Navarros y españoles

En los últimos meses se viene hablando del peligro que supone el nacionalismo catalán para la unidad y la convivencia en nuestro país. En Navarra conocemos bien la realidad de otro nacionalismo, el vasco. Precisamente, el partido que presido, Unión del Pueblo Navarro, nació hace 39 años como respuesta al nacionalismo vasco y a su pretensión de anexionar Navarra a Euskadi y para defender nuestro régimen foral y la pertenencia de Navarra a España.

Fue en 1978 cuando los españoles nos dotamos de nuestra Carta Magna, la Constitución Española que, sin duda alguna, ha traído prosperidad y desarrollo a nuestro país. Pero donde, a nuestro juicio, se hizo una concesión innecesaria e injusta para con Navarra al nacionalismo vasco: la Disposición Transitoria Cuarta, que permite que Navarra se incorpore a la Comunidad Autónoma Vasca. Un mecanismo excepcional que no se contempla para otros territorios y que, si bien nunca tuvo razón de ser, menos la tiene que a día de hoy siga estando en la Constitución. Navarra no es transitoria ni provisional; es una de las comunidades más históricas de España.

No creo que quien tomó la decisión de incorporar la transitoria cuarta a la Constitución fuera consciente del riesgo que suponía y sigue suponiendo para el conjunto de España. Porque Navarra es la perla que le falta al nacionalismo vasco para conformar esa supuesta nación que denominan Euskal Herria y declarar la independencia de España.

Esta afirmación, que algunos pueden tachar de exagerada, viene ratificada por la macabra historia de ETA. Una historia escrita con sangre y con profundo dolor, con el asesinato de casi mil inocentes y buscando que Navarra formara parte del País Vasco. ETA tuvo muy claro desde su fundación el valor estratégico de Navarra para conseguir su ansiada independencia de España. Era su primer objetivo. Siempre lo fue. De hecho, en todas las negociaciones de ETA con los diferentes gobiernos, Navarra siempre ha estado encima de la mesa. Y hoy sigue siendo objeto de deseo de los herederos de ETA y de formaciones como el PNV que lo reconoce sin ambages.

UPN es el principal partido en Navarra y aglutina a miles de ciudadanos que creen en una Navarra foral dentro de España y de Europa, frente al nacionalismo vasco rupturista y sectario que, lamentablemente, gobierna Navarra desde hace tres años bajo la presidencia de Uxue Barkos (PNV-Geroa Bai) y con el principal apoyo de EH Bildu (exBatasuna). Esta es una realidad que ha pasado desapercibida para muchos españoles: Uxue Barkos es hoy presidenta de Navarra gracias a los votos de EH Bildu y gobierna en total connivencia con dicha formación política que, no lo olvidemos, aún no ha condenado el terrorismo de ETA.

El nacionalismo vasco sabe que UPN es la única alternativa real para volver a liderar un gobierno sin presencia nacionalista en Navarra y que cuanto más fuerte sea UPN, más difícil será que Navarra sea la cuarta provincia vasca. Por eso nos intentan desprestigiar recurriendo a la mentira y a la difamación, y también por eso, UPN y su liderazgo entre las fuerzas constitucionalistas de Navarra siguen siendo necesarios.

Desde el punto de su definición ideológica, UPN es un partido regionalista. Eso quiere decir que el proyecto político de UPN nace en Navarra y toma sus decisiones en Navarra pensando en el bien común de los navarros, y también en el del conjunto de los españoles. UPN no es un partido nacionalista. Nuestra única nación se llama España y a ella queremos seguir perteneciendo por derecho propio y por convicción. Queremos mantener nuestro autogobierno para crecer y progresar dentro de España y para contribuir a enriquecerla, y nunca para romper con España como pretende el nacionalismo.

En estos momentos, el nacionalismo vasco no plantea la anexión de Navarra al País Vasco como paso previo a la separación de España porque sabe que los navarros, mayoritariamente, vamos a decir que no. La propia Uxue Barkos se definió a sí misma como «una presidenta abertzale en una comunidad que no lo es». Pero no renuncia a conseguirlo. Por eso, mientras Urkullu espera la cosecha, ella y sus socios siembran todos los días desde las principales instituciones navarras.

Por todo lo que acabo de explicar, calificar de «nacionalista» a Unión del Pueblo Navarro, como hizo José María Carrascal en estas páginas hace unos días, y afirmar que quienes fundaron el partido no debían saber que el nacionalismo es un tigre que devora a cuantos tiene alrededor es desconocer por completo la Historia y la realidad, no sólo de UPN, sino de Navarra y de España.

Pero hay una falsedad que todavía duele más, cuando dice que «UPN ha terminado preso del nacionalismo vasco, con todo lo que ello significa de pérdida de identidad y aceptación de la violencia como arma secesionista legítima para ellos». Esta falsedad duele. Y mucho. Sobre todo cuando nos acordamos de nuestros compañeros asesinados por ETA, Tomás Caballero y José Javier Múgica.

Lo lógico sería que el señor Carrascal pidiera disculpas a los más de 92.000 navarros que votaron a UPN en las últimas elecciones forales.

Javier Esparza, presidente de Unión del Pueblo Navarro.

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