No hay por qué regalar nada

¿Por qué hay que complacer a ETA y a su entorno? ¿Por qué hay que encaminar la política penitenciaria hacia la amnistía? ¿Por qué hay que mejorar las condiciones de sus presos? ¿Por qué hay que escuchar las reivindicaciones de los terroristas? ¿Por qué hay que otorgarles el rango de interlocutores políticos? ¿Por qué debemos allanar el camino que les lleva al poder? ¿Por qué tenemos que interpretar la ley a favor de quienes nunca la han respetado? ¿Por qué tenemos que dar más voz al partido que ETA recomendó que se votase? ¿Por qué hay que darles más privilegios de los que dicta la ley? ¿Por qué hay que entrar en su juego de mensajes falsos como el de la superación del conflicto? ¿Por qué hay que aceptar el lenguaje de la banda terrorista? ¿Por qué hay que normalizar el País Vasco a la manera de ETA y sus cómplices? ¿Por qué quieren obligarnos a superar el sufrimiento que ellos han causado? ¿Por qué debemos permitirles que sean ellos los que sienten las bases de un ansiado futuro en libertad? ¿Por qué tenemos que integrar a quienes no quieren ser integrados? ¿Por qué tenemos que negociar de tú a tú con quienes están supuestamente derrotados? ¿Por qué tenemos que pasar página? ¿Por qué tenemos que creer ciegamente en la buena voluntad del entorno de ETA? ¿Por qué debemos dar algo a cambio de lo que nunca debió existir? ¿Por qué debemos cerrar precipitadamente una herida que aún respira? ¿Por qué tenemos que olvidar lo inolvidable? ¿Por qué no somos capaces de mandar un claro mensaje a ETA y les permitimos seguir exigiendo?...

Podría seguir añadiendo muchos «por qué» a esta lista de preguntas sin respuesta, pero dejaré que sean ustedes los que las respondan e inventen su último y definitivo «por qué». Durante estos años de negociaciones desmentidas y probadas no he dejado de hacerme siempre la misma pregunta. ¿Por qué tenemos que humillarnos ante ETA? Que alguien me de una buena razón, que no sea el cansancio, la indiferencia, el deber de Estado, el deseo irreal de una libertad mutilada, la esperanza hipotecada, la oportunidad disfrazada o cualquier otro argumento que nos deja de nuevo con la misma pregunta en los labios, ¿Por qué? Sinceramente solo encuentro una razón valida y que respeto: el miedo. El temor es la única causa que puede dividirnos y rebajarnos ante ETA. Y si la organización terrorista está ya derrotada... ¿qué hay que temer? Nadie tiene la certeza de que ETA no vuelva a matar, porque hacerlo es relativamente fácil y depende de las intenciones de las generaciones venideras.

No está en nuestra mano predecir el futuro aunque sí lo está sentar las bases de un presente en libertad e igual para todos.Un futuro en el que vuelvan los exiliados, voten y vivan sin miedo en una tierra que no es solo de los violentos de palabra o de hecho. El País Vasco necesita muchos cambios antes de que Amaiur entre por la puerta grande del Congreso. Mientras ETA siga meciendo la cuna de esta formación política, la ley debe aplicarse con la lupa que usaría cualquier ciudadano si estuviera en su mano decidir si ayuda a la coalición abertzale a formar grupo propio. Y esa ley se ha impuesto junto al sentido común. Y eso es lo que considera poco serio el PSOE y por eso se abstiene en la votación de la Mesa del Congreso, que decide sobre el futuro de la formación política afín a ETA.
Lo serio, al parecer, sería acoplar la ley a su voluntad, como han hecho los socialistas durante todos estos años de humillaciones ante la banda terrorista. Pues aquí está cambiando la música, señores míos. Y, por suerte para los españoles, Rajoy no es Zapatero ni cuando afronta a ETA, ni delante de los principales problemas que influyen en el bienestar de los ciudadanos.

No vamos a mirar al pasado, no hay tiempo que perder... Pero si quienes han mentido y han errado en su política antiterrorista de división durante estos ocho años quieren hoy de verdad estar del lado de la Justicia, la libertad y la dignidad, pueden empezar por apoyar a quienes quieren impedir —porque la ley lo permite— que quienes no condenan los asesinatos de tantos inocentes, gocen de un potente altavoz en las Cortes y otros privilegios inmerecidos.

Inexplicable me resulta la abstención de CiU y PSOE. La decisión de la Mesa del Congreso de los Diputados, a pesar de la falta de coraje de quienes debían tenerlo, ha sido un claro mensaje hacia el entorno de ETA: es la hora de España y seremos los españoles los que marcaremos el paso. Desde luego, no serán una banda de asesinos y sus representantes políticos quienes nos obliguen a aceptar lo inaceptable. Disfrutemos porque la justicia nos ha dado una alegría.

Por Teresa Jiménez-Becerril, Grupo del Partido Popular Europeo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *