¿Nos queremos parecer a "los países de nuestro entorno"?

La inflación se descontrola de nuevo y el Gobierno ya no puede decir que hemos tocado techo. Según Eurostat, sólo siete países de la eurozona están sufriendo este fenómeno de repunte, y si Pedro Sánchez aún se defendía el mes pasado revelando en el Congreso que "el IPC intermensual" seguía bajando, ahora somos el segundo país en el que más sube: un 1% en un solo mes, sólo por detrás del 1,3% de Países Bajos.

Curioso: nuestra vieja posesión de Flandes, a la que huye Ferrovial, el líder de los frugales, aquél que impulsa con más virulencia la vuelta a lasa reglas fiscales más rígidas, ahora que ya no hay pandemia y, supuestamente, los fondos europeos deben ayudar al crecimiento...

En los últimos meses, hemos aprendido qué es la inflación subyacente, que es como cuando aprendimos lo que era la prima de riesgo, en la anterior crisis: y en nuestro país pasa una cosa muy rara... La subyacente es más alta que la armonizada, cuando en la eurozona es significativamente al revés. Y aún hay otro dato que desmiente el supuesto control de los precios en España mejor que en el resto de la eurozona: el proceso inflacionario comenzó hace ahora exactamente dos años, tanto a nivel nacional como la Unión Monetaria.

Y en esos 24 meses la subida acumulada es del 14,81% en nuestro país y del 14,77% en la zona euro...

El lunes pasado hubo reunión de ministros de Economía en Bruselas. De la cita salieron dos noticias poderosas. La primera, que se acabó el grifo a chorro del gasto, y en 2024 volverá a operar el pacto de estabilidad: es decir, que en este mes la Comisión quiere ver el plan de consolidación de las cuentas públicas españolas para llevar a la mitad una deuda pública en el 120% y un déficit cercano al 6%.

La segunda, que se tienen que acabar las ayudas indiscriminadas, ésas que algunos Gobiernos más que otros han puesto para atacar el IPC a cañonazos... y que son las únicas que, los datos lo demuestran, funcionan en España. A saber, la excepción ibérica en el precio del gas y los trenes gratis: con el tope al gas sólo estamos demorando un gasto que alguien pagará en el futuro, probablemente usted y yo con nuestros impuestos, y es lo que explica que la inflación subyacente (que no cuenta ese dopaje negativo en la energía) esté más alta que la oficial.

Y con los transportes públicos a precio cero, el Ministerio de Economía ya calculó (antes de imponerlo) que maquillaba el IPC en alrededor de 1,5 puntos. El día que se quite, habrá ese rebote en la inflación.

A los frugales les llaman así porque ellos mismos se autobautizaron, orgullosos. Tiene gracia que una de las pocas palabras españolas que heredó el idioma neerlandés sea gratis. Porque aunque se nos llene la boca con que nos queremos parecer a los países de nuestro entorno, del dicho al hecho hay un trecho.

Si en España no hemos bajado el gasto estructural, sino lo hemos subido en esta época de descontrol de gasto; si no tenemos margen fiscal, con la deuda y el déficit en máximos; si ya se está acabando el efecto maravilloso que causa la inflación en sus inicios, es decir, la subida de los ingresos estatales por impuestos; y ahora toca el efecto parón, por la contracción del consumo... Todo eso significa que España no tendrá músculo para ofrecer las ayudas directas que nos hagan competir con la 'ley Biden' o con las que van a poder implantar Alemania, Francia y Holanda.

Porque, al mismo tiempo, somos un país poco industrializado y con unas leyes no sólo fácilmente cambiantes sino diseñadas, directamente, contra los señores de los puros. Y eso anima poco a la llegada de capitales, que es lo que genera empleo y, con ello, consumo y actividad para volver a crecer; e impuestos y cotizaciones, para pagar policías, jueces, médicos, profesores y pensiones. Por ejemplo.

O los fondos NextGeneration obran rápido su magia o lo de Ferrovial podría ser sólo el principio. Ya que, sea socialista o popular, todas estas nubes negras indican que al próximo Gobierno le va a tocar hacer recortes, levantar ayudas y racionalizar gasto.

Claro, si es que es verdad que nos queremos parecer a los países de nuestro entorno, los de la eurozona.

Alberto D. Prieto, redactor jefe de Política en El Español.

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