Por Raül Romeva, Eurodiputado de ICV y ponente del Parlamento Europeo sobre exportación de armas (EL PERIODICO, 15/03/05):
En junio de 1989, la Unión Europea impuso un embargo de armas sobre China como respuesta a la brutal represión que las autoridades de ese país ejercieron sobre las manifestaciones estudiantiles y sindicalistas en la plaza de Tiananmen. El embargo, acompañado por una suspensión de los contactos ministeriales y de alto nivel, y por una congelación de los proyectos de cooperación, tenía por objeto motivar un cambio positivo de las autoridades chinas en favor de un mayor respeto de los derechos humanos.
Desde hace ya algunos meses, dirigentes europeos, liderados por Chirac y Schröder, insisten en que el Consejo de la Unión Europea debería levantar dicho embargo. No obstante, un eventual levantamiento debe tener en cuenta las razones que lo motivaron y la evolución de los hechos en China en estos 15 años. En caso contrario, podría suponer un mensaje equivocado al Gobierno chino y a la sociedad internacional, y supondría, además, una pérdida irreparable de credibilidad por parte de la UE con relación a su pretensión de velar por el respeto de los derechos humanos en el mundo. En China existen en estos momentos tres grandes temas sobre los cuales quienes se manifiestan de forma crítica suelen ser víctimas de detenciones arbitrarias, tortura, exilio e, incluso, la muerte. Se trata de las tres T: Tiananmen, Tíbet y Taiwán. Con relación a los hechos de Tiananmen, cabe destacar el trabajo que están llevando a cabo organizaciones como Human Rights in China y Madres de Tiananmen, en favor de una clara y definitiva investigación sobre los hechos, así como de una compensación para las víctimas y de un castigo para los responsables.
LO QUE EUROPA debe hacer, por tanto, es apoyar el trabajo de las Madres de Tiananmen en sus peticiones, y presionar al Gobierno chino para que libere definitivamente a las posiblemente más de 250 personas que siguen en prisión desde 1989, especialmente aquellas que fueron acusadas de contrarrevolucionarias (delito abolido en 1997). Con relación al Tíbet, la constante vulneración de los derechos más fundamentales de asociación, expresión o práctica religiosa, entre otros, así como la creciente militarización de ese territorio, que de hecho es un país ocupado, muestran claramente la poca voluntad de las autoridades chinas para avanzar hacia una solución negociada y dialogada. También aquí la UE tiene una clara responsabilidad, así como la posibilidad de presionar a China en favor de dicha solución, máxime cuando el mismo Dalai-lama ha aceptado excluir la independencia de sus exigencias y se conformaría con una verdadera y efectiva autonomía basada en la desmilitarización.
Finalmente, con relación a Taiwán, parece claro que la aprobación de ley antisecesión, que abre la posibilidad de acciones militares en caso que Taiwán decida independizarse, supone un claro aviso del fin último que pueden tener las armas europeas, y de la posibilidad de que un eventual levantamiento del embargo conlleve una escalada de la carrera armamentista en la región. Por otro lado, hay que recordar que el Parlamento Europeo aprobó en noviembre de 2004 un informe, del cual fui ponente, en el que se pedía explícitamente al Consejo y a los estados miembros "que mantengan el embargo de la UE sobre el comercio de armas con la República Popular China y que no suavicen las limitaciones nacionales vigentes en relación con estas ventas de armas. El Parlamento Europeo entiende que este embargo debe mantenerse hasta que la UE no haya adoptado un Código de Conducta jurídicamente vinculante sobre exportación de armas y la República Popular China no haya aprobado medidas concretas para mejorar la situación de los derechos humanos en este país, entre otras, la ratificación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas y el pleno respeto de los derechos de las minorías". Hasta hoy ninguna de la tres condiciones se ha cumplido: ni existe un código de conducta vinculante ni se ha demostrado una mejora clara en relación a la situación de los derechos humanos. Y tampoco China ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
POR TODO ello, si finalmente se confirman los crecientes rumores sobre la intención del Consejo de levantar el embargo de armas a China, el mensaje que estaremos mandando a las autoridades de ese país y al resto del mundo es que la UE no está tan preocupada por los derechos humanos en el mundo como pretende, al tiempo que pondrá de manifiesto la existencia de una clara contradicción por parte de quienes votan en un sentido en el Parlamento Europeo (la resolución mencionada fue aprobada unánimemente por los principales grupos, socialistas y populares incluidos) y actúan después en sentido contrario desde los gobiernos en los que se encuentran.