No solo votas para elegir a un presidente, sino para comenzar de nuevo

Mientras los estadounidenses acuden a las urnas hoy, 3 de noviembre —el último día de votación para las elecciones de 2020—, la salud de la democracia estadounidense pende de un hilo. Sin embargo, en este momento de crisis, la fortaleza de la democracia también está expuesta. Como dijo Martin Luther King Jr. en su discurso final: “Solo en la oscuridad se pueden ver las estrellas”.

Aunque los funcionarios republicanos se movilizan con frenesí para disuadir a la gente de votar y para impedir que se cuenten algunas boletas, los funcionarios de muchos estados han facilitado la votación más que nunca. California, Nevada, Nueva Jersey y Vermont, junto con Washington D. C., enviaron boletas de voto postal a todos los electores, con lo que se sumaron a otros cinco estados que ya habían hecho lo mismo. Nueva York, Nueva Hampshire y Virginia, entre otros estados, flexibilizaron las reglas para votar en ausencia. En el condado de Harris, Texas —una jurisdicción con una población mayor a la de 26 estados— algunos sitios de votación anticipada permanecieron abiertos toda la noche.

No solo votas para elegir a un presidenteAun cuando el presidente Donald Trump ha celebrado los actos de violencia en contra de las personas que no respaldan su reelección, millones de estadounidenses han aprovechado estas nuevas oportunidades para votar. Más de 97 millones de personas ya emitieron su voto a nivel nacional. En Texas y Hawái, la cifra de votos emitidos antes del día de las elecciones ha superado el total de sufragios en la elección de 2016.

Incluso mientras la pandemia de coronavirus sigue su implacable curso, millones e estadounidenses más planean ponerse cubrebocas hoy y salir a votar en persona. Algunos se formarán durante horas en largas filas —una respuesta heroica a una realidad vergonzosa— a fin de ejercer su derecho a elegir a las personas que los representarán en Washington y en los gobiernos a nivel estatal y local.

En el cúmulo de estas acciones individuales, se renueva nuestra democracia representativa.

Los funcionarios estatales de los centros de votación tienen la obligación de asegurarse de que todos estos votos se cuenten. Ese proceso no terminará el martes. Algunos estados quizá reporten los resultados de manera veloz, pero otros calculan que les llevará días realizar el recuento.

Trump y otros funcionarios del Partido Republicano pueden facilitar el proceso si dejan de lado sus planes de interferir. El 2 de noviembre se frustró un intento de sabotaje cuando un juez federal rechazó un intento de los republicanos de Texas de tirar más de 127.000 papeletas de centros electorales para votar desde el auto en el condado de Harris, que incluye a la ciudad de Houston. Ben Ginsberg, abogado del Partido Republicano en casos de votación durante mucho tiempo —incluida la de Florida en el año 2000— se desvinculó de ese caso. “No hace mucho era un precepto fundamental del Partido Republicano que todos los votos de los electores calificados debían contarse aunque, en ocasiones, no fuera en beneficio del partido”, escribió Ginsberg. Ese debería ser un precepto fundamental para ambos partidos en los próximos días.

Los tribunales, que invariablemente serán convocados por ambos partidos, tienen el deber primordial de elevar al máximo la oportunidad de votar y garantizar que los votos sean contados.

Los candidatos también tienen la obligación de esperar a que se cuenten los votos. Trump ha insinuado que está preparado para atribuirse la victoria antes de que los estados terminen de contar. Ese tipo de aseveraciones prematuras, que a veces se justifican como estrategias poco ortodoxas para ganar, serían irresponsables, sobre todo en el clima actual. Pero también cabe señalar que, aun si alguno de los candidatos hiciera una afirmación similar, esas palabras no invocarían ninguna clase de magia especial. Trump no puede gobernar un segundo periodo con solo declararse ganador.

¿Qué sucede cuando se tengan los resultados? ¿Cuando Estados Unidos haya elegido a un presidente, 35 senadores y 435 representantes, sin mencionar a los funcionarios estatales y locales y los resultados de los referendos? La elección solo es un comienzo.

El candidato ganador y sus simpatizantes celebrarán, pero la importancia de una elección se puede exagerar con facilidad. Lo que se gana no es el derecho a cumplir un conjunto particular de promesas de campaña, sino solo la oportunidad de gobernar.

Los votantes ya hicieron sus propias concesiones al momento de elegir a candidatos que representan algunas de sus prioridades, mas no todas, y algunos de sus valores, mas no todos. Una vez tomadas estas decisiones, los hombres y las mujeres que resultaron electos deben poner manos a la obra y forjar sus propios acuerdos.

Esta nación ya estaba batallando para resolver una variedad de problemas antes de la victoria de Trump en 2016. En el transcurso de los últimos cuatro años, esos desafíos solo han aumentado, en parte debido a que Trump no ha logrado entender cuál es la labor de un presidente. Se ha dedicado a gobernar por decreto, a asediar a sus rivales y a exigir que se rindan. De manera reiterada, ha tomado decisiones con una mentalidad de todo o nada.

Ahora Estados Unidos tiene su oportunidad cuatrienal de empezar de nuevo.

El desafío más inmediato es celebrar una elección libre y justa, para demostrarnos a nosotros mismos antes que a nadie que esta nación sigue comprometida con la democracia representativa y el Estado de derecho. Sin embargo, la votación en sí misma es solo un paso en el proceso. Una vez que se cuenten las papeletas, los ganadores deberán demostrar que pueden gobernar.

El Comité Editorial es un grupo de periodistas de opinión cuyas perspectivas están basadas en experiencia, investigación, debate y ciertos valores de toda la vida. Es una entidad independiente de la sala de redacción.

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