Necesitamos políticos emprendedores

Una de las las características del sistema político español es que disuade el espíritu emprendedor. Esto no quiere decir que esté completamente cerrado a los empresarios; el hostelero Abel Matutes, por ejemplo, llegó a ser ministro de Asuntos Exteriores y vicepresidente del PP. Lo que sí quiere decir es que la carrera del político medio no está basada en liderar un proyecto innovador que ofrezca a los electores españoles una oferta política distinta y mejor de la que tenían hasta ahora.

Un empresario es alguien que descubre una oportunidad de negocio para ofrecer un producto o un servicio mejor a los consumidores. Si Juan Roig pasó de tener ocho carnicerías en Valencia a más de 1.200 Mercadona en toda España fue porque hizo algo mejor que sus competidores: ofreció mejores productos a precios más baratos. Tuvo, pues, que convencer a millones de personas de que cambiasen sus hábitos de compra y se decidiesen a entrar en sus supermercados para gastarse ahí su dinero.

La gran ventaja de un sistema económico basado en el emprendimiento y en la competencia libre es que el mayor beneficiado es el consumidor. El cambio consustancial a la economía de mercado deriva de los beneficios que ofrece al consumidor. Gracias a los constantes cambios que les ofrecen, los consumidores adquieren los mismos productos a mejores precios o mejores productos a los mismos precios (el mercado de los teléfonos móviles es un buen ejemplo de ello). Un empresario es básicamente un innovador y sus innovaciones le benefician a él en tanto en cuanto beneficien a los consumidores.

La estructura de los partidos políticos españoles -particularmente, la de los dos principales- está basada en una jerarquía burocrática que disuade el espíritu emprendedor. El éxito del aspirante a político no depende de que innove o tenga iniciativas políticas originales que satisfagan las aspiraciones de cambio de los electores españoles. Depende, más bien, de que ejecute las órdenes que se dictan desde sus cúpulas. La innovación en estos partidos cae víctima del acatamiento.

Un ejemplo evidente de esta burocratización de la política española es la escasa innovación en las campañas electorales durante los 36 años de democracia. Las campañas -particularmente las nacionales y autonómicas; las municipales tienen mayor margen de innovación- se han convertido en ceremonias rituales: designación de candidatos; elaboración de listas electorales; fotos de candidatos colgadas de farolas; anuncios en los medios de comunicación; mítines con afiliados; programas electorales... Quizá la mayor innovación reciente haya sido el uso de internet, pero los cambios han sido superficiales (siempre dirigidos más a emitir un mensaje que a comunicar con los electores) y, demasiadas veces, las novedades se han abandonado una vez terminada la campaña (caso de los blogs de los candidatos). Esta maquinaria burocrática electoral lleva a algo inconcebible en otras democracias avanzadas como es que alguien pueda ser elegido diputado o senador sin pedirle el voto ni una sola vez a un ciudadano de a pie.

Todo apunta a que la economía española está emprendiendo una recuperación que se plasmará a partir de 2014 en tasas de crecimiento positivas y crecientes. Este cambio de ciclo será posible, en gran medida, gracias al emprendimiento español y a su búsqueda de oportunidades de negocio para satisfacer las necesidades de los españoles y de los extranjeros. Los empresarios españoles no serán sólo Juan Roig. Serán, más bien, los autónomos y los pequeños y medianos empresarios dueños del 95% de nuestras empresas: esos fruteros que, en palabras del propio Roig, aprendieron en Harvardcete que su oportunidad de negocio estaba en abrir tiendas alrededor de los Mercadona dado que éstos no satisfacían adecuadamente las necesidades de fruta fresca de sus clientes.

Junto con este crecimiento económico, ¿habrá un crecimiento político de la democracia española en 2014? ¿Quiénes serán los pequeños, medianos y grandes empresarios que permitirán, con sus innovaciones, satisfacer mejor las aspiraciones políticas de los españoles? La esclerotización burocrática de los grandes partidos está suponiendo que la iniciativa emprendedora la estén teniendo partidos como UPyD, Ciudadanos y, también, IU (no se puede olvidar que el 15-M y el Movimiento Indignado fue, en gran medida, resultado de iniciativas del entorno de IU). Los sondeos electorales ya están apuntando una fuga de los españoles hacia los nuevos partidos que ofrecen innovación, emprendimiento y modernidad.

Dentro del PP y del PSOE, distintos movimientos están promoviendo el espíritu emprendedor. Las peticiones de primarias y cambios en la ley electoral en estos partidos son, precisamente, propuestas para incentivar su emprendimiento político. Un ejemplo reciente ha sido la elección bajo la fórmula de «un afiliado, un voto» de la nueva presidenta de la Nuevas Generaciones de Madrid, Ana Pérez. Esta votación debería servir como precedente para el PP en su conjunto, sabiendo que su impacto político sería enorme (recordemos que en la elección de Ana Pérez votaron 700 afiliados; en la reelección de Rosa Díez como presidenta nacional de UPyD votaron sólo 1.300 afiliados).

Que PP y PSOE incentiven el emprendimiento dentro de sus estructuras contribuirá a asegurar el mantenimiento del bipartidismo en España y la estabilidad política que de ella se deriva. Son los países que más incentivan el emprendimiento político -Estados Unidos y Reino Unido- los que tienen el bipartidismo más asentado. La consecuencia de un bloqueo sistemático de la democracia interna en los partidos y la imposibilidad de que sus candidatos electorales innoven por culpa de las listas cerradas y bloqueadas será, necesariamente, la implosión del sistema bipartidista actual.

Los que nos sentimos comprometidos con uno de los dos grandes partidos -en mi caso, con el PP- pedimos cambios, emprendimiento y regeneración democrática precisamente porque queremos lo mejor para él.

Percival Manglano fue consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid. Es autor de Pisando Charcos (ed. La Esfera de los Libros).

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