Normalidad y tricornios

En los últimos días, el nacionalismo, hasta hace pocas fechas gobernante en nuestra Comunidad Autónoma, se ha rasgado las vestiduras ante la presencia de representantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y del Ejército en el acto de toma de posesión del lehendakari Patxi López.

Una primera consideración. El acto tuvo lugar en la Casa de Juntas de Gernika, constituida para dicho evento como sede del Parlamento vasco. Y no fue la primera vez que invitados tan criticados por el nacionalismo acudían a la sede del máximo órgano de representación de Euskadi. Ya lo hicieron en el homenaje a Juan Manuel Piñuel Villalón, asesinado por ETA el 14 de mayo de 2008 en Legutiano; y en el que el Parlamento tributó a la memoria del brigada Luis Conde de la Cruz, asesinado en Santoña el 22 de septiembre del mismo año.

Y quiero recordar que el Parlamento vasco, entonces, estaba presidido por una mujer del PNV, sensible al sufrimiento injusto de las víctimas del terrorismo y valiente a la hora de tomar decisiones presuntamente polémicas; y, por eso mismo, respetada y querida por el colectivo de víctimas, más allá de sus legítimas ideas políticas.

La normalidad la constituyen los homenajes antes reseñados. Homenajes extensibles a los cientos de uniformados, policías nacionales, guardias civiles, ertzainas y miembros de las Fuerzas Armadas asesinados por ETA por defender nuestra libertad y el Estado de Derecho; y por evitar, con su labor, tan esencial como incomprendida por algunos, que otros engrosemos esa macabra estadística.

Segunda consideración. La normalidad antes comentada se produce en otras comunidades autónomas. Como en Cataluña, donde al acto solemne de toma de posesión del president de la Generalitat acuden los uniformados -Armada y Ejército del Aire incluidos- que tanto parecen molestar a algunos en Euskadi. Y eso sucede en una comunidad autónoma en la que el president del Parlament de Catalunya es un eximio miembro de Esquerra Republicana.

Tercera consideración. En el acto de Gernika, el protocolo incluye desde siempre el acto de saludo de los mandos de la Policía Autónoma, poniéndose a las órdenes del nuevo lehendakari. Es decir, que los servidores públicos que ejercen el uso legítimo de la violencia en Euskadi se ponen a las órdenes del poder democráticamente constituido. Y quienes actúan contra la delincuencia en nuestra Comunidad Autónoma, además de la Ertzantza, son también la Policía Nacional y la Guardia Civil. Normal es pues que también se pongan a disposición del nuevo lehendakari como representante ordinario del Estado en nuestra Comunidad Autónoma. Como normal es que lo hagan en el resto de Estados de Derecho del universo mundo.

Cuarta consideración, ésta en relación con las Fuerzas Armadas. Es paradójico que quienes instan al Gobierno central a enviarlas al Golfo de Adén para proteger a nuestros atuneros que allí faenan, se rasguen las vestiduras como fariseos de la más vieja escuela cuando sus mandos acuden a ponerse a disposición de la autoridad competente y legítima y, como tal, representante de todos los vascos. También de quienes faenan por el Golfo de Adén.

Podría seguir con otras consideraciones relacionadas con los acontecimientos bélicos (guerra civil) acaecidos en 1936 y 1937 que han salido a colación en la rabieta nacionalista por la presencia de uniformados en Gernika. Los socialistas vascos no necesitamos que nadie nos ilustre sobre aquella guerra que la militancia de mi partido conoció bien por haberla sufrido en primera persona. Pero, hasta donde yo conozco, vivimos en una situación democrática desde hace más de treinta años y las Fuerzas Armadas, como tiene que ser, se hallan sujetas al poder civil.

Entiendo, en fin, que la normalidad de la presencia de uniformados en el acto de toma de posesión del lehendakari (y que he tratado de razonar con datos y hechos en estas líneas), pueda sorprender a quienes han cultivado el hecho diferencial desde el ámbito exclusivo y excluyente de sentimientos que tratan de construir una realidad virtual que uniformice a todos los vascos. Pero estoy sinceramente convencido de que, una vez superada la sorpresa inicial y el 'rebote' subsiguiente, primará la racionalidad y seremos capaces de considerar normal en Euskadi lo que es normal en el resto de comunidades autónomas y en el conjunto de los Estados de Derecho: Que los servidores públicos encargados de velar por nuestra seguridad se pongan a las órdenes del poder legal y legítimamente constituido.

Jesús Loza, parlamentario del PSE-EE y secretario primero del Parlamento vasco.