Mantengamos a los expertos a cargo de la Internet

Mantengamos a los expertos a cargo de la Internet

La pandemia de coronavirus ha transformado rápidamente la Internet como la infraestructura más crítica del planeta. Al permitir que personas y empresas se mantengan conectadas entre sí en pleno confinamiento, la red mundial ha ayudado a impedir el colapso total de la economía global. De hecho, en momentos en que el temor y el distanciamiento social nos siguen separando, se ha vuelto el tejido conector para gran parte de la interacción y la actividad económica humana.

Pero pocos aprecian cómo este crucial recurso global se ha mantenido estable y resiliente desde su origen, a pesar de que su alcance y su escala han crecido de manera explosiva e ininterrumpida. En una era de crecientes divisiones políticas, económicas y sociales, ¿cómo se ha sostenido “una sola Internet” que conecta al mundo entero? ¿Y cuál es el mejor modo de seguir protegiéndola?

Para responder a ambas preguntas primero hay que entender cómo decenas de miles de redes distintas se ven y funcionan como una sola red, la Internet, para todos. Estos componentes, o identificadores únicos de red, abarcan las direcciones de Protocolo de Internet (IP), que se asocian con cada dispositivo conectado a la Internet, y los nombres de dominio de Internet (como ft.com, harvard.edu o apple.news), que usamos para buscar computadoras y conectarnos a ellas con mayor facilidad.

Los identificadores únicos garantizan que, independientemente de dónde se encuentre o a qué red está conectado, siempre se comunique con el ordenador correcto a través del nombre de dominio deseado, o llegue al dispositivo objetivo correcto con un número de IP integrado (como un termostato inteligente, por ejemplo). Esta arquitectura simple y elegante refleja el genio de un puñado de brillantes ingenieros que crearon la Internet hace ya medio siglo. Desde entonces, nunca ha fallado en ayudarnos a localizar los miles de millones de dispositivos que se han ido sumando a las miles de redes que componen la cibereconomía actual. Si fallaran los identificadores, de inmediato entraríamos en un caos digital.

Considerando el papel crucial que tienen los identificadores, es imperativo que ninguna autoridad que no esté comprometida a mantener la Internet como un bien abierto, global y común los controle o los ponga en riesgo. En las manos equivocadas, se podrían utilizar para fragmentar la Internet y habilitar el control verticalista del uso y los usuarios por parte de gobiernos con malas intenciones. Son temores reales, dada la intromisión en línea de los gobiernos autoritarios en elecciones, redes de seguridad nacional y transacciones comerciales digitales en los últimos años.

Así es que la pregunta clave es a quién se debería confiar hoy la seguridad y fiabilidad de los identificadores de Internet. La respuesta es simple: a los geeks, no a los gobiernos.

Los mismos ingenieros que crearon la Internet establecieron instituciones sin ánimo de lucro, como la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN) y el Grupo de Tareas de Ingeniería de Internet (IETF), para hacerse cargo de los identificadores únicos y mantener el espíritu original de apertura con que se creó la red mundial. Estas y otras instituciones coordinan iniciativas globales para administrar los protocolos necesarios para el funcionamiento estable y fiable de la Internet, y los ingenieros que la gestionan hoy lo hacen con una independencia, precisión, dedicación y humildad notables.

El último ataque importante a la independencia de estas instituciones ocurrió en diciembre de 2012, cuando un grupo de gobiernos intentó tomar el control de los identificadores únicos en la Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales (WCIT) de las Naciones Unidas. Fracasaron gracias a la vigilancia de gobiernos democráticos que valoran el poder de una sola Internet global para fomentar la innovación, el comercio y la cooperación internacional.

Pero hoy, en medio del caos causado por la pandemia del COVID-19, una vez más los gobiernos autoritarios intentan usar la ONU para arrebatar a los ingenieros el control de recursos cruciales de la Internet. En un encuentro reciente de la Unión Internacional de Telecomunicaciones se presentó una propuesta de un nuevo estándar de tecnología central de la red.

Lamentablemente, y lo que puede resultar más preocupante, grupos de activistas extremos y gobiernos democráticos también se están inmiscuyendo en el trabajo de estas instituciones independientes, por ejemplo, para asegurar la libre expresión en las redes sociales. Un ejemplo de ello es que después de que Twitter añadiera una advertencia de comprobación de hechos a dos de los últimos tuits del Presidente estadounidense Donald Trump, este amenazó que su administración “regularía fuertemente” o cerraría las plataformas de redes sociales que considerara que “silencian las voces conservadoras”.

Organizaciones como ICANN e IETF han dedicado décadas a desarrollar y afinar procesos de toma decisiones por consenso en los que participan de manera inclusiva y desde la base ingenieros, empresas, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos. El peligro de subvertir los procedimientos establecidos por estas instituciones es que la interferencia oficial y los grupos de presión las conviertan en presa fácil de regímenes autoritarios.

Si se intenta reformular desde afuera las decisiones de entidades como ICANN o avivar los esfuerzos de regímenes autoritarios para hacer que el control de la Internet pase a los gobiernos dentro del marco de la ONU, se contradice el espíritu original con que se creó la Internet, con efectos devastadores para todos.

Tenemos que comprometernos a resguardar el sistema resiliente que hace posible que la Internet funcione sin controles ni interferencias políticas. Esto nunca ha sido más importante que en estos momentos, en que un potente virus afecta nuestra salud física y económica y resulta crucial la protección de las instituciones independientes, democráticas y transparentes que han regido de manera fiable la infraestructura de la Internet desde su creación.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Fadi Chehadé, a former president and CEO of ICANN (2012-2016), is a member of the UN Secretary-General’s High-Level Panel on Digital Cooperation and an advisory board member of the World Economic Forum’s Center for the Fourth Industrial Revolution.

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