México defiende a los migrantes. La nueva política de EE.UU. debe respetar sus derechos

Migrantes en la frontera en Tijuana (Moises Castillo/AP)
Migrantes en la frontera en Tijuana (Moises Castillo/AP)

En línea con la solidaridad que caracteriza nuestra política exterior, México está adoptando un nuevo paradigma migratorio. Este nuevo marco se basa en una visión integral para entender la migración, y todas sus repercusiones, desde sus causas fundamentales. Estamos convencidos de que tratar de detener el flujo de migrantes sin abordar los factores que obligan a las personas a huir de sus países es insuficiente.

Como lo expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su carta al presidente Donald Trump, un plan para impulsar el desarrollo en Guatemala, El Salvador y Honduras que genere empleo y, como consecuencia, reduzca los índices de criminalidad, representa una alternativa más efectiva que simplemente enfocarse en contener la salida de inmigrantes.

El Plan de Desarrollo Integral acordado entre Guatemala, El Salvador, Honduras y México está diseñado para aumentar la inversión, mejorar la gobernabilidad, reducir la violencia y fomentar el crecimiento económico. Nuestros gobiernos deben implementar adecuadamente varias políticas para cumplir con este ambicioso conjunto de objetivos. La experiencia técnica y el apoyo financiero de los Estados Unidos representan aportes significativos para su éxito y deben ser reconocidos.

El nuevo plan migratorio de nuestra administración es un cambio importante respecto al de nuestros predecesores. México es el primer país en ajustar su política migratoria según lo recomendado por el nuevo Pacto Mundial de las Naciones Unidas para una Migración Segura, Ordenada y Regular. De conformidad con este acuerdo internacional adoptado por más de 160 países, la posición de México ya no será de disuasión y bloqueo de la migración. Como una decisión soberana para defender los derechos de los migrantes en nuestro país, el Instituto Nacional de Migración de México ha proporcionado registros de visitas por razones humanitarias a los migrantes que, de lo contrario, habrían ingresado al país de manera irregular. A la luz de nuestras responsabilidades regionales y nuestro compromiso con los derechos humanos, los migrantes podrán trabajar y, como consecuencia, se beneficiarán del acceso a la salud, la educación y otros programas sociales.

Sin embargo, nuestro nuevo plan migratorio difiere, en algunos aspectos, con el anuncio de las autoridades estadounidenses de que algunos migrantes que buscan asilo en los Estados Unidos, y que ingresaron a ese país desde nuestra frontera compartida, podrían ser devueltos a México para esperar sus procedimientos de inmigración.

De acuerdo con nuestra nueva política migratoria, una que pone los derechos humanos en su centro, México acogerá temporalmente a algunos migrantes que buscan asilo en los Estados Unidos. Pero en el interés de proteger a los migrantes vulnerables, los niños no acompañados y aquellos en malas condiciones de salud no serán aceptados en nuestro territorio desde los Estados Unidos.

México reafirma su adhesión al principio supremo de no devolución. Según lo establecido por la ley internacional, ningún gobierno debe devolver a un solicitante de asilo a territorios donde su vida se vería amenazada por su raza, religión, nacionalidad o pertenencia a un grupo social en particular. Por lo tanto, México espera que los solicitantes de asilo con temor creíble de tales amenazas no sean enviados a nuestro país.

Por supuesto, el reto operativo de recibir solicitantes de asilo de los Estados Unidos abre la puerta a nuevas complicaciones potenciales. México continuará planteando estas preocupaciones a los Estados Unidos, para así gestionar adecuadamente la situación, al tiempo que garantiza el funcionamiento ordenado de nuestra frontera. Hay varias preguntas de nivel técnico: los puertos de entrada específicos donde se aplicaría esta medida, el cronograma del proceso, entre otros, que nuestros dos gobiernos deben abordar para garantizar una implementación adecuada de esta política unilateral.

En el futuro, México seguirá invirtiendo en políticas de desarrollo para reducir la violencia y la pobreza en nuestro país y Centroamérica, de modo que la migración ya no sea una necesidad sino una opción. En este sentido, la posibilidad de cooperar con la Unión Europea, Canadá y Japón para reforzar nuestro Plan de Desarrollo Integral es un signo de nuestra disposición a expandir las alianzas para el desarrollo a escala global.

México continuará enfatizando la protección de los derechos humanos en nuestra nueva política migratoria. Nuestra postura integral implica no solo la defensa de los derechos, sino también la expansión de oportunidades. Ese es el camino que México seguirá en los próximos años.

Roberto Velasco Álvarez es el portavoz de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

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