Mujeres que diseñan el futuro

Katharine Burr Blodgett, fotografiado en 1938, cuando trabajaba en los laboratorios de General Electric. Smithsonian Institution Archives
Katharine Burr Blodgett, fotografiado en 1938, cuando trabajaba en los laboratorios de General Electric. Smithsonian Institution Archives

La ciencia de materiales es una disciplina apasionante y también una gran desconocida. Y eso es así porque como enseñanza académica existe desde hace relativamente poco tiempo. Sin embargo, lo que hacemos los investigadores e investigadoras que trabajamos en este campo es una labor antigua que se encuentra profundamente ligada a la evolución de nuestra propia civilización. No en vano, han sido los materiales que hemos utilizado los seres humanos, al principio tal y como los proporcionaba la naturaleza y más adelante mezclándolos y empleando nuevas técnicas de procesamiento, los que han logrado en gran medida el avance de nuestra cultura y los que la han definido. Y ahí están, para demostrarlo, los nombres que los prehistoriadores le han puesto a las primeras etapas de nuestro desarrollo cultural: Edad de Piedra, del Hierro, del Bronce...

En la actualidad, personas dedicadas a la física, la química, las matemáticas o la ingeniería trabajamos conjuntamente para diseñar los materiales del futuro (metales, cerámicas, polímeros e híbridos de los anteriores), que deben responder a necesidades cada vez más exigentes para facilitar nuevos avances en biomedicina, energía, producción industrial y sostenibilidad. A pesar de considerarse tradicionalmente una disciplina limitada al estereotipo de género masculino, la ciencia de materiales se nutre cada vez más de mujeres. Según datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución pública que agrupa el mayor número de investigadores en España, el porcentaje de científicas dentro del área de nuevos materiales ascendía casi al 40% en 2018, un 7% más que en 2005.

A lo largo de la historia ha habido científicas que han hecho aportaciones clave en este ámbito. Conocerlas, saber lo que hicieron y cómo lo hicieron es una de las estrategias para atraer a más mujeres a nuestro campo. Katharine Burr Blodgett, que nació en Nueva York en 1898, fue una de ellas. Su padre, asesinado por un ladrón un mes antes de que ella naciera, había sido abogado de patentes de la General Electric. Katharine estuvo desde muy pequeña interesada por la ciencia, le gustaban las matemáticas y la física y decidió a una edad muy temprana dedicarse a la investigación. Como tema de tesis, a los 19 años y en plena Primera Guerra Mundial, eligió La estructura química de las máscaras de gas, y así comenzó a adentrarse en el mundo de los materiales. Se convirtió en la primera mujer doctorada en física por la Universidad de Cambridge (1926) y a lo largo de su carrera obtuvo varias patentes, pero por lo que es más conocida es por haber ideado el cristal no reflectante. Su invento se utiliza ahora en telescopios, cámaras, parabrisas, pantallas de televisión y ordenadores.

Ruth Rogan Benerito (1916-2013), química estadounidense, descubrió cómo tratar el algodón para que las telas que se obtenían con él no se arrugaran o se arrugaran mucho menos, repelieran las manchas y fueran resistentes al fuego. Pero quizá entre todas las mujeres que han desarrollado nuevos materiales la más conocida sea Stephanie Kwolek (1923-2014), la inventora del kevlar. Esta fibra es ligera, pero de excepcional resistencia; con ella se hacen neumáticos anti pinchazos, cables submarinos, velas de embarcaciones y chalecos antibalas. En el año 1965 Stephanie lideraba el equipo de I+D en la empresa Dupont encargado de encontrar fibras más ligeras y resistentes que el nailon. Hasta entonces las soluciones transparentes eran las que se utilizaban para fabricar fibras sintéticas y el resto se consideraban defectuosas y se descartaban como residuos. Ella se aventuró a probar algo nuevo. Decidió hilar uno de los productos que se estaban eliminando, una solución irisada y de aspecto lechoso, y lo que obtuvo pasó a formar parte de la historia: un material que no se rompía como ocurría con el nailon y que era cinco veces más fuerte que el acero; había inventado el kevlar. A lo largo de su carrera obtuvo muchos logros, entre ellos 17 patentes. Fue mentora de numerosas investigadoras, a las que animaba a no tener miedo a pensar de forma diferente y a aspirar a lo más alto. En sus propias palabras, “No puedo imaginar un orgullo más grande que el de haber inventado algo”.

Estas tres pioneras representan una pequeña muestra de algunas de las mujeres científicas que han desarrollado nuevos materiales con aplicaciones increíbles. Sin embargo, la historia no termina en este punto. Ahora mismo, en centros de investigación, universidades y laboratorios de todo el mundo, utilizando microscopios electrónicos e impresoras 3D, haciendo cálculos matemáticos, midiendo propiedades o imaginando nuevos materiales para dispositivos aún inexistentes que cubran las nuevas necesidades de nuestra sociedad, hay muchas mujeres diseñando el futuro.

Andrea García-Junceda es investigadora en el Instituto IMDEA Materiales

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