No abandonemos la lucha contra la malaria

No abandonemos la lucha contra la malaria

Poner fin a una epidemia es como correr una maratón; y en el caso de la malaria, estamos cerca de la línea de llegada. Pero no debemos perder el ritmo conseguido.

En las últimas décadas, gobiernos, organizaciones no gubernamentales y el sector privado hicieron grandes avances en la ciencia del tratamiento de la malaria, y canalizaron a esa causa una cantidad extraordinaria de recursos. Las inversiones rindieron: la mortalidad mundial por malaria se redujo un 60% entre 2000 y 2015.

Sin embargo, el progreso logrado corre riesgo, por el incremento de desafíos como la resistencia a fármacos e insecticidas. Ya van dos años consecutivos de aumento de la cantidad de muertes por malaria, y la financiación está estancada. Por eso, este año, el Día Mundial de la Malaria (25 de abril) debe alentarnos a redoblar el esfuerzo. Para erradicar la malaria se necesitarán nuevas soluciones médicas y de política sanitaria, además de una voluntad política más firme.

Hace ya dos decenios que mi empresa, Novartis, está activa en África, donde se dedica a la provisión de medicamentos contra la malaria y a apoyar los sistemas sanitarios en colaboración con los gobiernos. En ese lapso, aprendimos que necesitamos más información de primera mano de los expertos en malaria que trabajan en la vanguardia de la lucha.

A tal fin, encargamos el estudio Malaria Futures for Africa, copresidido por Richard Kamwi, embajador de la organización intergubernamental Eliminate 8, y Bob Snow, del programa KEMRI‑Wellcome Trust y la Universidad de Oxford. El estudio reúne recomendaciones de ministros de salud, directores de programas nacionales de control de la malaria, académicos y líderes comunitarios, de 14 países africanos; todos ellos ofrecen perspectivas cruciales sobre desafíos y oportunidades importantes en la lucha contra la enfermedad.

Una de las conclusiones más claras del estudio es que necesitamos armarnos mejor contra la creciente amenaza de la resistencia a fármacos e insecticidas, mediante la inversión en investigación y desarrollo para la próxima generación de tratamientos contra la malaria. Los mosquitos portadores de malaria han desarrollado resistencia a los insecticidas comunes en 61 países del mundo. Y en el sudeste de Asia, algunas cepas del parásito causante de la malaria también empezaron a volverse resistentes a la artemisinina, componente básico de los tratamientos estándar.

Sin una respuesta concertada de la comunidad sanitaria internacional, existe el riesgo de que las cepas de malaria resistentes a fármacos se extiendan a África y causen más de 100 000 muertes adicionales al año. Para evitarlo, debemos invertir más en alianzas público‑privadas innovadoras como GAVI, Medicines for Malaria Venture y el Wellcome Trust, todas ellas dedicadas a desarrollar nuevas herramientas de prevención y tratamiento.

Otra enseñanza clave del estudio es que tenemos que usar mejor las herramientas que ya tenemos. En promedio, muere un niño de malaria cada dos minutos, pero sólo uno de cada cinco niños infectados recibe el tratamiento adecuado. Hace casi diez años, Novartis ayudó a desarrollar el medicamento estándar en tratamiento de la malaria pediátrica, y hemos donado más de 350 millones de dosis desde 2009. Pero la malaria sigue causando muertes, lo que demuestra que el tratamiento no llega a todos los niños necesitados. Es evidente la necesidad de ampliar el acceso a medicamentos, no sólo con medidas ad hoc, sino también aumentando las capacidades de los sistemas sanitarios.

Por eso el próximo capítulo del desarrollo sanitario global debe centrarse en mejorar el suministro de atención médica. Desde 2000, la comunidad sanitaria internacional salvó millones de vidas, con su respuesta a epidemias específicas, por ejemplo las de VIH, tuberculosis y malaria. Pero ahora hay que integrar plenamente estos esfuerzos a los sistemas sanitarios nacionales, para que todos los pacientes reciban uniformemente atención de alta calidad.

El progreso demandará resolver la escasez de médicos y enfermeros, adoptar sistemas de registro electrónicos y fortalecer la disponibilidad y la calidad de la atención primaria. Estas medidas ayudarán no sólo en el combate contra las enfermedades infecciosas, sino también en los esfuerzos actuales para el tratamiento de enfermedades crónicas, que están imponiendo una carga sanitaria adicional a muchos países en desarrollo.

No hace falta decir que mejorar los sistemas sanitarios demanda más recursos y liderazgo firme, particularmente en los países más afectados por la malaria. Y casi todos los participantes del estudio expresaron la necesidad de trascender los mecanismos tradicionales de financiación basada en donaciones, hacia un mejor aprovechamiento de los recursos locales.

En este frente, Ghana es uno de los países que señala el camino. En respuesta a una disminución de donaciones, el gobierno ghanés reunió a los líderes del sector privado del país para crear la Ghana Malaria Foundation. Ahora mismo esta organización se dedica a cubrir necesidades urgentes de recursos, pero en algún momento ayudará a liderar un esfuerzo sostenible y nacional para la eliminación de la malaria en Ghana.

Es un momento difícil en la lucha contra la malaria. Pero también es un momento de oportunidad. Por su parte, Novartis anunció hace poco que en los próximos cinco años invertirá más de cien millones de dólares en I+D de medicamentos contra la malaria, para ayudar a contener las nuevas cepas de patógenos resistentes. Por ahora nuestra atención está puesta en completar ensayos clínicos para dos posibles medicamentos prometedores. A la par del desarrollo de estas terapias, también trabajamos en elaborar una estrategia para que los pacientes en países donde la malaria es endémica tengan acceso a ellas, y para mejorar la eficacia de nuestra respuesta, mediante la identificación de las áreas donde la enfermedad se cobra más víctimas.

La lucha contra la malaria ha sido una maratón que ya lleva varias décadas. Con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el mundo se comprometió formalmente a poner fin a la epidemia de malaria de aquí a 2030. El objetivo ya está a la vista, pero no podemos dar por sentado que las estrategias actuales nos llevarán hasta la línea de llegada.

En vez de eso, debemos escuchar a quienes trabajan en las primeras líneas y atender su llamado a que renovemos el compromiso de poner fin a la malaria. La inversión en herramientas de próxima generación y la creación de sistemas sanitarios sostenibles nos permitirán desterrar esta enfermedad a los libros de historia de una vez y para siempre.

Harald Nusser is Head of Novartis Social Business. Traducción: Esteban Flamini.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *