Mónica, al montadito invito yo

Mónica García se ha ido al 100 Montaditos a tomar un café con leche y hacerse una foto para pedir perdón por decir que su modelo de negocio es lo que Isabel Díaz Ayuso quiere imponer en Madrid.

Mal horario escogió la candidata de Más Madrid a la Asamblea regional. Porque, sin desmerecer el cafelito, si hubiera ido por la tarde hubiera disfrutado de lo mejor de la carta: el montadito de salmón ahumado con queso untado por poco más de euro.

Una tarde en uno de esos locales le hubiera servido para comprobar que 100 Montaditos ha logrado unir en sus locales a los pijos de Ponzano y a los trabajadores de Vallecas. Sin distinción. El suyo es un modelo de negocio probado, que funciona, que crea empleo y emprendimiento (gracias a sus franquicias), que empieza a convertirse en referencia de la restauración patria más allá de nuestras fronteras, y que tiene una oferta de bajo coste y buena calidad para el consumidor.

Es, precisamente, esa parte low cost la que lleva a García a decir que Ayuso quiere el modelo del “100 Montaditos de Europa” para Madrid. Porque a la izquierda le ha entrado en los últimos tiempos la tirria con el turismo de bajo coste. Parece haberse dado cuenta de algo que ya se sabía, que el turista que viene a España no viene exclusivamente a visitar El Prado, La Sagrada Familia o el Teide.

Los extranjeros que nos visitan vienen también por el sol, la playa, el terraceo y la fiesta. Vamos, nada que no hagamos nosotros cuando viajamos a otros países.

Las escenas de turistas borrachos por las calles de Madrid ya existían antes de la pandemia. Pero ahora se hacen más visibles ante la ausencia de otros visitantes foráneos y nacionales que tapen sus vergüenzas.

Es cierto que ese comportamiento, en tiempos de pandemia, es reprochable y merece ser sancionado. También lo es el de nuestros jóvenes patrios enganchados a una botella en el parque. O el de aquellos que organizan macrofiestas en pisos, pese a estar prohibidas. Ahí tendrá que ser la Justicia la que actúe, porque la normativa es bastante clara.

El problema de García, y de la izquierda, es meramente electoral.

Los turistas que llegan a la capital se dejan 222 euros al día de media. Una cantidad muy alejada de los 72 euros que se dejan en Valencia o de los 85 euros de Andalucía.

Madrid es la única autonomía que ha logrado incrementar la cantidad que se gastan los visitantes en plena pandemia. También ha conseguido que se queden un día más respecto al año pasado.

La labor de Ayuso al frente de la Comunidad durante la pandemia podrá ser cuestionable. Se podrá poner en duda si su modelo es, sanitariamente, el mejor o no. Pero parece obvio que económicamente sí es rentable. No sólo los turistas gastan más en Madrid que el año pasado, sino que, durante el último trimestre de 2020, el sector de los servicios de distribución y hostelería ha crecido en la región un 11,2% y tirado del carro de la economía.

El motor económico que supone el turismo para Madrid y otras autonomías es innegable. No se puede desperdiciar la oportunidad de aprovecharse de ello. Incluso sin llegar a convertirnos en la Florida de Europa.

Pero sí conviene asumir que España tiene unas cualidades innatas para aprovechar el filón de los turistas. Si no lo hacemos, otros lo harán por nosotros, y luego nos arrepentiremos.

Cargar las tintas contra la gallina de los huevos de oro no parece la mejor solución en tiempos de crisis. El turismo representa el 12% del PIB de nuestro país y no hay un modelo alternativo en este momento que pueda reemplazarlo a corto plazo.

Otra cosa es que podamos plantear la necesidad de mejorar la calidad de nuestros turistas. Depender menos de la playa y que se distribuya mejor con el interior. Ahora, con los fondos europeos, tenemos una oportunidad.

¿La dejaremos pasar? En manos de nuestros políticos está. Si por García y la izquierda fuera, el turismo estaría ya erradicado. Al menos, el de bajo coste, dejando así el turismo para las clases más elevadas. Todo coherencia con el discurso político.

Así que Mónica, al montadito invito yo.

Arturo Criado es periodista.

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