Naves negras frente a Europa

Lo que se prometía como una trascendental cumbre para refundar la Unión Europea ha dado lugar, efectivamente, a una nueva Europa. Durante toda la semana pasada se dieron pasos en la dirección correcta -aunque como se está viendo ya estos días, insuficientes- para solucionar la crisis de deuda soberana que estamos padeciendo. Y los acuerdos adoptados por el Consejo van, fundamentalmente, en la dirección de garantizar el rigor presupuestario: regla de oro, refuerzos de las sanciones para quienes no cumplan con el requisito del tres por ciento de déficit público, el adelanto del Mecanismo de Estabilidad Financiera a 2012 y un naciente gobierno económico del euro. El Reino Unido se queda voluntariamente fuera de la nueva apuesta europea, un grave error del premier David Cameron.

La mayor economía del mundo hoy no es ni China ni EEUU -con sus 50 estados-, sino la Unión Europea, que, con 27 países miembros, tiene el mayor PIB del planeta. Pero «la situación en la zona euro tomó un serio giro negativo el pasado mes. La economía ha entrado en lo que consideramos una nueva recesión», aseguraba el Instituto Internacional de Finanzas en su reciente informe sobre perspectivas económicas mundiales para 2012. En esta coyuntura global, donde la Gran Recesión está lejos de terminar, se agudiza desde agosto la crisis de la deuda soberana en Europa.

El FMI, la OCDE y el Banco Mundial creen que volveremos a estar en una nueva fase recesiva. Otros autores hablan de crisis en forma de L. Nosotros empezamos a creer en una recesión en W, sin saber exactamente dónde se encontrará el segundo fondo, pero manteniendo la esperanza de una recuperación.

Y es que la crisis económico-financiera de 2008 es épica y pasará a la Historia. Es diferente a otras porque es global: la globalización (y la financiarización) actúa como una metástasis mutante capaz de hacer enfermar en poco tiempo a cualquier economía a través de los mercados. Es lo que pasó con una crisis que empezó siendo bancaria, pero ha contagiado a la economía real. No hay inmunidad posible al contagio y sólo hemos visto la punta tóxica del iceberg financiero.

Como respuesta a la Gran Depresión de 1929, en los años 30 se tomaron decisiones valientes en política económica, como la Ley Glass-Steagall, promulgada en 1933 por la Administración de Franklin Delano Roosevelt, que separaba los bancos comerciales de la banca de inversión. Al desarrollarse la economía financiera y sus nuevos productos, al aparecer el fenómeno inexorable de la globalización y, sobre todo, al derogar el presidente Clinton la citada Ley Glass-Steagall -12 de noviembre de 1999 por el Financial Services Modernization Act-, el nuevo escenario financiero era el de todo vale.

Porque esta crisis es sistémica. Y mutante. Pero en la Eurozona no se responde de manera correcta a los mercados financieros. No se está entendiendo bien el problema en Alemania ni en Bruselas.

La Unión Europea está todavía en construcción. La Eurozona (17 estados) comparte una misma moneda y una política monetaria (incompleta, ineficiente y errática durante el mandato de Trichet) que se dirige, exclusivamente, al objetivo de control de la inflación. Pero en recesión este objetivo debería complementarse con otro más importante: el de crecimiento económico, condición sine qua non para crear empleo.

La canciller Angela Merkel debe promover una estrategia político-económica constructiva que resuelva los problemas en la Eurozona. Una política que transmita a los mercados que Europa es un proyecto serio y que está unida de verdad. El BCE debe revisar sus estatutos y comportarse como la Reserva Federal en EEUU; y debe mandar un mensaje contundente a los mercados en el sentido de que va a estar ahí, en el respaldo de la deuda soberana de los países de la Eurozona que lo precisen, garantizando la estabilidad financiera de la zona euro.

En política monetaria, el nuevo responsable máximo del BCE, Mario Draghi, acaba de tomar de nuevo una decisión en la buena dirección (una agradable sorpresa) como es la segunda bajada, en muy poco tiempo, de tipos de interés en la zona euro. Da la impresión de que estamos ante una persona con gran sensibilidad y responsabilidad por la economía en su conjunto, no sólo para el control de la inflación, ya que la política monetaria es inseparable de la política fiscal y ambas, en una coordinada política económica sensata, pueden hacer que Europa vuelva a crecer.

En el anterior Consejo Europeo de 26 de octubre se tomaron decisiones que perjudicaban claramente a España. Y fueron ratificadas por la Autoridad Bancaria Europea el pasado jueves. La cuarta parte (26.170 millones) de las necesidades de recapitalización para el conjunto de Europa (114.000 millones de euros) se le adjudican a bancos españoles que, paradójicamente, no tienen exposición a la deuda griega. Y, además, se produce una depreciación de la deuda soberana española del orden de un 2-3% que supone un problema para afrontar la restricción crediticia, auténtica cruz de la economía española.

España debe recuperar el peso político necesario para ser una parte básica del nuevo cuarteto del euro. Así lo ha pedido el futuro presidente del Gobierno de España, quien de entrada, debería elaborar un Plan de Política Económica y pactarlo con la oposición. ¿Cuáles son los retos económicos inmediatos de Mariano Rajoy?

En primer lugar, España debe hacer una política presupuestaria anticíclica: novedosa e innovadora, eficiente y eficaz. Logrando los objetivos pero al mínimo coste. Estableciendo un Fondo Presupuestario Contracíclico dirigido a la creación de empleo y al cumplimiento de la regla de oro. Formalizando una estrategia presupuestaria con un Presupuesto Base Cero que facilite la elaboración y el control de los Presupuestos Generales del Estado con el objetivo intermedio de lograr superávit en los próximos años y el objetivo inmediato de rebajar el déficit público.

En política impositiva, nuestro país debe reducir la presión fiscal a los ciudadanos para que se produzca un incremento en su renta personal disponible. Pero eso no debe significar menos ingresos para el Estado, sino que, paradójicamente, la recaudación total será mayor. La curva de Laffer expone la paradoja de que hallado un tipo impositivo óptimo maximizador de la recaudación, una reducción en los tipos impositivos podrá incrementar la recaudación total del Estado. Una reducción del Impuesto de Sociedades ayudaría a las empresas. Reducir el IVA, también. El nulo crecimiento económico no genera empleo neto: es preciso un aumento anual del 2% del PIB para bajar, al menos, un 1% de desempleo, según la Ley de Okun.

Claro está que la condición para que haya crecimiento es un sistema financiero saneado que ha tenido demasiada exposición a la toxicidad del ladrillo. La parte tóxica de las entidades debe ser aislada del resto.

La Ilíada es un emocionante relato sobre la guerra de Troya, larga, incierta y dolorosa para todas las partes. Pues de la misma forma, en nuestros días es preciso que los líderes europeos ejerzan un liderazgo valiente enviando un claro mensaje a esas naves negras que acechan a Europa y al euro y que no puede ser otro que el de la creación de una política común de tipo económico. Hacen falta un Ministerio de Finanzas para la Eurozona que coordine las políticas fiscales de los socios; un mercado de eurobonos limitado a los países que cumplan estrictos criterios de convergencia fiscal con emisión de la propia UE y garantía nacional en cada tramo de deuda; un Banco Central con una política monetaria completa; una Agencia de Rating europea que equilibre el poder de los cárteles anglosajones y un BCE más flexible que defienda los intereses de la Eurozona y se asemeje a la Reserva Federal.

Sólo así se salvará Europa y, con ello, se habrán puesto las bases para salir de esta gran crisis. Somos una gran nación. España debe volver, en poco tiempo, al lugar que le corresponde. Para ello debemos hacer todos los españoles un esfuerzo homérico. E pluribus unum.

Por José Antonio Martínez, profesor de Política Económica Española en la UNED y consejero económico del Instituto de Altos Estudios Europeos.

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