Migraciones y desarrollo humano

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha presentado recientement el Informe de Desarrollo Humano 2009 que, además de contener el tan conocido listado de países en relación a su Índice, presenta un amplio trabajo sobre movilidad y desarrollo, bajo el rotundo título de 'Superando barreras'. Como sucede cada año tras la presentación de este Informe, los medios de comunicación y la opinión pública fijaron su interés en la clasificación de los países y quedó quizá en un segundo plano la amplia e interesante información que nos facilita en torno al tema que ha sido destacado en esta ocasión: las migraciones.

La selección del propio tema es ya motivo de análisis: la libertad cultural o el impacto del calentamiento global en el desarrollo son algunos de los aspectos trabajados en los informes de años anteriores, que nos ayudaron a ir ahondando en la concepción de desarrollo humano y a comprender mejor el mosaico de situaciones que influyen en ese camino de la concreción de libertades y capacidades. En 2009 se ha optado por las migraciones o, más concretamente, por la movilidad humana que, como el propio documento nos recuerda, es la capacidad de cada persona, familia o grupo de escoger su propio lugar de residencia, más allá de que esa capacidad culmine o no en el acto en sí, que sería el desplazamiento o migración.

El Informe destaca, con datos obtenidos en consultas a 300 expertos independientes, el importante papel que las migraciones tienen en el desarrollo, no sólo de las personas que migran, sino también de aquéllas que quedan en origen o que forman parte de las comunidades de llegada; y se posiciona además desde el propio título cuando nos menciona las «barreras» y más aún cuando le anticipa la palabra «superar». El texto no pretende presentar las migraciones como posible sustitución a las estrategias de desarrollo nacional; de hecho, afirma rotundamente que «la movilidad humana no es una panacea» y sin lugar a dudas las políticas con vistas a mejorar la situación de los migrantes jamás pueden ser un sustituto ni la acción central de las estrategias nacionales de desarrollo, que deberían crear las condiciones para que la gente tenga las oportunidades para desarrollarse plenamente en su propio hogar.

El Informe se lanza a proponer un paquete esencial de reformas, afirmando que para implementar determinados cambios se precisa de una «visión audaz» y de un «liderazgo inteligente» por parte de los gobiernos, que permita poner en marcha medidas que sean consecuentes con los derechos de los migrantes -las personas inmigrantes suelen recibir con frecuencia un trato que viola sus derechos humanos básicos- y que a su vez sea coherente con las demandas de la sociedad de acogida, que a menudo ve con incertidumbre y miedo la llegada de nuevos habitantes.

Estas medidas, dirigidas tanto a gobiernos de destino como de origen, son más bien genéricas y de orden universal e intentan responder, no tanto a las particularidades de cada país, sino a las tendencias globales detectadas en su investigación. Se enfocan en seis pilares, entre los que podemos destacar la necesidad de simplificar los canales oficiales de entrada, sin abogar tampoco, según el Informe, por la liberalización absoluta de la movilidad humana, pero sí expresando la necesidad de facilitar la entrada, idea que ligan, a su vez, con la solicitud de reducir los costes de transacción y las trabas burocráticas -no olvidemos que en uno de cada 10 países conseguir incluso el pasaporte puede ser prohibitivo, ya que su coste es superior al 10% del ingreso per cápita-. El Informe señala también la necesidad de facilitar la migración interna, porque si bien es un derecho reconocido en la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, en más de un tercio de los Estados se restringe el derecho a desplazarse libremente dentro del propio país, o a entrar y salir de él.

Pero sobre todo, y por encima de lo expuesto hasta ahora, el Informe quiere poner en tela de juicio los estereotipos negativos en torno a las personas migrantes y es que, a pesar de que los datos deficientes de los que disponemos a nivel mundial sobre las migraciones imposibilitan tener un conocimiento pormenorizado de los perfiles de los migrantes, la realidad de la movilidad humana está lejos de las ideas que la población en general tenemos sobre quiénes son las personas que migran o los motivos que les impulsan a abandonar su lugar de origen.

Si bien los datos suelen ser tachados de fríos, en este caso nos arrojan luz sobre varias creencias arraigadas en nuestro entorno: la mayor parte del desplazamiento humano no se produce de los países en desarrollo a los países desarrollados. Frente a los debates que inundan los medios de comunicación sobre la presencia de inmigrantes de países del Sur en Europa o América del Norte, el Informe nos recuerda que la amplia mayoría de migrantes del mundo en realidad se mantienen dentro de las propias fronteras de sus países: actualmente existen 740 millones de migrantes internos, que son casi 4 veces más que los migrantes internacionales, esto es, que aquéllos que atraviesan fronteras. Pero incluso dentro de estos últimos, apenas un tercio de los mismos va de un país en desarrollo a un país desarrollado. La gran mayoría de los migrantes a escala mundial se desplaza a otra región dentro de su mismo Estado y los que emigran a otro país tienden a trasladarse a lugares con un desarrollo humano mayor, pero que siguen formando parte del conjunto de Estados identificados como países en desarrollo. Para ilustrar esta realidad, podemos señalar por ejemplo que menos del 1% de la población africana reside actualmente en Europa. Otro dato que nos puede orientar es que, pese a la extendida creencia de que el proceso globalizador ha multiplicado los movimientos transfronterizos, el porcentaje de migrantes internacionales se ha mantenido estable en los últimos 50 años.

Queremos señalar también la consulta que contiene el Informe sobre la percepción de comunidades pobres ante la migración. Se muestra contundente cuando señala que «la pobreza es una restricción para la emigración», afirmación respaldada por las evaluaciones participativas que aportan el punto de vista de las personas pobres, para las que la migración interna temporal sería la única opción dentro de la movilidad humana y que ven la migración internacional como algo para las personas mejor posicionadas en la sociedad, dato que nos tendría que ayudar a replantearnos la difundida idea de que son las personas con situaciones socio-económicas más humildes las que emprenden el camino de la emigración.

Son numerosos los enfoques o debates que pueden generarse a raíz de esta publicación; es más, el propio documento anima a ello. Una cosa queda clara tras su lectura: en cuestiones de movilidad humana resta aún un largo camino por recorrer, tanto en investigación como en garantía de derechos básicos o en sensibilización, y no deberíamos eludir la crítica de que «la migración merece más atención por parte de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil» que nos lanza el Informe de Desarrollo Humano 2009. En enero comenzará la presidencia española de la Unión Europea, está aún pendiente la entrada en vigor de la Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y sus familiares, y junto a esas, tendremos numerosas instancias que tanto los gobiernos como la propia sociedad civil, incluyéndonos a las personas que conformamos UNESCO Etxea, podremos aprovechar para apoyar este proceso hacia una mejor comprensión de la movilidad humana, porque quizá, como pronostica este Informe, sea ahora el momento adecuado.

Maider Koro Maraña, responsable de Cultura y Desarrollo Humano UNESCO ETXEA-CENTRO UNESCO DEL PAÍS VASCO.