No es Sánchez, es el PSOE

Estamos a las puertas de unas nuevas elecciones autonómicas andaluzas que sin duda se van a celebrar con un claro espíritu plebiscitario con la gestión del presidente Sánchez y su Gobierno como cuestión nuclear.

No es fácil prever cuáles van a ser los resultados finales y no lo va a ser porque el momento político es tremendamente volátil. Los resultados finales son muy complicados de predecir porque el número de votantes que ya ha decidido cambiar el sentido de su voto o que todavía no sabe por qué opción se van a inclinar finalmente, son extraordinariamente altos. Y entre estas opciones se adivina como muy importante la abstención, que técnicamente es una opción electoral más que en muchas ocasiones resulta determinante. Y esto es así porque en España nos regimos con la Ley D´Hondt, lo que conlleva que más que los votos, lo determinante son los porcentajes.

Pero dentro de la dificultad que conlleva pretender adivinar el futuro electoral en Andalucía, sí hay cuestiones que son constatables como, por ejemplo, la evolución del voto en las encuestas. Y de las muchas lecturas que al respecto podemos hacer, si el PP va a poder o no gobernar en solitario, si Vox crece más o menos… me voy a fijar en la evolución del PSOE-A en las encuestas.

Y dicha evolución nos muestra un dato que considero de gran importancia. El PSOE-A obtuvo en las últimas elecciones autonómicas en Andalucía 1.009.243 votos, el 27,95 por ciento. Aquellos resultados fueron considerados nefastos por Ferraz y rodaron cabezas políticas de no poco peso.

Hasta hace un mes aproximadamente, las encuestas mostraban un fortísimo crecimiento del PP que pasaría a ser la lista más votada con clara diferencia, a la vez que el PSOE-A iba manteniendo sus paupérrimos resultados de 2018. Pero las últimas semanas empiezan a mostrar una caída tanto en votos como en porcentaje de todo el bloque de izquierdas, también del PSOE-A. Y esta cuestión no es baladí en absoluto. Si aquellos resultados socialistas de 2018 ya se consideraron un auténtico fracaso, téngase en cuenta que los socialistas se han movido en diversas ocasiones por encima de los 2 millones y casi el 50 por ciento de los votos, imagínense ahora que estaríamos hablando empeorar todavía más dichos datos. Y dado que, como ya he comentado anteriormente, estos comicios se van a celebrar con carácter plebiscitario, es decir, con la gestión y pactos de Sánchez en el centro motivador del voto, un varapalo socialista como el que se anuncia sería tan tremendamente grave que trascendería al presidente Sánchez y pondría en grave cuestión al mismo PSOE nacional. Una debacle que habrá que interpretar necesariamente como la consecuencia electoral de las políticas de Estado de Sánchez, políticas derivadas de sus pactos con la extrema izquierda, el independentismo catalán y la herencia de ETA.

No comparto en absoluto la afirmación de que Sánchez ha asaltado el PSOE y que el PSOE hoy es Sánchez. Los partidos nacionales de fuerte implantación geográfica e histórica trayectoria son internamente la suma de diversos círculos de poder como por ejemplo el aparato del partido, las diferentes baronías así como las familias políticas de las mismas, las múltiples estructuras de Gobierno, desde las nacionales hasta las municipales… también parecía que Casado tenía fuertemente controlado el PP a través de Teodoro García Egea y cayó en 48 horas saliendo curiosamente el PP reforzado de ello.

Si la debacle socialista andaluza se confirma… ¿qué futuro esperará a los diferentes barones socialistas en sus respectivos comicios autonómicos y municipales a celebrar la próxima primavera? ¿Estarán dispuestos a afrontar cada uno sus respectivos comicios con el aplastante peso que supone la mochila de pactos y políticas disruptivas de los Gobiernos de Sánchez en España o de Chivite con Bildu en Navarra?

Si al final se cumplen las tendencias evolutivas de los diferentes estudios sociológicos y de voto publicados en nuestro país, el fuerte fracaso del PSOE-A no sólo va a poner en cuestión a Sánchez, sino que lo que va a estar en la picota va a ser el Partido Socialista como proyecto porque dicho fracaso no va a ser consecuencia tanto de unas políticas concretas como de la pérdida de identidad del mismo partido socialista que se habrá demostrado como algo irreconocible para sus propios votantes.

Y el efecto de convertirse en irreconocible para las propias bases y votantes ya lo hemos visto en Francia donde el socialismo ya no se puede calificar ni tan siquiera como de testimonial.

Si finalmente en Andalucía se producen los resultados electorales que profetizan las encuestas, tendremos que estar muy atentos a los movimientos internos del Partido Socialista porque pueden tener auténtico carácter de supervivencia.

Alfonso Ibáñez es consultor político.

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