacía un comando de ETA robando una furgoneta en Avilés, en las inmediaciones del centro de operaciones delictivas de Suárez Trashorras.

Hay otro dato de especial relevancia. Cuando la Guardia Civil se desplaza con Zouhier a Asturias y se investigan la vida y milagros del dinamitero Suárez, resulta que desde finales de 2001 tanto él como su cuñado eran confidentes de la policía de Avilés. Colaboraban en la desarticulación de pequeños trapicheos de drogas. Pero el Grupo de Estupefacientes de Oviedo -todo esto según los informes policiales remitidos a la Comisión- a finales de 2002 (es decir, coincidiendo con la sorprendente visita de ETA a Avilés) informa a la comisaría local acerca de la posibilidad de que Suárez Trashorras «pudiera andar traficando con dinamita».Este hecho provoca la apertura de una investigación en Oviedo y con ello el distanciamiento de la comisaría de Avilés respecto de sus confidentes. No obstante, durante el año 2003 se detecta que Suárez ha entablado amistad con unos «moritos» -todos ellos autores materiales del atentado del 11-M-, que viajaban a Oviedo, se desplazaban -asunto de drogas- a Galicia y al País Vasco e incluso llegaron a tal grado de amistad que acudieron a la boda del confidente de Avilés celebrada en febrero de 2004. A todo esto no se le dio importancia.

Por aquellas fechas, un abogado asturiano se dirige al Ministerio Fiscal para informar de que un cliente suyo, en la cárcel por un delito de narcotráfico, estaba dispuesto a revelar dónde había un zulo de dinamita que estaba destinado a ETA. No hubo trato, según ha declarado recientemente el abogado. Se sabe, no obstante, que se hicieron registros por la Guardia Civil en algunas minas abandonadas, pero sin resultado.

En suma, que durante 2003 los confidentes-vendedores de los explosivos a los «moritos», gracias a la intervención del también confidente Zouhier, fueron investigados por la UCO, por la comandancia de la Guardia Civil de Asturias y por la policía de Oviedo, todo ello con el conocimiento de la Fiscalía.

En cuanto a Rafá Zouhier, su historia durante 2003 y hasta el atentado de Madrid la relata un informe del actual director general de la Guardia Civil: « A partir de marzo de 2003, al no aportar el citado Rafá nuevas noticias de interés policial, se van reduciendo sus encuentros informativos con el personal de la UCO que siguió indagándole periódicamente sin resultado sobre si disponía de más información relativa al presunto delito de sustracción y comercio ilícito de explosivos del que había informado, llegando a contestar en alguna ocasión que seguramente no era nada (sic).El siguiente contacto, previa llamada de Zouhier, se produce el 16 de marzo de 2004 manifestando éste que, a la vista de alguna de las fotografías que aparecieron en medios de comunicación, intentaría proporcionar datos que ayudasen en la investigación».Este informe está fechado el 5 de mayo de 2004.

Sin embargo, y aquí viene otro motivo de asombro, Hernando en su comparecencia ha revelado a preguntas de mi compañero Martínez Pujalte:

-Que el día 12 llamaron a Zouhier porque la Guardia Civil de Barcelona les había solicitado que lo interrogaran en relación con un individuo relacionado con la extrema derecha que está en Madrid y frecuenta locales nocturnos por donde al parecer andaba Rafá Zouhier -el informe del director general dice que el primer contacto después del enfriamiento de relaciones producido a partir de marzo de 2003 se produjo el día 16 de marzo, a petición del propio Zouhier-.

-Que sorprendentemente el día 12 sus controladores nada le preguntan en relación con los atentados del 11-M.

-Que el confidente Zouhier no sólo había contactado con los agentes Víctor y Rafael varias veces desde el 11 de marzo, sino en los días 4, 9 y 10 de marzo.

-Que, incluso, el confidente marroquí había estado personalmente en la sede de la UCO para entrevistarse con el capitán Paco, jefe de Víctor y Rafael, un mes antes del atentado.

-Que entre el confidente y los agentes había una amistad hasta el punto de que «iban de copas» con frecuencia.

A pesar, pues, de la intimidad existente entre Zouhier y sus contactos y de que se produjeron frecuentes conversaciones con los miembros de la UCO, una de ellas la víspera del atentado, resulta que nada transmitió el confidente ni nada percibieron los agentes. Maldita casualidad. Pero lo que está claro es que el informe de la Dirección General de la Guardia Civil ha quedado radicalmente desmentido por el coronel Hernando. Y cabe preguntarse, ¿qué interés puede tener el actual director general para emitir un informe que no dice la verdad?

Pues bien, veamos más casualidades. La furgoneta -robada- utilizada por los terroristas para transportar los explosivos desde Asturias fue detenida hasta tres veces en su viaje hasta Madrid por la Guardia Civil. El mismo día, una inoportuna avería permitió detener en las proximidades de Morata de Tajuña (donde se hallaba el cuartel general de los terroristas islamistas y el lugar de sus francachelas) la furgoneta de ETA que con cientos de kilos de cloratita -que no de Titadine- pretendía penetrar en Madrid.En cambio, por tres veces, los «moritos» consiguieron superar la prueba de sus tres detenciones.

Para mayor desgracia de los españoles, a otro de los terroristas implicados en el atentado del 11-M, apodado El Tunecino, uno de los suicidas de Leganés, y que estaba bajo sospecha de colaborar con una célula de Al Qaeda, dejó de ser vigilado por la policía de la comisaría centro (cuyo responsable es hoy comisario general de Información) seis días antes del atentado del 11-M. Maldita casualidad.

Por último, ¿es creíble que el confidente Zouhier, en contacto permanente con la UCO, mediara en la venta de los explosivos robados por Suárez Trashorras, para su venta a los «moritos» de Lavapiés, sabiendo que aquél había sido denunciado por él mismo a la Guardia Civil como traficante de explosivos?

Demasiadas incógnitas, demasiadas casualidades, demasiadas preguntas sin respuesta, demasiada opacidad, demasiada obstrucción, demasiados silencios. Parafraseando al moderno genio goebelsiano del socialismo patrio: No nos merecemos un Gobierno que oculte la verdad a los españoles.