Memorando imaginario a Rajoy

De: Ficticios estrategas del PP

A: Mariano Rajoy

Asunto: A Moncloa en 2012

Al menos, aquí estamos. Fue duro pasar de la mayoría absoluta a la oposición, pero llegamos fuertes a 2008. La estrategia funcionó. Recordemos qué le pasó al PSOE cuando González perdió frente a Aznar: cinco años de travesía del desierto y fallidos liderazgos de Borrell y Almunia. Fue la ausencia de una oposición sólida lo que nos permitió ir de centristas entre 1996 y 2000. Hacemos bien contando ahora con las palomas del partido (los Sáenz de Santamaría, Cospedal y Gallardón), pero es justo reconocer que la estrategia de los halcones (Aznar, Acebes, Zaplana, Aguirre) funcionó para llegar hasta aquí con nuestras bases intactas. Démosles las gracias, pero que no se note.

Ahora, fuerza y centrismo. Si los socialistas recordaran lo que decíamos hace sólo dos años, podrían hacernos daño: "España se rompe", "Se rinden ante ETA", "Traicionan a las víctimas del terrorismo", "El fin de la familia", "Papeles para todos"... Todo eso parece hoy una broma. ¿Recuerdas aquella frase de Zapatero, "Señor Rajoy, es usted un profeta del desastre y un desastre como profeta"? Razón tenía, pero en 2012 la gente lo habrá olvidado.

Los titulares van hoy de paro, déficit y descontrol. Cuando el PIB crezca, ellos lo celebrarán, pero no hay problema: el paro seguirá alto. Si siguen confiando en la recuperación económica para la recuperación electoral, allá ellos. Nosotros sólo tenemos que parecer gente seria y centrada. Se cree que la derecha gestiona mejor la economía y la izquierda los derechos sociales. Mostremos que, aunque nos opusimos a todos y cada uno de ellos, no retrocederemos en ninguno de los derechos que promovieron (matrimonio homosexual, interrupción del embarazo, dependencia, descentralización, subida de pensiones y salario mínimo, autónomos, cooperación internacional...) y que mantendremos el famoso "talante". Resiste, Mariano: en todo eso nos ganan. Ahora toca ser centristas en lo social.

"No quiero líos", sueles decir. Pues no lo olvides. Ahora nada de hablar de aborto, inmigración, 11-M o cadena perpetua. Todo eso que lo traten nuestros amigos en los medios. Una dosis de un día vale, pero no abramos debates polarizadores, que podríamos despertar a ese millón y medio de jóvenes progresistas sofisticados pero desapasionados que no votarían ahora por Zapatero, pero sí lo harían "contra la derecha". Se están desmovilizando.

El enamoramiento por Zapatero se apaga. Aunque de ti no se enamorarán nunca; esos jóvenes y otras gentes volverían a votar por Zapatero si les asustamos. No lo hagamos.

Nosotros nos manejamos bien con lo simbólico y emocional. Ellos siguen pensando en lo instrumental, pero con los símbolos y las emociones se llega mejor a la gente. Mientras ellos leen el Elefante de Lakoff, nosotros ya llevamos mucho tiempo aplicando esas técnicas (por cierto, te adjuntamos Words that Work, del ultraconservador Luntz). Ahora bien, no nos pasemos. Lo de la foto ante la cola del paro fue un exceso, como también lo de los tomates o el impoluto traje de chef que te pusieron para servir en el comedor social en Navidad. Da instrucciones a Moragas para que no se pase, que se nos verá el truco.

Ellos desprecian lo simbólico. Zapatero cree que "la verdad" se impone; que se comprenderá sin más su buena intención; que tiene que ser más optimista que nadie para que eso actúe como motor de la economía. Ahora los optimistas debemos ser nosotros: digamos que podemos salir de ésta juntos, apelemos a la unidad, aceptemos formalmente fotografías junto a ellos. Que parezca que por nosotros no es (nadie recordará nuestra Ley del Suelo o el hinchazón que dimos a la burbuja inmobiliaria). De hecho, teníamos que haber puesto mejor cara en las fotos del "pacto por la economía" y habernos mostrado más cooperativos con el Gobierno (en sentido contrario, qué bueno que Zapatero no haya capitalizado las recientes operaciones contra ETA, o la nueva ley del aborto, o la ayuda a Haití).

Cuidado: pueden reaccionar. Quedan dos años, una eternidad. Podrían cambiar el compás poniendo más orden y planificación en Moncloa y más coordinación con y entre los ministerios. Estos tipos son listos y saben reaccionar. Si Zapatero trabaja más en equipo; si imprime secuencias lógicas a las iniciativas (primero se explica el problema, luego se escucha y debate, luego se propone la solución, luego se aprueba, implanta y evalúa, como Blanco hace con lo de los controladores); si sale del despacho, se quita la corbata y apela al esfuerzo compartido; si agita a los nuestros con iniciativas que nos pongan nerviosos y que muestren nuestra cara más antipática y conservadora; si transmite real y simbólicamente fuerza, unidad y defensa del ciudadano, que en crisis es lo único que importa; y si nosotros seguimos haciendo el ridículo con excesos como los de Aznar o Aguirre... si todo eso ocurre, esos índices de desconfianza hacia Zapatero pueden recomponerse y ellos pueden recuperarse. Roguemos a Dios -sin que se entere nadie- que todo eso no ocurra y te veamos pronto en La Moncloa.

Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública.