Niego mi consentimiento

"Nos queda una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor, porque es la última: la facultad de negar nuestro consentimiento". Primo Levi. A media mañana del pasado viernes recibí un mensaje de una amiga que es víctima del terrorismo: "acabo de tener una enganchada con una periodista que me recriminaba que no tenga el corazón contento con el comunicado de ETA". "Lo que vamos a tener que oír, Rosa, prepárate...", fueron las palabras de un amigo ante mis primeras e indignadas reacciones por el titular unánime que los medios les habían regalado: "ETA pide perdón".

¿Cómo se ha podido producir tal indecorosa reacción política y mediática ante un comunicado en el que ETA vuelve a justificar su existencia? ¿Acaso esa desmedida alabanza a un comunicado basura no es una dolorosa falta de respeto hacia la democracia y hacia las personas que fueron asesinadas por defenderla? El gran éxito de ETA es haber logrado que haya periodistas y prescriptores de opinión que se creen con derecho a dictar a las víctimas cómo tienen que sentirse. Los años de terrorismo, la propaganda vertida por sus bien pagados historiadores, los complejos de unos y las complicidades de otros, la cobertura histórica del nacionalismo institucional, lustros de educación en el odio y en la mentira junto con el relativismo que impregnó a la sociedad española durante las negociaciones políticas de Zapatero con la banda nos han traído hasta aquí.

No es una novedad que las víctimas y todos aquellos que se enfrentaron a ETA se sientan solos. Aunque es verdad que a estas alturas de nuestra vida la soledad pesa más, hasta el punto de tener a veces la sensación de que no queda nada nuevo por decir. No es de extrañar que ante esta nueva anomalía democrática los más cercanos se apresuren a decirnos que nos preparemos para lo que viene. Sé que hay razones para sentirse impotentes porque pareciera que ni siquiera los que se dicen buenos quieren escuchar que el comunicado de ETA es una burla a la democracia y un insulto a las víctimas. Pero la rapidez con que los medios de comunicación españoles cayeron en la estrategia a ETA para reescribir su historia y le ayudaron a colocar en toda la prensa internacional que "ETA pide perdón" produce bochorno y no tiene perdón de dios. Por eso, a unos días del espectáculo que prepara en ETA en Francia tenemos la obligación de contrarrestar la propaganda y repetir las viejas y sabias palabras que deben servirnos para que mañana nadie pueda decir que triunfó el relato del terror porque ellos callaron.

Alcemos la voz para hacer el relato verdadero porque les debemos la verdad a todos esos hombres y mujeres, uniformados o no, que expusieron y perdieron su vida para proteger nuestro derecho a vivir en libertad y a tomar sin miedo la palabra. Alcemos la voz en esta recta -que debiera de ser final- para recordar que ETA ha sido derrotada por la policía, por los jueces y por los demócratas que nunca se rindieron, que exigieron la libertad y no aceptaron el señuelo de la paz que ofreció ETA a quienes les convirtieron en interlocutores políticos en aquella nefanda negociación que acabó con el atentado de la T4. Alcemos la voz y neguemos nuestro consentimiento. Niego mi consentimiento a que se modifiquen las condiciones penitenciarias de los 300 terroristas juzgados y encarcelados (250 en España y 50 en Francia) en tanto no se esclarezcan los más de 300 crímenes que siguen impunes. El Código Penal exige colaborar con la Justicia para obtener beneficios penitenciarios. Cúmplase la ley y hágase justicia. Niego mi consentimiento a que se califique como petición de perdón un comunicado nauseabundo con el que ETA justifica sus crímenes y señala a las víctimas como meros peones de su sanguinario ajedrez. ¿Acaso sería más benévolo nuestro juicio sobre Hitler si hubiera pedido perdón a los millones de sus víctimas que no eran judíos o no tuvieron "una participación directa en el conflicto"?

Niego mi consentimiento a esos periodistas, tertulianos o prescriptores de opinión que se arrogan el derecho de decir a las víctimas como tienen que sentirse. Niego mi consentimiento a que se considere algo normal el hecho de que hagan homenajes a los torturadores y asesinos que han cumplido condena por el hecho de serlo. Niego mi consentimiento a que perviertan la realidad todos aquellos que comentan el comunicado de ETA buscando en el mismo una justificación para sus silencios o sus complicidades. A toda esa buena gente que lo único que quiere es que le dejen en paz les digo una vez más: ETA no ha pedido perdón. En Euskadi no ha habido conflicto, sino crimen organizado por ETA y terror para amedrentar a los ciudadanos que no se dejaban ahormar. Los miembros de ETA no son soldados; son criminales despiadados. Todas las víctimas son inocentes, todas fueron escogidas por los terroristas porque eran un estorbo para sus planes de destruir la democracia; todos los terroristas son culpables. Los terroristas juzgados y encarcelados son asesinos sanguinarios y no presos políticos. ETA no ha practicado la lucha armada, sino el terror más inmisericorde y cruel; y se sigue sintiendo orgullosa de toda su historia.

Las víctimas de ETA fueron tapadas con tierra; niego mi consentimiento a quienes se pliegan a la estrategia de los terroristas y les ayudan a ocultar con mentiras su historia de terror. Hay quien utiliza la tierra de las cunetas de ayer para tapar los crímenes de hoy. También a esos les niego mi consentimiento.

Estos días que tanto se habla de libros me he permitido recomendar la lectura de uno que tengo siempre sobre mi mesilla de noche: Si esto es un hombre, de Primo Levi. Es un libro triste y duro pero, a la vez, lleno de esperanza. Esperanza en la supremacía del alma humana sobre el terror; y esperanza en el poder taumatúrgico y sanador de la memoria y la palabra. Cuando dudo si merece la pena repetir las viejas y molestas palabras, abro el libro. Y siempre, sea cual sea la página a la que me enfrento, recuerdo por qué lo justo es seguir.

"No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿quien hablará?"

Rosa Díez es cofundadora de UPyD y Basta Ya!, y promotora de la web de debate y opinión www.elasterisco.es.

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