Mapa del tiempo en Catalunya

Por Josep María Terricabras, miembro del IEC y catedrático de Filosofía de la Universitat de Girona (EL PERIODICO, 16/03/05):

Este invierno ha sido especialmente crudo. Frío y nieve como hacía años que no se veía. Del 24 de febrero al 10 de marzo, el clima político del país también ha llegado a un enfriamiento inusual, muy real y no sólo metafórico.

EL TERREMOTO. El primer aviso lo dio un auténtico terremoto: el hundimiento en el barrio del Carmel, en Barcelona, por las obras de la línea 5 del metro. El barrio del Carmel es un barrio desgraciado. No le viene de ahora. Como dijo una vecina cuando fue allí el president Maragall, el barrio es desgraciado desde hace 35 años, es decir, desde que existe. Efectivamente, en aquella zona, geológicamente fraccionada e inestable, no se debieran haber construido viviendas. Además, la especulación y la concentración urbanísticas han sido brutales. Todo ello ha hecho que en el Carmel surgiera un complejo enorme, pero muy frágil: es un símbolo de planificación mal hecha, de barrio demasiado abandonado, de dejadez en la gestión. Ahora se ha ido apresuradamente a auxiliar a las víctimas. ¿Se habían tomado antes todas las medidas posibles? Parece ser que no, a pesar de que todo se hiciese siguiendo los usos habituales. Aunque después del hundimiento aún hubo otro episodio importante: se dieron tres certificados técnicos a los vecinos asegurando que podían volver a sus casas, pero al cabo de pocas horas tuvieron que irse de nuevo por la aparición de nuevas grietas. ¿Quién hizo aquellos certificados y con qué apoyo técnico? ¿Hubo demasiada prisa para que la gente regresara a sus casas y así disimular un poco el desastre?

Hacía frío y llovía. El clima iba empeorando con acusaciones cruzadas. El 23 de febrero, el president Maragall dirigió las responsabilidades a CiU --que había planificado el túnel-- y formuló una extraña doctrina expiatoria según la cual lo acabarían pagando "justos por pecadores". ¿Por qué?, se preguntaban muchos. ¿Se sabe quiénes son los pecadores? Pues que sean ellos los que paguen, en proporción de sus pecados. El viento esparcía la lluvia y el frío cada vez era más intenso. Sin embargo, la helada estaba por llegar.

LA HELADA. Y llegó, de pronto, el día 24. En el pleno dedicado al caso del Carmel, el president se dirigió a los escaños de CiU: "Ustedes tienen un problema, y su problema se llama 3%". Era bastante más que una insinuación de corrupción contra el anterior Govern de CiU. Artur Mas, indignado, pidió al president que lo retirara, amenazándolo, a su vez, de no colaborar en la reforma del Estatut. Maragall retiró la expresión, pero no se desdijo de ella.

Los afectados del Carmel presentes en la sesión quedaron helados. Se quedaron helados también los parlamentarios de todos los grupos. Y los ciudadanos. Todo el mundo era consciente de que una acusación sin pruebas como aquella era muy peligrosa. Lo era precisamente porque era muy eficaz: abonaba las sospechas y la desconfianza que muchos ya tienen hacia sus dirigentes, de cualquier partido y en cualquier cargo. La reacción del jefe de la oposición tampoco fue nada ejemplar. La amenaza de no colaborar a fondo en la redacción del futuro Estatut era impropia, también poco meditada. En los días posteriores, el clima empeoró: el president no se desdecía de su afirmación y la oposición volvía a meter la pata presentando una grave querella judicial contra él. Los ciudadanos contemplaban sorprendidos el muy lamentable espectáculo de políticos incapaces de reconocer errores, tentados por el insulto o la prepotencia, demasiado ocupados en la lucha partidista. El descrédito que los políticos se autoinfligían dejaba a los ciudadanos, más que nunca, en la intemperie política.

EL DESHIELO. El viento y el frío intensos de aquellos días exigían que se circulara con mucha precaución. El deshielo no llega hasta el 10 de marzo. El Partido Popular planteó una moción de censura absurda, tan absurda que el mismo PP no quiso que se votara. Aunque, en realidad, fue precisamente el gesto absurdo de Josep Piqué --falso protagonista del debate parlamentario-- lo que sacudió a la clase política catalana y la hizo volver en sí.

Pasqual Maragall, en tono salmódico --quiero decir, repitiéndolo dos veces--, dijo: "Me hago responsable y pido formalmente excusas en lo que me corresponde". También dijo que las pedía "al pueblo de Catalunya". Maragall hizo bien en pedir excusas, incluso con un bis, pero fue tacaño: también podía haber dirigido las excusas a CiU que, al fin y al cabo, aquel 24 de febrero fue la destinataria de su acusación de corrupción.

Artur Mas cogió al vuelo la oportunidad e, interpretando que las excusas también iban dirigidas, por inclusión, a CiU, anunció que retiraría "inmediatamente la querella presentada contra el president de la Generalitat". Otra buena noticia. Judicializar la vida política no es bueno. Llevar al president de la Generalitat a los tribunales es simplemente nefasto. Pero es malo también negarle al president de la Generalitat la condición de president de Catalunya.

Dos rectificaciones, pues, contenidas, tirantes, poco amistosas. Quizá sí baja el suflé, pero el espejo roto no podrá volver a ser el de antes. Las heridas se pueden curar, pero dejan cicatrices. Las antiguas enemistades no se arreglan con discursos. Ni las sospechas de corrupción. Tienen que hacerse más suaves las formas, pero hay que ser mucho más duro en los controles y en los castigos contra la corrupción. Sin complicidades ni trapicheos. Y no olvidemos que, si el deshielo es repentino, el agua que baja también puede ser peligrosa. Los próximos días nos dirán si el cambio de tiempo va en serio. Lo que es evidente es que el clima hoy es un poco mejor. Aunque no sale el sol, parece que los nubarrones ya escampan.