No hay desarrollo sostenible sin cooperación

Una de las lecciones más importantes que nos ha dejado la pandemia del COVID-19 es que debemos trabajar juntos para solucionar los problemas que afectan a toda la humanidad. Iberoamérica tiene una larga tradición de diálogo y cooperación. Sabemos que juntos somos más fuertes. Por eso la Conferencia Iberoamericana que acaba de realizarse en Andorra sigue vigente luego de 30 años como un espacio clave para el intercambio entre los países que compartimos los mismos valores y lazos históricos, políticos y culturales.

Los desafíos que enfrentamos este año son excepcionales. La pandemia ha exacerbado las desigualdades y la pobreza en nuestras sociedades, y ha expuesto las debilidades de nuestros sistemas sanitarios y educativos. Este es el momento de construir activamente el futuro que queremos con inversiones en nuestros sistemas sanitarios y en educación en ciencia y tecnología. También es nuestro deber apoyar a los innovadores y proteger a los más vulnerables.

La igualdad de género y la violencia contra la mujer en todas sus formas, dos grandes desafíos históricos de Iberoamérica, se han acentuado en el último año. La pandemia ha dejado en evidencia el impacto desproporcionado de las crisis sanitarias y socioeconómicas sobre las mujeres. Esta situación ha profundizado las brechas de desigualdad y ha aumentado el riesgo de sufrir violencia por motivos de género, especialmente en el ámbito doméstico.

Las cuarentenas y cierres de emergencia también han resultado en un aumento desproporcionado del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados por parte de mujeres y niñas. Por estos motivos es primordial que potenciemos políticas públicas para aumentar recursos y garantizar la participación, el liderazgo y la autonomía de las mujeres, como parte del proceso de recuperación económica y social de nuestras sociedades.

También somos conscientes que la pandemia ha agravado la violencia contra las mujeres y las niñas y niños, por ello solicitamos que este tema transversal sea considerado en los trabajos de la Conferencia Iberoamericana y en ese sentido, damos la bienvenida al ingreso como Asociado Consultivo a ONU MUJERES, con el fin de que siga prestando su apoyo y asesoramiento técnico a los gobiernos para empoderar a las niñas y fomentar la equidad e igualdad de género.

A su vez, la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto el enorme potencial del desarrollo científico y tecnológico para afrontar los retos actuales. La inversión en estas áreas hizo posible el desarrollo de vacunas en tiempo récord, entre muchas otras innovaciones que nos permitieron adaptarnos a un contexto tan desafiante en el último año. Asimismo, quedaron expuestas las consecuencias de no innovar en el mundo digital.

Sólo una respuesta global, coordinada y solidaria, que enfrente el gran reto de la reconstrucción inclusiva y resiliente de nuestras economías, podrá hacerle frente a los efectos devastadores de la pandemia. Necesitamos un esfuerzo mancomunado que afiance el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza y la desigualdad, para garantizarle a la población la protección social que tanto necesita en estos momentos.

La coordinación internacional económica también debe ser una prioridad para mantener la estabilidad de los mercados financieros y las cadenas mundiales de suministro. Sigue siendo fundamental eliminar las barreras innecesarias al comercio internacional para facilitar un flujo comercial sin obstáculos.

En particular, es primordial que acordemos un marco multilateral de valoración de riesgos financieros y macroeconómicos que tenga en cuenta la situación provocada por el COVID-19. Este marco debe también proporcionar medidas de respuesta, a las que puedan adherirse las agencias calificadoras, para evitar que las rebajas de la calificación crediticia agraven aún más la situación, en consonancia con el importante acervo de la Conferencia Iberoamericana en esta materia.

El multilateralismo es la herramienta más eficaz que tenemos, en Iberoamérica y en el mundo, para recuperarnos tras esta crisis histórica. No sólo nos permite coordinar políticas entre Estados. También es clave para compartir experiencias y encontrar soluciones sanitarias, sociales, económicas y medioambientales, basadas en el respeto de los derechos humanos.

El compromiso con la búsqueda de un desarrollo sostenible como salida a la pandemia también incluye el respeto por los derechos humanos de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo, expuestos a situaciones de mayor vulnerabilidad. Debemos garantizar que estas poblaciones -en particular mujeres, niños, niñas y adolescentes, personas mayores y personas con discapacidad- tengan acceso universal y equitativo a la atención médica y a la prevención en emergencias sanitarias como la actual.

Los Gobiernos somos responsables del diseño e implementación de las políticas públicas para contrarrestar los efectos de la pandemia, pero la acción gubernamental no es suficiente por sí sola. Para lograr soluciones efectivas y efectos duraderos, es necesario contar con el compromiso y la colaboración de la ciudadanía y de todos los actores estratégicos.

La recuperación económica de la crisis generada por el COVID-19 debe garantizar la salud, la sostenibilidad y la protección del medio ambiente. No podemos permitir que el impacto de la pandemia frene la capacidad de los Gobiernos y de los demás actores relevantes, incluyendo el sector privado, para asignar recursos a la promoción de un desarrollo sostenible, inclusivo y catalizador de inversiones, especialmente en infraestructura sostenible y tecnologías limpias e innovadoras. Sólo así podremos promover una recuperación económica verde alineada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Erika Mouynes es canciller de Panamá.

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