'Mater Admirabilis' o por qué el nacionalismo español es otra cosa

En 2002 un influyente libro de José Álvarez Junco, Mater Dolorosa, hizo un recorrido sobre las debilidades de la construcción del nacionalismo español, a diferencia del francés, en el siglo XIX.

Muchos lectores dedujeron que el nacionalismo español del siglo XX fue una reacción contra  los nacionalismos periféricos vasco y catalán; estos se alinearon con la democracia en la II República y surgió una reacción nacional-católica que sirvió de cobertura ideológica al franquismo.

La deducción siguiente es que es más negativo el nacionalismo español que el actual nacionalismo catalán o vasco. De ahí que se pueda pactar con los racistas del PNV o con los golpistas de CiU, pero no con Vox.

El nacionalismo fue la ideología liberal del siglo XIX sobre la que se construyeron todos los Estados nación, España incluida. Un espacio territorial delimitado, con seguridad, respeto a la propiedad y a la ley, con libertades, representación parlamentaria y ampliación del sufragio en dirección a la democracia plena que sugiere que ese nacionalismo no tiene nada de Mater Dolorosa sino de Admirabilis. En España ese nacionalismo liberal admirabilis estuvo vigente hasta 1936.

El nacionalismo liberal es el que permite la difícil convivencia de sociedades complejas y diversas. Los ciudadanos se sienten partícipes de una historia común, de unos derechos y obligaciones en un ámbito de libertad y con representación democrática cuyos gobiernos, mediante las urnas, pueden cambiar cada cuatro  años.

Al hilo de las declaraciones de ayer de Francesc de Carreras en un periódico nacional sobre la deriva hacia el nacionalismo español de Ciudadanos, me permito precisar que el nacionalismo español actual es libertad. Sorprendentemente, parte de la derecha política y de la izquierda creen que el nacionalismo español es tan condenable como el separatismo supremacista vasco o catalán.

Numerosos políticos y periodistas repiten machaconamente la simpleza: "No se puede combatir un nacionalismo con otro nacionalismo". Craso error. La Historia demuestra lo contrario.

Buena parte de esta opinión se debe a libros tan equivocados, a mi juicio, como Mater dolorosa de Álvarez Junco. No todos los nacionalismos son igualmente liberticidas.  Hay nacionalismo totalitario y nacionalismo liberal.

Hace apenas dos días, acertadamente, Savater, Latierro y otros diez intelectuales de izquierdas, en un comunicado en favor de la gobernabilidad y el fin del bloqueo político, al referirse al nacionalismo lo apellidan como "identitario" lo que es una clara referencia al nacionalismo vasco y al catalán.

El nacionalismo identitario vasco (en el caso del PNV, racista) y catalán es totalitario, excluyente, expansionista, supremacista y violento; lo conocemos en Europa y lo padecimos entre 1939 y 1945: Alemania e Italia. Otro ejemplo: EEUU, con su nacionalismo liberal, derrotó al nacionalismo militarista de Japón en 1945. El nacionalismo de Normandía era moralmente muy superior al de Berlín. Hasta el punto de que merecía la pena arriesgar la vida en su defensa.

El nacionalismo español que se deriva de la Constitución de 1978 es justo lo contrario del totalitario. Por eso los nacionalistas vascos y catalanes no soportan la Constitución. Es el mismo nacionalismo que pueden defender franceses, ingleses, suecos, suizos o norteamericanos: aquel que venció en 1945 al nacionalismo totalitario.

Tanto Carreras como los políticos sometidos a la corrección política de los nacionalismos periféricos que padecemos en España sería conveniente que reflexionaran y distinguieran el nacionalismo español liberal, constitucional, inclusivo, defensor de las libertades frente al excluyente nacionalismo vasco o catalán.

Es hora de no confundir nacionalismos y hacer honor a la Mater Admirabilis.

Guillermo Gortázar es historiador y abogado. Su último libro es ‘El fuerismo liberal vasco’, Madrid, 2019.

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