Merkel, lo mejor para Europa

Las elecciones que se celebrarán el próximo domingo en Alemania son de ámbito nacional. Sin embargo, lo que está en juego no sólo es el futuro de mi país sino sobre todo, el porvenir de Europa. Alemania es un país fuerte y exitoso. Hemos logrado salir reforzados de la crisis económica y financiera global: tenemos menos desempleados que hace cuatro años y más asalariados que nunca.

No obstante, somos conscientes de que a los alemanes sólo nos puede ir bien si Europa está bien. Por lo tanto, se encuentra en nuestro propio interés pensar y actuar de manera europea, así como apoyar a otros países en Europa cuando ello sea necesario. El Gobierno federal, bajo el liderazgo de Angela Merkel, defiende en la Unión Europea la reducción del déficit, las reformas estructurales, así como el estímulo del crecimiento a través de las inversiones. Es preciso que todos hagamos un esfuerzo por ello. También España sigue enfrentándose a grandes retos. El Gobierno de Mariano Rajoy ha dado pasos importantes para ordenar las cuentas del Estado y llevar a cabo reformas económicas. Ese es el camino correcto.

Con Merkel como canciller, el rumbo proeuropeo de Alemania continuará también en el futuro. La CDU es, y seguirá siendo, el partido europeo en Alemania. Entendemos la Unión Europea como una comunidad de valores, como una familia que se apoya mutuamente. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, gracias en particular a la determinación de los cancilleres Konrad Adenauer, Helmut Kohl y ahora Angela Merkel, la CDU nunca dejó de trabajar en favor del acercamiento entre los pueblos de nuestro continente para que la Unión Europea se convirtiera en una auténtica comunidad de valores, basada en la dignidad del hombre, la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y la paz. La solidaridad y la subsidiariedad son los grandes principios sobre los cuales esta comunidad se asienta y que enlazan a los europeos. Si bien cada Estado miembro es responsable de sí mismo, dichos principios constituyen la base del funcionamiento del proyecto europeo. Representan también una baza valiosa de cara al futuro ya que los europeos sólo podrán salir airosos de una situación delicada, en un mundo globalizado y multipolar, si defienden juntos sus valores e intereses.

La crisis que azota actualmente la zona euro no debe ocultar el hecho de que el mundo continúa cambiando, de que están emergiendo nuevas potencias económicas y políticas, en Asia en particular, con una población joven que crece rápidamente mientras que la europea disminuye y envejece.

Es precisamente para responder a estos desafíos, y para seguir garantizando a los europeos estabilidad, crecimiento y seguridad en el continente, que es primordial que la Unión Europea se refuerce en los siguientes meses y años venideros.

Hay que dar la prioridad a aquellas medidas enfocadas a una salida de la crisis eficaz y duradera, profundizando en el trabajo realizado desde 2008 a nivel de los Estados miembros y a escala europea incluso si, en un principio, ciertas medidas son desgraciadamente dolorosas para los países afectados. La reducción de las deudas y de los déficits públicos, así como una mayor coordinación de las políticas presupuestarias nacionales, constituyen un objetivo esencial, imprescindible para estabilizar la zona euro y transmitir nuevamente confianza a los ciudadanos, a los inversores y también a los mercados.

Asimismo, es vital que los Estados miembros prosigan con sus reformas estructurales para reforzar su competitividad, poder retomar así la senda del crecimiento y consolidar de esta manera la moneda única. Es también la respuesta más eficaz a largo plazo al problema del paro, en particular de los jóvenes, que alcanza unas proporciones alarmantes y totalmente inaceptables en muchos países de la Unión Europea. Por otra parte, tanto en las capitales europeas como en las instituciones de la UE, es importante que todos los que contribuyen diariamente a vencer la crisis acaten las políticas y los acuerdos suscritos a nivel europeo y velen por su aplicación en un espíritu de equipo y de forma coordinada. Si no fuera así, se pondría en peligro la credibilidad del proyecto europeo en su conjunto y de la unión económica y monetaria, con su moneda única en particular.

Como expresidente del Parlamento Europeo y único diputado en ocupar un escaño en esta Asamblea desde 1979, estoy convencido de que para preparar el futuro, más allá de una política económica y financiera mejor coordinada y eficaz, es esencial que la Unión Europea se plantee nuevos objetivos. En primer lugar, habría que profundizar en la política exterior, de seguridad y de defensa común que pretende reforzar el papel de la UE en la gestión de crisis militares y civiles fuera de sus fronteras. Los europeos deberían ser ambiciosos en este área clave a escala internacional, en particular en el contexto de una situación extremadamente inestable en Oriente Próximo y en África del Norte. El Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno se dedicará a este tema en el próximo mes de diciembre. Esperemos que genere una nueva dinámica en este campo.

Los democristianos alemanes son perfectamente conscientes del hecho de que su país le debe mucho al proceso de integración europea. Conocen las ventajas que representa, para Alemania, ser partícipe de una comunidad de valores y de derecho única en el mundo, que reúne a más de 500 millones de personas en los ya 28 países miembros, y que concurre, desde su creación, a la estabilidad económica y a la prosperidad del continente.

Los democristianos saben también que cuando los países europeos hablan al unísono, más se les oye en la escena internacional. Por lo tanto, no desean una Europa alemana sino una Alemania europea, que asume sus responsabilidades como primera potencia económica de la UE, y que trabaja con sus socios para consolidar el proceso europeo.

Con un tercer mandato de Angela Merkel como canciller federal, Alemania podrá trabajar siguiendo estos principios para vencer la crisis económica y financiera que lleva ya cinco años afectando a Europa, y para preparar el continente de cara a los grandes desafíos geopolíticos, económicos y culturales del presente siglo.

Para llevar a cabo este proyecto, la canciller, y con ella su partido, la CDU, necesitan el apoyo de sus socios, en Alemania pero también en España y en toda Europa.

Hans-Gert Pöttering es director de la Fundación Konrad Adenauer, ex presidente del Parlamento Europeo y eurodiputado por la CDU desde 1979.

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