Necesaria reivindicación de Umbral

'Francisco Umbral. El último de la fiesta': con este sugerente título se rinde homenaje, hoy y mañana, en los cursos de verano de El Escorial, y bajo la dirección de Antonio Lucas, a quien desbordó todos los cauces expresivos del Periodismo; a quien lo sacudió, lo plegó a su capricho creativo y se otorgó la responsabilidad de introducir en la prensa hispana lo que en el ámbito anglosajón triunfaba ya como «nuevo periodismo». Umbral llevó a la subjetividad -«mi género soy yo», decía- a un grado supremo en la construcción periodística de la realidad, confeccionando algo que vendría a ser un «nuevo periodismo» al ibérico modo. Sus aportaciones al periodismo español son variadas y múltiples, pero todas ellas obedecen a un principio que las vertebra y que es el de la continua autoexigencia en forma y en fondo. Ética, estética y contraportada.

Umbral hizo buena aquella máxima del poeta Gerardo Diego según la cual el periodista debía ser ese «salvador de instantes» y «cantor de lo cotidiano»; en la prosa periodística de Umbral tenemos, pues, instantes concretos, momentos puntuales que puestos bajo el criterio del autor y amparados por su escritura son un testimonio urgente y lírico de la vida que acontece, del presente, del momento «hoy» en lo social, en lo político, lo cultural o en lo meramente poético. Tanto es así que a través del columnismo de Umbral -tan temporal y a la vez tan imperecedero- se puede hilar un completo relato de la Historia de España de su último medio siglo. En la interrelación con el otro, en la interacción con sus famosas negritas, Umbral arriba al conocimiento satisfactorio de las nervaduras que vertebran las razones de la actualidad. Lo personal es universal, y convendremos con el autor de Las ninfas en que reducir «el todo» a «una frase» es una de las virtudes fundacionales del periodismo.

Del héroe de las contraportadas debemos aprender los jóvenes periodistas la devoción sacrosanta al idioma y al periódico, la valentía en la innovación del oficio de escribir y un esfuerzo creador fronterizo al martirio. Su columna permitía todos los géneros periodísticos: del comentario político al reportaje, del rumor confidencial a la crítica literaria pasando por el diario íntimo o la crónica social más intrascendente en apariencia.

Lejos de algunas declaraciones extemporáneas en las que se vanagloriaba de «no haber dado jamás una noticia» o de anhelar el costumbrismo de quedarse en «cronista de la vida que pasa», Umbral se sabe inmerso, aun con su posición de outsider, en el organigrama ético y funcional de la empresa periodística. Umbral no es un apósito al periódico, sino uno de sus motores que suele ir por libre y que hace que por contraste brillen el resto de las secciones del diario.

Otra de las aportaciones de Umbral a la ciencia relativa que es este oficio apasionado del periodismo es la del valor de la intuición; muchas veces, el escritor madrileño traza un perfil de los acontecimientos o de un personaje en cuestión merced a sensaciones o impresiones tomadas a vuelapluma que acaban por ser certeros aguafuertes. Destaquemos también que esta intuición refulge aun más si cabe en la crítica literaria, que en Umbral es suma de perspicacia y de un sedimento de infinitas lecturas.

Ahora que las nuevas tecnologías redundan en la mejora de la ergonomia de los soportes con objeto de devolvernos al placer confortable de la lectura, se hace más necesario que nunca reivindicar, que no calcar, el impagable legado periodístico de Umbral.

Jesús Nieto Jurado, periodista y escritor, es asesor de la Fundación Francisco Umbral y coordinador del ciclo de talleres periodísticos Atrévete a cruzar el Umbral.

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