Negociación con ETA: errores y consecuencias

Ante los numerosos indicios sobre la continuidad de los 'contactos' -es decir, negociaciones- entre el Gobierno y ETA, conviene repasar las abundantes razones por las que los anteriores acabaron en fracaso. Algunas de las cuales es posible analizarlas desde la teoría de la negociación. Pues del análisis de la información disponible se puede afirmar que ha sido ETA la que ha conseguido aventajar tácticamente al Gobierno. Aquélla ha aprovechado los errores de comunicación de Zapatero, la ausencia de una presión efectiva contra los comandos y la kale borroka, alcanzando una considerable legitimación internacional.

Para empezar, conviene que el lector sea consciente de que ningún proceso negociador de estas características comienza desde cero. Antes de que las Cortes autorizaran el inicio del mismo, los responsables de los contactos preliminares debieron de constatar que ese nuevo intento reunía elevadas probabilidades de éxito. Pero la correcta apreciación de esas expectativas es tan difícil como arriesgada, porque el mero anuncio de diálogo a bombo y platillo constituyó -por sí solo- un extraordinario éxito para los terroristas.

Aun suponiendo que las expectativas del Gobierno fuesen acertadas y que resultase cierta la voluntad de ETA de aceptar un acuerdo que no implique graves vulneraciones de la legalidad vigente, la gestión pública del proceso ha estado plagada de graves errores de libro de texto.

El primero de ellos fue la denominación de 'proceso de paz'. Pues esto es lo mismo que atribuir a la banda ETA la categoría de 'ejército' (¿de liberación nacional?) legitimado para firmar una paz en nombre del pueblo al que dice defender. Nada más empezar, el Gobierno ascendió a los terroristas a soldados, reconociéndoles tácitamente una bilateralidad entre un bando legítimo y otro legitimado por aquél. Es posible que esa concesión semántica fuera a cambio de algo -esperamos que muy importante-, porque de lo contrario habría sido una monumental metedura de pata. De lo que se desprende de las revelaciones de 'Gara' acerca de aquellos encuentros, no parece que haya sido así.

Otra gravísima equivocación fue la aceptación de la continuidad de la extorsión y de la kale borroka mientras se producían las negociaciones; tratando de negar o restar importancia a estos hechos. Esa actitud de debilidad supuso una vulneración de su responsabilidad de hacer cumplir las leyes y fue percibida como un prolegómeno a nuevas dejaciones en la preservación del Estado de Derecho. Aumentando así la esperanza etarra de que el PSOE y sus aliados lleguen a cambiar aquellas leyes que obstaculicen un acuerdo final.

En tercer lugar cabe añadir el estilo comunicativo del presidente: sus gestos y tonos. Aun mencionando él expresamente la incertidumbre del proceso, su forma de expresarse ha venido denotando tal seguridad y optimismo que parecía descartar cualquier resultado que no fuera el éxito. De esta forma se generalizó la impresión de que 'tenía que conseguirlo'; algo que en ningún momento ha estado -ni está- enteramente en sus manos. Esto ha supuesto una magnífica baza negociadora para ETA, que sabe cuánto depende el futuro político del señor Zapatero del éxito de esta negociación. ETA puede continuar resistiendo como lo ha hecho hasta ahora, porque tiene una nueva generación de militantes que todavía no ha sufrido el desgaste de los veteranos y porque su posición negociadora se ha fortalecido extraordinariamente en los últimos dos años.

Todavía no sabemos si ETA decidió incrementar las exigencias iniciales o si, por el contrario, hubo algún tipo de malentendido o incumplimiento por parte del Gobierno. Lo cierto es que el atentado de la T4 y la finalización de la tregua no han supuesto un punto y final al proceso y la reanudación de la lucha armada se entiende como algo temporal.

Después de haber afirmado tajantemente que se acababan las negociaciones, los gestos del Gobierno no hacen más que confirmar lo contrario. Pues la transigencia ante el chantaje de la huelga de hambre, los numerosos gestos de la fiscalía hacia el señor Otegi y las continuas alusiones al 'proceso de paz' denotan, como mucho, un paréntesis. Especialmente reveladoras fueron las palabras de Zapatero en contestación al comunicado de ETA, mencionando que el futuro será lo que los vascos decidan; poco faltó para que citara la palabra 'mágica': autodeterminación. La vuelta a la cárcel del asesino De Juana ha sido un imprescindible gesto de rectificación para apaciguar a una opinión pública indignada con el Gobierno.

Prueba de la fortaleza de ETA es que el MLNV ha seguido como siempre: jugando al ratón y al gato con las listas electorales, sin rechazar explícitamente la violencia, preparando nuevos atentados Dada la sustancial mejoría de su posición negociadora, raro sería que se limiten a aceptar el magro premio de consolación que se les ofrece: reinserción de los presos e imprecisos compromisos sobre la integración con Navarra y la consulta de autodeterminación. El MLNV lleva demasiados años luchando denodadamente por su ideal de Estado independiente, socialista y euskaldun, como para soltar las armas ahora. No hay más que ver cómo siguen arrasando las calles al grito de 'en la lucha está el camino'. Para ellos, la continuidad del combate es en sí misma un éxito, porque no pierden la esperanza de que los demócratas nos cansemos antes que ellos.

Cualquier manual sobre negociación explica que cuando las condiciones del oponente resultan absolutamente imposibles de aceptar -en este caso la vulneración de la legalidad establecida y la suplantación de la voluntad popular- hay que dejar de negociar. Esto incluye unos 'contactos' (sic) que también son negociaciones. Porque estos implican que se está dispuesto a tolerar los actuales métodos de lucha 'de baja intensidad' del adversario: amenazas a cargos electos, kale borroka, extorsión, preparación de nuevos atentados, hasta que les compense asesinar a alguien

A ETA le resulta muy beneficiosa su táctica actual, porque mantiene la presión a un coste mínimo. La combinación de gestos de apaciguamiento y algunas detenciones no es suficiente para mover a una gente tan endurecida y convencida de su razón histórica. Con este panorama, lo único que puede hacer el Gobierno es dedicarse a combatir el terrorismo con todos los medios legales a su alcance; porque sólo así ETA cambiará de actitud. Entonces será el momento de reconsiderar el asunto de los 'contactos'.

Ignacio Suárez Zuloaga