Ni Leyenda Negra ni Leyenda Azul

La obsesión por cambiar nombres de calles que recuerdan al franquismo, que se describe como un estado policial en el que se vivía bajo una angustiosa opresión, y sobre el que se dicen una increíble cantidad de mentiras y al que se echan cada día paletadas de estiércol en la televisión, los periódicos, el cine, etcétera, me animan, siendo casi octogenario, a tener la osadía de dar algunos datos sobre lo que supuso para España la larga etapa del franquismo.

Alguien, refiriéndose a la Leyenda Negra, escribió: «Lanzamos salivazos al aire, en la vertical, que acaban cayendo sobre nosotros mismos», pues las barbaridades que se decía que hicieron los españoles las hicieron (al tiempo que una obra magnífica) sus propios antepasados criollos.

Igual pasa con los cuarenta años del franquismo, calificados como un período nefasto (La Leyenda Azul) que se intenta borrar de la historia de España, echando salivazos a padres o abuelos, protagonistas en aquella época.

España no tendrá una vida política normal hasta que el lejano franquismo deje de ser una falsa pero sólida base en la que la izquierda se apoya para enardecer a sus seguidores, «derrotando» ahora a un enemigo muy cómodo, al que nadie osa defender y, sobre todo, deje de acomplejar al centro-derecha, al que aterroriza ser tildado de franquista si defiende públicamente y con orgullo sus ideales.

El franquismo recibió una España destrozada por la guerra civil y carente de ayuda exterior y la dejó, en 1975, como la décima potencia industrial del mundo, y si Franco hubiera perdido la guerra, habríamos estado tras el Telón de Acero hasta 1989, con la «libertad» y el nivel económico de Albania, y siendo muy dura y lamentable, tras la guerra, la represión hecha por Franco, ¿cómo habría sido esta, dirigida por Stalin, si Franco hubiera perdido la guerra?

El desarrollo económico durante el Franquismo fue espectacular (se hablaba por ahí fuera del «milagro español») y se creó una potente clase media que fue la base para implantar la democracia. Cuando murió Franco, en 1975, el PIB per cápita español era el 77,9 por ciento de la media en la Unión Europea. Diez años después, en 1985, había bajado al 69,7 por ciento, y veinte años después, en 1995, era todavía solo del 76,3 por ciento.

El gran mérito de haberse logrado la Transición corresponde a las Cortes franquistas, que votaron su autodisolución. Un suicidio por puro patriotismo. Podrían tomar nota algunos políticos de hoy. Los españoles no teníamos libertad política, pero teníamos mayor libertad personal. El Estado ha asumido funciones que antes dependían de la responsabilidad personal.

La población penal en 1936, en la República, era de 34.500 reclusos. En 1961, en el franquismo, era de 15.500 y en 2014, en democracia, había 56.000.

El nivel de vida mejoraba cada año, había paz, los portales de las casas estaban abiertos y no existían empresas de seguridad. Se creaba una música alegre y había humoristas geniales, como Gila, Tip y Coll, etcétera. Había docenas de chistes sobre Franco.

La mayoría de los jóvenes de mi generación teníamos un puesto de trabajo inamovible, con incrementos de sueldo cada año. Signo evidente del optimismo que había fue el gran incremento del índice de natalidad, hoy por los suelos.

La Falange, alma política del Franquismo, no era fascista, sino más bien de izquierdas. Era contraria al marxismo y al capitalismo. Adolfo Suárez era la máxima autoridad del falangismo, y no era fascista.

El paro era mínimo y los impuestos que se pagaban, también. Se creó la Seguridad Social, con la mejor red de Hospitales de Europa.

Cuando murió Franco hubo en Madrid la que fue, seguramente, la mayor demostración pública de duelo de su historia. En noviembre pasado fue el cuarenta aniversario de la muerte de Franco y pasó en un silencio absoluto.

No se trata de nostalgia del franquismo. Aquello fue una lejana etapa. Tanto la II República como el franquismo tuvieron virtudes y defectos, pero según la historia, el saldo es negativo para la primera y positivo para el segundo en paz y bienestar del pueblo.

Como dijo el general De Gaulle «La Historia le rendirá justicia a Franco».

No aceptemos, por tanto, ni la Leyenda Negra ni la Leyenda Azul.

Enrique Fernández de Córdoba y Calleja, doctor inginiero y escritor.

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