Matar a la 'superwoman'

Maria Aurèlia Capmany asesinó al ángel del hogar en su carta dirigida «a una dona de bé», dentro del volumen Cartes impertinents de 1977. Han pasado muchos años desde entonces y las mujeres de hoy ya no tenemos que lidiar con aquella imposición patriarcal y franquista de la perfecta ama de casa que tenía por objetivo vital convertir el ámbito doméstico en un lugar maravilloso con su dedicación exclusiva a la cocina, la limpieza, el zurcido de los cojines o sus labores en general.

Ahora es otra la figura impuesta a las mujeres, la que las atenaza y limita, la losa que a menudo nos acaba convirtiendo en lo que dice al final de esa carta la Capmany, en esbozo de persona. A nosotras a quien nos toca asesinar es a la superwoman. Y para matarla, tendremos que empezar por identificarla. La superwoman es la mujer que tiene el superpoder de hacerlo todo y además de hacerlo muy bien y sin quejarse, de tener éxito en todas las facetas de su vida. Se ha formado y ha logrado numerosos títulos que acreditan su competencia académica y profesional y tiene un trabajo que le requiere ingentes horas de dedicación, pero eso no le impide ocuparse de la casa y de los hijos de una manera ejemplar. La superwoman es eficiente, eficaz, hiperactiva y autoexigente. Cuando trabaja da lo mejor de sí misma, es creativa, tiene ideas originales pero es organizada y disciplinada. Siendo como es hija de mujer de bien, ángel del hogar se ha dicho siempre a sí misma que ni pensarlo, que nunca jamás se conformará con ser una simple cuidadora, pero eso no quiere decir que renuncie, ni mucho menos, a la maternidad. La supermujer debe tenerlo todo, y una vez ha conseguido un compañero de vida a medida de sus superpoderes decide procrear con el firme anhelo de no dejar que este hecho implique ninguna renuncia profesional.

En el trabajo no se le notará nunca que ha tenido hijos, si no es, por supuesto, que alguien la descubre en los lavabos ordeñándose la leche para mantener una lactancia prolongada, que es lo que tiene que hacer una buena madre. Les dirá a menudo que lo más importante no es la cantidad de tiempo que pasas con tus criaturas sino la calidad de ese tiempo, de modo que cuando llegue a casa tras su larga jornada laboral disfrutará un rato de las gratificaciones de la crianza. Un rato que estirará como el chicle para garantizar una alimentación equilibrada a su vástago, cinco piezas de fruta y verdura al día, limitar las proteínas, para cuidarlo, estimularlo e incluso para hacerle manualidades o magdalenas, todo gracias a los magníficos tutoriales que corren por la red. Porque otra característica de la superwoman es que es una mujer al día de las novedades tecnológicas, conectada al mundo sea por Facebook, Twitter o su red preferida, Instagram.

Por supuesto que esta heroína del siglo XXI velará para que su relación de pareja no se resienta ni del ritmo frenético que lleva ni de la maternidad cuando la hay, de modo que aunque no duerma, aunque arrastre un cansancio de siglos, se dirá que debe esforzarse para mantener la ilusión y el deseo y una vida sexual satisfactoria a medida de los manuales y las estadísticas. Por supuesto que se cuidará mucho del cuerpo. Todo es cuestión de voluntad. Si quieres, puedes. Este es casi su lema principal junto con el de «no es falta de tiempo, es de organización». Dice que come sano, lo que quiere decir que está siempre a dieta, hace ejercicio, sea correr a las seis de la mañana, sea ir a clase de yoga tras haber puesto al niño a dormir, sea aprovechando la pausa del mediodía para ir al gimnasio en vez de ir a comer. Para presumir hay que sufrir. Una frase que no sabe que ha heredado del citado ángel del hogar, pero que le sirve para justificar que destine ingresos y energías a sufrir los tratamientos que deben hacerla más bella o conservarle su juventud. Cuando la superwoman se manifiesta en este sentido, se la encontrará sobre la mesa del cirujano, a punto para el bisturí.

Todo ello no impide que esté involucrada en la vida pública y sea participativa. Probablemente formará parte del AMPA o será la delegada de los padres de la clase de sus hijos, lo que la llevará a encargarse de recaudar fondos para su viaje de fin de curso y otras actividades. También suele ser de la asociación de vecinos o de alguna oenegé.

Pero no sufran, la superwoman, aunque incansable siempre, de vez en cuando tiene algún momento en el que baja la guardia y piensa, al tiempo que suspira, si todo esto vale la pena. Es entonces cuando hay que aprovechar para asesinarla, estrangularla con todas las fuerzas, como decía la Capmany, y verán que el único sentimiento que les generará este homicidio es el de una enorme liberación. Descubrirán así que su presencia no solo no les ha dejado a ustedes ser las mujeres que son sino que les está consumiendo la única vida que tienen.

Najat El Hachmi, escritora.

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