Nos va el futuro en ello

Artivista de la Brigada Rebelde Roja llega a la estación central de Glasgow el 1 de noviembre de 2021 para protestar por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26. BEN STANSALL (AFP)
Artivista de la Brigada Rebelde Roja llega a la estación central de Glasgow el 1 de noviembre de 2021 para protestar por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26. BEN STANSALL (AFP)

La necesidad de un golpe de timón hacia un modelo de desarrollo sostenible es un clamor. El propio secretario general de las Naciones Unidas hacía ya sonar la alarma en su discurso inaugural de la Asamblea General el pasado 25 de septiembre. “El mundo debe despertar”, decía. Desde Futuro en Común, damos un paso más allá y señalamos esta Conferencia sobre Cambio Climático, la COP26, como un momento decisivo y de última oportunidad para situar al planeta en la órbita de la sostenibilidad.

Asistimos desde hace décadas a los devastadores impactos que el cambio climático tiene en todo el mundo. Las inundaciones de Alemania o India en el último año, los recurrentes incendios de nuestra península o los temporales como Filomena el invierno pasado, son solo algunos ejemplos de cómo la crisis climática está impactando cada vez más en nuestras vidas. También diversos estudios, como el publicado en la revista Science of the Total Environment, interrelacionan el origen de la pandemia con el cambio climático. ¿Qué más tiene que pasar para que nuestros gobernantes actúen?

La gran paradoja es, además, que el cambio climático lo provocamos personas y países ricos y, en cambio, sus efectos los padecen de forma brutalmente desproporcionada los territorios y personas más empobrecidas del mundo. Existe una correlación clarísima entre nivel de renta y huella ecológica. También entre pobreza, desigualdad, inequidad de género, y sufrir de forma más directa el impacto del cambio climático. Ni Filomena tuvo el mismo impacto en la Cañada Real que en otros barrios más prósperos situados a escasos kilómetros, ni las sequías afectan de la misma manera a la población española que a la que habita el Sahel o los territorios indígenas.

Mientras por estos lares nos acostumbramos al teletrabajo y la dependencia absoluta de la tecnología, llega una subida histórica de la factura de la luz, que irá acompañada del aumento del precio de otras energías por la sencilla razón de que se agotan los recursos de un planeta finito del que nos han enseñado a beneficiarnos como si fuera infinito. En otras partes del mundo, millones de personas se ven obligadas a migrar por culpa de la crisis climática. Y entre las más vulnerables, las mujeres y niñas se dibujan como personas invisibles en un planeta interconectado que nunca ha tenido más desconexión. Conectémonos y hagámoslo pronto. Es urgente.

Diariamente miles de plataformas, instituciones, páginas webs, medios, redes y agentes sociales difunden informaciones preocupantes y contrastadas sobre los efectos de la crisis climática, para que detengamos este sinsentido de una vez por todas. Sin embargo, a día de hoy, parece que sigamos esperando que, de alguna manera, este problema se resuelva solo.

La buena noticia, que la hay, es que en todas las transiciones históricas suceden cambios profundos que, en varios aspectos, son dolorosos, pero que llevan a un avance a largo plazo. En nuestro caso, el cambio climático es la gran amenaza, pero también, la gran esperanza. Como somos sus protagonistas, tenemos en nuestra mano cambiar la trayectoria de estos datos preocupantes sobre el futuro de nuestro planeta.

La COP26 reune a casi todos los gobernantes del mundo en Glasgow, en un foro sin precedentes y con un recuerdo aún demasiado cercano de la covid-19, una pandemia global que sigue azotando con fuerza a los países más desfavorecidos, muchos de los cuales no van a poder asistir a la conferencia. A todos ellos necesitamos transmitirles la urgencia de actuar ahora y, para ello, es fundamental contar con el apoyo de la ciudadanía. Una ciudadanía que, según la encuesta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), mayoritariamente está a favor de medidas gubernamentales más estrictas para hacer frente a la emergencia climática. De la mano de una sociedad consciente y empoderada, capaz de exigir a sus gobernantes y al sector privado que se comprometan en esta COP26, seremos capaces de liderar los cambios que son inaplazables. El momento de actuar es ahora y no podemos esperar más.

Por todo ello, desde Futuro en Común, como alianza que aglutina a más de 50 plataformas y redes, entidades de la sociedad civil, sindicatos y centros de investigación, queremos ser el catalizador de cambio para exigir de forma unánime que en la COP26 nuestro Gobierno eleve la ambición al máximo e impulse que el resto de países sigan este camino.

De esta conferencia debemos salir reforzados, con compromisos claros para reducir las emisiones de gases invernadero al menos un 55% (en comparación con 1990) antes de 2030, para incrementar la contribución de los países ricos a los instrumentos de lucha contra el cambio climático, para revisar y reformular la fiscalidad y para fomentar las nuevas economías limpias. Y, todo ello, con una mirada igualitaria en el marco de los derechos humanos y con el modelo de desarrollo que propone la Agenda 2030 como referencia a seguir.

No es una petición, ni una exigencia. Es el único camino que nos queda. Si actuamos ahora podemos conseguirlo y, ahora sí, nos va el futuro en ello.

Los autores son miembros del grupo motor de Futuro en Común. Laura Adam, del sindicato USO; Manuel Ramos, de la Plataforma de Infancia; y Andrés Amayuelas, de Amycos.

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