Me cabrea

Que un presidente del Gobierno en funciones diga públicamente y sin ningún pudor ni vergüenza alguna, que a nadie le apetecen los debates, me parece un auténtico escándalo. Sí, eso le dijo el Sr. Rajoy a Pepa Bueno en la cadena SER hace unos días. Y se quedó tan ancho. Como si yo digo que me da pereza escribir este artículo o a la pescadera de mi barrio un día le da por no cortarme el bacalao. Sr. Mariano, ¡es su trabajo! Y lo hace porque le da la gana. Podría seguir en el Partido Popular sin ser el candidato a las elecciones. Se podría ahorrar todos los debates. ¿Por qué narices no lo hace?

Un hombre que trabaja en la mina puede permitirse el lujo de decir que le da pereza bajar a currar. Pero es que si no lo hace, igual se queda en el paro o sin poder alimentar a sus hijos. ¿Pero usted? ¿Cómo se atreve a decir eso? Usted que cobra un sueldazo al año. Usted que tiene la jeta de volverse a presentar a las elecciones, cuando no ha sido capaz de formar gobierno con nadie. Cómo me cabrean estas cosas.

Aunque tendríamos todos que estar más que acostumbrados, ya que el Sr. Rajoy nos ha regalado tantas perlas y ha dicho tantas tonterías –«… y la europea, los chuches, los hilitos de plastilina, los españoles muy españoles y mucho españoles, los catalanes hacen cosas...»–, pero no lo estamos. No nos acostumbramos porque se supera cada día más. No le apetecen los debates, dice. No me extraña, si cada vez que lo dejan suelto y va a la tele o a la radio la lía parda. ¡Pero es que nadie se da cuenta!

Y no hablo de los votantes de otros partidos, hablo de los del suyo. Gente del PP. ¿Que no lo ven? Estarán ciegos y sordos. Y no quiero entrar en el tema de la corrupción, eso por desgracia ya es un tema transversal. No se salvan ni los Alcántara. A más de uno le habrá dado un soponcio al descubrir que la pareja que representa a España a la perfección en la ficción también lo hace muy bien en el mundo real. Sí, amigos, después de tantas décadas, 'Cuéntame' ya ha llegado al presente. Anticorrupción acusa a Imanol Arias y a Ana Duato de defraudar 2,9 millones de euros.

Y cómo me cabrea que me manden papeles físicos a casa. Las malditas páginas amarillas de cada año o la propaganda electoral. No quiero que nos gastemos más de 140 millones en otras elecciones, absurdas porque todo el mundo va a votar lo mismo. El problema no es de los que votamos, el problema lo tienen los políticos que no saben que hacer con nuestros votos. No se han puesto de acuerdo hoy, ¿qué les lleva a pensar que lo van a hacer mañana?

Me cabrean los ciclistas que van enganchados a mi coche cuando tienen un carril bici en la calle paralela. Me cabrea que me piten cuando voy andando tranquilamente por la acera. Me he dado de baja del Bicing porque me da miedo ir en bici por mi ciudad. Me da miedo matar a alguien un día sin querer. El ciclista tiene derecho a conducir en sentido contrario, las leyes se lo permiten y yo cada vez que giro por Balmes con el coche a la altura de Provença pienso que alguien morirá pronto allí. Esta vez será un ciclista y lo matará el coche. ¿Entonces qué? Por lo menos el coche tiene seguro. No entiendo quién decidió un día, que las bicis no tenían por qué estar aseguradas. Que podían saltarse los semáforos y conducir en sentido contrario. Es absurdo.

Tan absurdo como debatir entre el tampón y la copa vaginal. Otro tema que me cabrea. Una es ecológica y te dura toda la vida y el otro te cuesta una pasta cada mes y está lleno de productos químicos que no solamente atacan tu cuerpo, sino que alteran tu sangrado para que gastes más tampones. ¿Dónde está el debate? No hay debate. Sé de lo que hablo, utilizo la copa vaginal desde hace más de 10 años. La compré en Francia por internet en un momento en que la gente no sabía ni lo que era.

Y ahora que sale una noticia que le da bombo, la gente aprovecha para atacar políticamente a los que la promueven. Me parece una idea brillante y, dejando aparte la salud sexual, creo que sería bueno también a nivel económico. A la gente pobre, le iría muy bien saber que su menstruación no tiene por qué costarle dinero cada mes. Pero, claro, hay empresas privadas a las que no les interesa que esto se promueva ni se sepa.

Es como las compresas que venden para las pérdidas de orina. Voy a escribir algo muy importante: mearse encima no es normal. No hay que vender compresas, hay que tonificar el suelo pélvico y hacer ejercicio. Es como si me venden un cubo para vomitar porque me duele el estómago. Absurdo. Este país normaliza las cosas de una forma tremenda a favor de sus intereses. No es normal nada de lo que pasa. Pero desgraciadamente es muy habitual. Seguiremos viajando en contra dirección, meándonos encima y con un futuro presidente del Gobierno al que le da pereza hablar.

Imma Sust, periodista.

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