May the 4th be with you, Ayuso

Este 4 de mayo no es el primero marcado como festivo en la historia sentimental de la derecha. Hubo otro inmenso, hace 42 años. Isabel Díaz Ayuso era un bebé de sólo seis meses y no se acordará (yo tampoco).

El 4 de mayo de 1979, una mujer entró como primera ministra en el número 10 de Downing Street. La primera mujer para un puesto tan importante en las democracias europeas. Ese 4 de mayo, Margaret Thatcher recibió el encargo de la reina de formar gobierno.

El día anterior había ganado en las urnas al laborista James Callaghan con el mandato de terminar con el invierno de nuestro descontento, es decir, con el hundimiento económico y social que padecía Reino Unido tras un largo gobierno de izquierdas.

Efectivamente, Ayuso no es Thatcher. Y, como ella suele decir, tampoco Winston Churchill. Pero el invierno de nuestro descontento, en España, ha sido un largo año de pesimismo y pena ante la triple vírica: la Covid, el paro y la ruina.

Y Ayuso ha demostrado que el cierre medieval (que funciona para frenar el avance de la enfermedad al elevado coste de hundir empleo y oportunidades) tenía alternativa. Madrid ha ensayado con éxito una arriesgada fórmula de combinar la vigilancia del virus con la apertura económica. ¿Por suerte? No sólo.

La ciencia avanza por prueba y error, e impulsada por la inquietud de intentar demostrar la falsedad de hipótesis que se daban por seguras. Con ese ánimo genuinamente científico (o popperiano), y con un equipo de expertos de verdad, Madrid ha minimizado la triple vírica. Empirismo frente a fanatismos medievales.

Las urnas han premiado el éxito de la vía alternativa, de intentar no cerrarlo todo en una región que vive fundamentalmente de los servicios. Sí, han premiado los esfuerzos para que la triple vírica no acabe con sus vidas.

Pero también han respaldado el coraje ante el hecho objetivo de que Ayuso los llevó a término contra todo y contra todos. El “gracias y valiente” de Nacho Cano resume ese sentimiento, que se ha traducido en 65 escaños para el PP con una participación récord, y (también) en la voladura de una hipótesis demoscópica que se daba por segura hasta que un 4 de mayo vino a falsarla.

Se daba por supuesto que los bloques de izquierda y derecha se repartían el espacio político por mitades prácticamente idénticas y que, en los pocos casos en los que la derecha lograba sumar un poco más del 50%, ello obedecía a la escasa movilización de la izquierda.

Pues bien, a falta del recuento CERA, la suma de los votos de PP, Vox y Ciudadanos roza el 60%, con una participación absolutamente récord, frente al escuálido 40% de la suma de Más Madrid, PSOE y Podemos.

¿Se han vuelto los madrileños de derechas? O, como reconoció ayer la propia Ayuso, el PP se ha beneficiado de mucho voto prestado que ha entendido el significado del eslogan libertad y que ha obviado, como quien oye llover, las burlas que los propagandistas de “los 26 años infernales” propinaban a una candidata para ellos despreciable.

Es la libertad de que la triple vírica no te hunda la vida. La libertad de preferir una sociedad con iniciativa privada a una dirigida por arbitristas e ingenieros sociales. La libertad de quienes se muestran orgullosos de lo que son capaces de conseguir con su trabajo y su esfuerzo, y sufren sólo con pensar en tener que recurrir a un subsidio.

Es la libertad de los que no se pliegan a las consignas (y manías) de los nuevos inquisidores y desprecian, sin más, a los envidiosos. Es una libertad de andar por casa, del que quiere vivir y sobrevivir, que ha premiado a una mujer valiente, auténtica y sencilla. A una mujer que se preocupa por lo concreto, que busca soluciones posibles y que, cuando no tiene respuesta, lo reconoce con un “no lo sé” o “aún no lo he pensado”.

¿Puede copiar el PP el éxito de Ayuso? Ayer se reunió su dirección ampliada (el Comité Ejecutivo Nacional) y Pablo Casado destacó que “el voto hay que cultivarlo y hay que merecerlo”.

¿Cómo se cultiva el voto? Con su peculiar retórica, Ayuso incorporó ayer un nuevo concepto para explicar su éxito: no bizquear.

¿Y eso qué es? Pues algo así como no tener siempre puesto un ojo en tus adversarios políticos por el miedo a lo que puedan responder a lo que dices o haces. Los que bizquean (y eso no lo dijo ella) terminan sucumbiendo al irrisorio baile de la yenka política.

Más elementos de la receta de su éxito. No dejar “ni una opción de mejora por explorar ni un ataque, de los de enfrente, sin contestar”. Y, como ella gobierna, “gobernar con un criterio claro, con principios liberales, sin bizquear, pero representando a todos los ciudadanos, a los que te ha votado y a los que no”. Cuando no gobiernas, la recomendación es fácilmente adaptable: ofrecer planes claros, sin bizqueos, a todos los ciudadanos, te voten o no.

Y el voto, ¿cómo se merece? El voto es la mayor expresión de confianza. Suele haber mucha abstención porque demasiada gente no termina de verse representada por ninguna opción. Confías o por fe previa (los militantes de una u otra opción) o porque quien te pide esa confianza te parece de verdad (en ese instante) confiable. No es fácil. Conviene ser auténtico, o, para los que prefieran el método Sánchez, fiar tu futuro a que tus simulaciones no sean desenmascaradas.

Vuelvo al principio. Sólo dos años antes del 4 de mayo de 1979 se había estrenado la primera película de la saga Stars Wars y ya era un fenómeno de masas. Tanto, que aquel “que la fuerza te acompañe” (may the force be with you) formaba parte de la conversación popular.

Un periódico británico, el London Evening News, hizo el juego de palabras: Maggie, congratulations, may the 4th be with you. Desde entonces, los fans de Stars Wars celebran su día el 4 de mayo. El día de la saga, no el del thatcherismo.

Podríamos adaptar el eslogan: PP, congratulations, may the 4th be with you. Pero es más útil recordar la última frase de Thatcher antes de entrar ese memorable día en el Número 10: “Ahora hay trabajo por hacer” (there is now work to be done).

Hay mucho, muchísimo trabajo por hacer.

Pilar Marcos es diputada del PP en el Congreso de los Diputados y periodista.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *