Meditación sobre los tiempos nuevos

Los cambios de ciclo político, aunque las bases económicas, culturales y sociales del país no hayan cambiado, siempre suponen motivos de reflexión y de análisis, sobre todo cuando creemos que la política no es una simple superestructura dependiente de las realidades que derivan de la economía. La inequívoca victoria por mayoría absoluta del PP de Mariano Rajoy en las elecciones generales, y meses antes la no menos decisiva victoria en las municipales y autonómicas, es un hecho de gran relevancia y seguramente de trascendencia notable porque se acabarán desvelando los secretos de Rajoy, hasta ahora "semisecretos", para salir de la crisis.

El juego limpio y el respeto al principio de las mayorías deben inspirar las reacciones de quienes no compartimos las ideas del PP y que queremos lo mejor para España y los españoles. La felicitación sincera ante una victoria tan amplia y la expresión de los mejores deseos para el éxito de su política deben estar inequívocamente presentes. Creo que no practicar el "ojo por ojo..." ennoblece al PSOE, y a todos aquellos que comparten estas ideas de oposición y no de bronca y de llevar siempre el "no" por delante, mientras están en la oposición. Ahora elogian con desparpajo y a veces con exceso todo lo que antes criticaban con igual desmesura. También parece que ahora quieren aclarar juntos el conflicto para elegir a los magistrados del Tribunal Constitucional, a lo que antes se negaban sistemáticamente. El PSOE, con certeza, atenderá esta petición y colaborará para que en un plazo razonable se produzca la elección. De todas formas, las facilidades del PSOE expresan la actitud de colaboración que tiene para mejorar las instituciones y que ha sido permanente en democracia. En la misma línea, será ahora posible abordar las modificaciones de la reforma constitucional que no afecta al núcleo duro del consenso de 1976. Las vías se abren solo cuando gobierna el PP.

De todas formas hay algunos signos peligrosos de que el PP no ha cumplido con partes importantes de su programa, especialmente su compromiso de no subir impuestos y, además, imponer recortes superiores a los comprometidos. El presidente no ha abierto la boca ni se sabe qué piensa, ni ha expresado ninguna posición. Espero que no sea un mudo siendo presidente del Gobierno. Mentir y engañar no es la mejor forma de iniciar una legislatura. Si incluso se anuncian incumplimientos flagrantes de leyes como la del aborto en comunidades del PP como en Baleares, la alerta roja de peligro inminente salta con fuerza y la explosión de la convivencia no augura nada bueno. Tampoco hacer lo contrario delo que se dijo en el programa electoral que se haría.

El Partido Socialista, por su parte, sale de una severa derrota que es expresión, causa y consecuencia de unos años de derrotas sucesivas, en parte producidas por haber tenido que administrar la crisis y sus efectos serios sobre los ciudadanos. El castigo ha sido muy duro y ha perdido varios millones de votos y una gran cantidad de gobiernos municipales y autonómicos en toda España. De todas formas, está claro que su techo tiene reservas, casi siete millones de votos y un número de escaños (110) que dobla a todos los de la oposición en su conjunto. Puede ser un buen punto de partida para la recuperación siempre que se hagan las cosas bien y no se piense solo en un lavado de imagen, donde las cosas cambiasen para que todo siguiera igual. Parece que los que han administrado las derrotas no son los más adecuados para administrar el retorno a victorias futuras. Es verdad que Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido ejemplar empeñándose en una lucha muy desigual para evitar la catástrofe, y que desde principios de los setenta ha mantenido una lealtad constante y una defensa a ultranza del PSOE en las varias coyunturas que han pasado desde entonces y que parece que no tiene sustitutos para liderar la transición en esta legislatura que comienza. Será difícil que pueda encargarse de los años posteriores y que su servicio al PSOE deberá concluir buscando y apoyando su sucesión. Solo un éxito importante de renovación y de desarrollo del partido en esta próxima legislatura puede cambiar el diagnóstico y dotar a su candidatura de continuidad. Las personas de mi generación debemos acompañar en el tránsito, siempre que como hacen algunos ciegos o celosos de su posición no se nos cierre el paso, como ha ocurrido en estas generales, donde algunos estábamos dispuestos a volcarnos de buena fe sin desear nada a cambio, y se nos han cerrado las puertas.

El "esto es mío, y aquí no entra nadie" ha sido uno de nuestros males y se ha repetido en las últimas elecciones en personas sin dos dedos de frente y, sin embargo, con una ambición engañada por sus nulas capacidades.

Otro grupo de compañeros notables y de prestigio impulsaron un manifiesto crítico con el Gobierno de Zapatero y contra su presidente. Lo más sorprendente de ese escrito era que algunos de ellos habían tenido unas responsabilidades notables y en primera fila en los años que criticaban. Podían haber esperado unos días por razones estéticas y de pudor, antes de intentar todos rematar al moribundo. Los calificativos a este comportamiento no pueden ser, por desgracia, muy tolerantes y ni pueden buscar razones para justificarlos. Es una lástima que entre la ansiedad y las prisas hayan quedado descalificados. Confieso que con alguno como el todavía entonces ministro de Justicia en funciones mantengo una buena relación de amistad que naturalmente pienso mantener, aunque me he llevado una gran desilusión.

En ese mismo ámbito también resulta extraño que se haya considerado que era el lugar adecuado para el lanzamiento de Carme Chacón como candidata a la Secretaría General del PSOE para sustituir a Zapatero. Es verdad que ha sido ministra de Defensa en el Gobierno socialista y, además, una buena y competente ministra. ¿Eso es posible como militante del partido hermano que es el PSC para la ejecutiva? ¿Se puede situar al mismo nivel la candidatura a la Secretaría General del PSOE? A mi juicio su decisión es positiva para integrar al PSC en un único partido, al menos en su programa y en sus objetivos. Quedan lejos con la decisión de Carme Chacón los tiempos de la independencia y del grupo parlamentario propio para el PSC. A Carme y a su candidatura hay que agradecerle esta constructiva aportación.

Debe haber un gran debate libre, con la máxima participación de las bases como recientemente ha señalado Tomás Gómez, con razón, a mi juicio. Tiene que ser profundo y largo y debe servir para reafirmar un programa socialdemócrata. Solo con esas premisas llegaremos a buen fin para encontrar a militantes con vocación de dirigir el partido desde una horquilla de años entre 30 y 40. Allí encontraremos al alcalde de Toledo, a Tomás Gómez, a Javier Fernández, a Patxi López, a Antonio Hernando y a Eduardo Madina y, también, a Carme Chacón, entre otros, que quizás estén todavía por aparecer o que yo no conozca. Esa será la senda del renacimiento de un PSOE socialdemócrata, dispuesto como desde hace más de 110 años a impulsar un nuevo ser de España, nuestra querida nación.

Por Gregorio Peces-Barba Martínez, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.

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