Menéndez Pelayo, historiador y académico

Por Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón (ABC, 03/11/06):

HOY hace 150 años que nació en Santander Marcelino Menéndez Pelayo. Son conocidas las versiones de su prodigiosa inteligencia y gran aplicación, por lo que obtuvo óptimas calificaciones en sus estudios de bachillerato. Su padre, conocedor de la vocación de su hijo, decidió que siguiese los estudios de licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona, por la amistad y el paisanaje castropolino que le unía al profesor José Ramón Luanco y Riego. Años después, Menéndez Pelayo recordaba la «vida espiritual propia», «aunque modesta», de la Universidad de Barcelona en aquellos años. Recibió allí las enseñanzas de Manuel Milá y Fontanals sobre la Cataluña y la Provenza medievales y la épica castellana. También aprendió de él a valorar la verdadera erudición y a rechazar la confusa y baldía. De sus años en Barcelona, guardó el mejor recuerdo y el interés siempre vivo por la historia y la cultura catalanas. La reciprocidad de los hombres de letras catalanes en cuanto a valorar a Menéndez Pelayo quedó manifiesta en el sentimiento con que en Cataluña se lloró su muerte.

Menéndez Pelayo estableció relación académica con Gumersindo Laverde, «asturiano de las dos Asturias, la de Santillana y la de Covadonga». Quizá el origen de La Ciencia española esté en los Ensayos críticos sobre filosofía, literatura e instrucción pública españolas de Laverde, obra publicada en 1868. El origen de la Historia de los heterodoxos también pudo deberse a alguna indicación de Laverde, y que se dedicara a la historia de la filosofía. Menéndez Pelayo estaba convencido de que no se podía entender bien la historia de la literatura sin estudiar las obras de los filósofos.

El libro La Ciencia española fue recibido con especial agrado por Laverde. Don Juan Valera reconoció que el casi sobrenatural esfuerzo de Menéndez Pelayo había tenido como consecuencia mostrar el vigor del pensamiento español y su significado en la ciencia mundial.

Los tomos I y II de la Historia de los heterodoxos españoles aparecieron en el año 1880. El tomo III se publicó en 1882. Esta obra quizá sea la que más nombre dio a Menéndez Pelayo, por la erudición con que está escrita, por el espíritu combativo que la anima y porque refleja el pensamiento del autor en los años de juventud en que la escribió. El plan de la obra quizá lo formase a los veinte años, cuando escribió las cartas incluidas en el libro La Ciencia española, y tal vez sea también de entonces el proyecto de escribir los tomos que forman Historia de las ideas estéticas en España. En 1932, Blanca de los Ríos aludió al «ímpetu luchador» y a «la impulsiva espontaneidad» de las páginas de la Historia de los heterodoxos, obra que calificó de ser la más sugerente de cuantas había escrito Menéndez Pelayo, por la inmensa erudición «bebida en las fuentes» y por revelar el «entonces casi inexplorado mundo de las herejías y de las supersticiones en España».

Los juicios favorables y los adversos sobre la Historia de los heterodoxos tuvieron y tienen su origen en las afinidades y en los rechazos ideológicos que suscitó siempre su autor. Blanca de los Ríos señaló, con excesivo optimismo, que la Historia de los heterodoxos tenía «el alto valor patriótico de haber hecho saltar en mil añicos el mentiroso espantajo de la leyenda negra», ya que esa leyenda siguió y sigue vigente en nuestros días. Es cierto que, como reconoció don Juan Valera, Menéndez Pelayo probó que la intolerancia o el fanatismo jamás habían ahogado en España el libre pensamiento, pues en la obra se demostraba que había habido tantos pensadores ortodoxos como heterodoxos, y que no se había sofocado el pensamiento filosófico por falta de libertad, ni destruido las civilizaciones hispano-semítica y arábiga.

Entre 1876 y 1883, mientras investigaba en los fondos bibliográficos pertinentes para escribir la Historia de los heterodoxos, Menéndez Pelayo trazó el plan de la Historia de las ideas estéticas en España, obra que comenzó a publicar en 1883, para ofrecer al público el tomo quinto y último en 1891. Según el plan originario, habría de tratar de la historia de la poética y de la retórica en España. Cuando trabajaba en ella, Menéndez Pelayo aprovechó la información recogida en las bibliotecas extranjeras y escribió una historia de las ideas estéticas en Europa. Así, pudo situar a España entre las naciones más cultas del continente, al mostrar lo esencial de la historia común en las concepciones artísticas y al comparar literatura y estética en los dos ámbitos, hispano y transpirenaico.

Después de publicar los tomos de la Historia de las ideas estéticas, aparecieron los de la Antología de poetas líricos castellanos, desde la formación del idioma hasta nuestros días. En esta obra, se incluyen textos que permiten valorar las distintas creaciones literarias. Los trece tomos se publicaron entre 1890 y 1908. En ellos, estudió la poesía castellana, la portuguesa y la catalana durante la Edad Media. También trató de la lírica latina-clásica, de la latino-cristiana, de la árabe y de la hebrea.

No se concibe hoy cómo Menéndez Pelayo, con los medios de entonces, pudo desempeñar los cargos para los que fue nombrado o elegido y escribir las miles de páginas que forman su obra: fue académico de las Reales Academias Española, de la Historia, de Ciencias Morales y Políticas y de Bellas Artes de San Fernando, director de la Biblioteca Nacional (1893), bibliotecario de la Real Academia de la Historia, elegido en 1889, y director desde el 17 de diciembre de 1909 hasta su muerte el 19 de mayo de 1912. Los nombramientos fueron acompañados de compromisos editoriales: en el año 1889, recibió el encargo de la Real Academia Española de dirigir la edición de las obras de Lope de Vega y en 1893 el de preparar la Antología de poetas hispanoamericanos. Los resultados de estos encargos fueron los volúmenes del Teatro de Lope de Vega, publicados a partir de 1890, con estudios introductorios, y en los que se incluyen unas doscientas comedias y cincuenta autos sacramentales, y los cuatro volúmenes de la Antología de poetas hispanoamericanos, con las antologías y los estudios preliminares correspondientes.

Eugenio d´Ors, al referirse a la erudición de Menéndez Pelayo en el conjunto de sus obras, hizo ver que hasta «los pecados y las deficiencias» de don Marcelino, eran deficiencias y pecados «por exceso de continuidad, por fluencia de torrente», que le ensanchaba «el campo de tantas empresas suyas a medida que en ellas avanzaba», sin llegar a concluirlas jamás, pues lo que pensaba como simple prólogo lo ampliaba con los resultados de indagaciones hasta convertirlo en obra voluminosa.
Recordar a don Marcelino Menéndez Pelayo en la España de hoy, con el ciclo de conferencias que ha organizado la Real Academia de la Historia y con la exposición de pinturas, grabados, fotografías, libros y documentos que permitan rememorar al personaje y situarlo en la época que le tocó vivir, constituyen acciones de justicia. Son también acciones de patriotismo, al recordar a un sabio que dedicó toda su vida al estudio de la Historia de España en sus producciones literarias, científicas y filosóficas, desterrando errores y lugares comunes que, por desgracia para la convivencia en el presente, en vez de haberse superado se han hecho más graves en los últimos tiempos.