Mujer excepcional, pionera de la Biología Molecular en España

Nos ha dejado Margarita Salas, de quien podemos decir que fue la madre de la biología molecular en España. Gran científica, gran mujer, gran amiga y gran ejemplo, ha estado hasta los 80 años con la bata puesta, haciendo ciencia, en el laboratorio al que seguía acudiendo diariamente. Su trayectoria ejemplar trasciende cualquier disciplina y supone un legado para cualquier científico, para cualquier persona, en todos los ámbitos de la vida. Por su inteligencia y sabiduría, por su perseverancia y espíritu de trabajo, por ser una gran persona y mujer.

Como muchos de nuestros científicos, Estados Unidos fue su cuna. Allí comenzó una trayectoria profesional llena de méritos y dificultades, junto a uno de los grandes referentes de la ciencia española, el mismísimo Severo Ochoa. El segundo premio Nobel de nuestra ciencia y el último, hasta la fecha.

No solo nos acercó un poco más al conocimiento del ADN, sino que con su virus phi29 creó una tecnología que revolucionaría por completo la biología molecular. Su constancia y trabajo le llevaron a percatarse de que las réplicas del ADN de este virus tenían cualidades idóneas para multiplicar el material genético. Un avance que tendría aplicación en todos los ámbitos de la vida.

Y es que su contribución va un paso más allá, porque este avance se lo entregó a la ciencia para el beneficio de la sociedad. Su patente pasó a manos del CSIC como muestra de apoyo a la investigación nacional. Su amor por la ciencia le llevó a predicar con el ejemplo y hoy son muchos los que tuvieron el honor de aprender de una mujer como Margarita. Una mujer que llevó la ciencia por bandera contra todo pronóstico. Se hizo un hueco en un mundo de hombres y defendió su posición con sus mejores cartas: su inteligencia, dedicación y pasión por la ciencia.

Fue la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y, recientemente, se había convertido en la primera española en lograr el Premio al Inventor Europeo. La pasión por esta disciplina le otorgó innumerables reconocimientos a nivel mundial y, como no podía ser de otra forma, la acompañó hasta el final de sus días. Aprendió como discípula y nos abandona como maestra, pero su conocimiento nos acompañará y guiará en los avances que están por venir.

Juan Luis Arsuaga es presidente de la Fundación Gadea por la Ciencia.

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