“Nosotros” y “ellos”

Las dos palabras son cortas, pero tienen una larga historia. Se trata de “nosotros” y “ellos”. El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es un virtuoso de su empleo. “Nosotros” es el pueblo, incluido el tribuno de la plebe que lo guía. “Ellos” son los poderes establecidos. Estas palabras son el arma más poderosa del provocador político. Con ellas activa en sus adversarios el reflejo de Pávlov, que tanto necesita.

El provocador tiene muchas posibilidades de que sus “enemigos” reaccionen como movidos por un resorte, se indignen y devuelvan el golpe por los mismos medios. Al hacerlo, invierten el principio del “nosotros” y “ellos”, declarando, por su parte, enemigos a los provocadores. La misma canciller alemana sucumbió mucho tiempo a esta tentación en sus relaciones con Alternativa para Alemania (AfD).

Ahora bien, Trump no es ni mucho menos el primer provocador político de la historia. Y Angela Merkel procede de un país que tiene poca experiencia con el fenómeno de esta clase de provocación. Pero, como tantas veces, a Alemania le podría venir bien no solo visitar otros países en su condición de campeona del turismo mundial, sino también aprender de ellos.

De Francia, por ejemplo. Allí rige el principio de la unidad cuando se trata de hacer frente a los nacionalistas de derechas, en este caso, el Frente Nacional de Le Pen, padre e hija. Es lo que en el país galo se denomina el “frente republicano”. La política, los medios de comunicación, y el “justo medio” socialista de izquierdas (“nosotros”) llevan 25 años creyendo que es buena idea aislar y difamar a los votantes de Le Pen (“ellos”). Sin embargo, no lo es, porque así no se está respondiendo a las preguntas que plantea el Frente Nacional sobre la Unión Europea, la inmigración y la globalización. En vez de respuestas, lo que ha habido ha sido arrogancia. En cambio, votación a votación, el Frente Nacional ha ido arraigando cada vez más profundamente en la sociedad. Es casi seguro que Marine Le Pen ganará las elecciones presidenciales. En la primera vuelta. En la segunda, el “frente republicano” probablemente volverá a resistir y la apartará del poder. Ni más ni menos.

Nadie puede aceptar las mentiras, pero debemos aceptar que una democracia pluralista necesita un debate abierto, y no una visión dualista de las cosas en la que se viva con la esperanza de que, algún día, se imponga un “espíritu del mundo” percibido como bueno y avanzado. Retraerse al propio “nosotros” y difamarlos a “ellos” es humano, pero también infantil. Podría ser precisamente lo que quiere Trump: escisión, trivialización, idiotización.

Sin embargo, estamos ante una oportunidad histórica. Puede que la provocación al estilo Trump pase a la historia como un interludio, como un catalizador para la renovación de la democracia liberal. Porque Trump y Le Pen formulan en voz alta y sin ambages las preguntas que, durante mucho tiempo, se han mantenido detrás de un “cordón sanitario”: ¿cómo puede funcionar el euro? ¿Cómo puede funcionar Schengen? ¿Cómo hay que gestionar la inmigración? ¿Quiénes son los perdedores de la globalización? ¿Qué relación hay entre la entrada incontrolada de inmigrantes y la amenaza terrorista?

Los nuevos partidos señalan alternativas, y todo el mundo debería argumentar por qué son buenas o malas. La época de la ausencia de alternativas ha pasado en todas partes de Europa. En Alemania, en Francia, en España, en Italia o en Holanda, los partidos de centro izquierda y de centro derecha han vivido demasiado tiempo en una apacible inactividad.

La República Federal tiene la posibilidad de aprender de los errores de otros países. Puede que recorra el proceso de renovación a cámara rápida. Alternativa para Alemania se fundó en febrero de 2013. La canciller hizo caso omiso de la formación exactamente durante un año y medio. Como no le sirvió de nada, empezó a atacarla y a crear un “frente republicano” alemán. Resultado: dos años después, AfD adelantó por primera vez a la CDU en las elecciones a un Parlamento regional.

Desde entonces —lo cual alimenta cierta esperanza—, la canciller ha hecho también otras declaraciones en relación con la formación. Por ejemplo, que es necesario abordar el tema de AfD, “y hacerlo delimitando claramente las posiciones con argumentos y aplicando una política que de verdad dé una solución duradera a los problemas”. Efectivamente. Tenemos que hablar entre “nosotros”, no los unos de los otros.

Klaus Geiger es redactor de Política Exterior de Die Welt. Traducción de News Clips.

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