Nuestra Invencible

Acaba de emitirse un documental de la BBC sobre nuestra querida Armada Invencible que habrá puesto de luto a unos cuantos. A unos cuantos españoles, se entiende. La historiadora y directora de documentales Lucy Worsley es la autora. No sabía ella que estaba tocando materia sensiblemente franquista y que, de ser española, el documental que ha tenido la osadía de rodar la hubiera convertido automáticamente en españolista conservadora y nacionalcatólica. Como es británica está a salvo de estas contingencias y no se arriesga a que aparezca algún seudoclérigo vociferante y acomplejado pidiendo excomunión ideológica o acusándola de inconstitucional con las bendiciones de la prensa del movimiento y el esperable coro de monaguillos.

Estos problemas vienen de antes pero no han mejorado precisamente en los últimos tiempos. Un trabajo recién publicado de Félix Ovejero explora, entre otros asuntos, «las causas del giro oscurantista de las humanidades». En Sobrevivir al naufragio. El sentido de la política (Página Indómita, 2020) el autor nos enfrenta a realidades inquietantes: «Se valoran moralmente los resultados para estigmatizar a los investigadores. En estas condiciones la ciencia, además de compromiso con la verdad, requiere un coraje al alcance de pocos. Y éste, por lo que sabemos, escasea, pues los académicos responden a incentivos como el resto de los mortales. Peor aún: el miedo a la censura, al ostracismo social, a quedarse sin presupuestos de investigación, los conduce no solo a la autocensura, sino también a la mentira» (pág. 44). Cuando dentro de 50 o 100 años se estudie esta época ideológicamente exaltada, «el peor campo de batalla para la razón», los libros de Ovejero serán imprescindibles para entender el avance del irracionalismo dentro y fuera de España. En contra de la opinión de su propio autor no es un libro pesimista y sí desafiante. Porque la verdad, como la democracia, son dos aspiraciones humanas que nunca han sido dadas de una vez y para siempre sino que hay que luchar por ellas cada día.

La pequeña o gran verdad por la que luchamos en este artículo es mucho más visible hoy que hace unos años y esto gracias, en gran parte, a la infantería de provincias. El asunto no es insignificante porque ha estado ininterrumpidamente presente en los libros de texto españoles e ingleses durante siglos. Por lo tanto, algún interés tendrá, y este es de manera muy destacada la elevación de la Gran Armada a mito fundacional inglés. Por ese motivo ha estado y está en los libros de texto no solo de los niños y adolescentes ingleses, sino incluso en los manuales con que se prepara a los extranjeros el examen para adquirir la nacionalidad inglesa. Y esa es la razón también de que haya estado en los libros de texto españoles generación tras generación. Los motivos por los cuales esto ha sucedido deberían ser investigados si se quiere comprender el fenómeno de subordinación cultural que nuestro país padece desde hace siglos. A nadie con dos dedos de frente escapa que sería de todo punto inverosímil que los niños ingleses tuvieran en sus libros de texto hechos mitificados de la historia de España. Pero lo contrario ha sucedido. ¿Por qué?

Hace pocos días, el diario El País se hizo eco de la existencia del documental con el titular «Las fake news derrotaron a la Armada Invencible. La BBC emite un reportaje admitiendo el mayor bulo de la historia de Inglaterra y cómo el mito de la batalla ha sido utilizado por monarcas, artistas y políticos hasta la actualidad». Y aquí se hace imposible no recordar cómo en las páginas de ese mismo periódico un conocido catedrático afirmaba que estas eran cosas viejas, puntos de vista anticuados que ya a nadie interesaban.

Esta victoria, cuatro siglos después, contra la manipulación de la historia, cobra cuerpo con el Congreso Internacional La Armada Española de 1588 y la Contra Armada Inglesa de 1589 (23/26 de abril de 2019). Pero viene de antes. Merece ser recordado José Luis Casado Soto, director del Museo de Cantabria, que en los 80 comenzó a publicar sus investigaciones, las cuales contradecían la versión aceptada y habitual. Su estudio de la contabilidad de la Gran Armada abrió muchos caminos de verdad entre las brumas de la leyenda. Él y otros, como mi paisano el ingeniero Antonio Luis Gómez Beltrán, han ido horadando el mito inglés hasta llegar al congreso organizado por el arqueólogo y director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, Iván Negueruela, que consiguió armar un pequeño revuelo académico y es el origen del documental que comentamos, y que forma parte de la serie que lleva el expresivo título Royal History’s Biggest Fibs (Los mayores bulos de la historia real). Esperemos que pronto sea posible verlo en las televisiones españolas y que no le pase como a otro documental de la BBC, The Myth of the Spanish Inquisition, que ofrece de la Inquisición una visión muy distinta del espeluznante relato habitual, pero que ni siquiera está traducido al español. Es posible que esto suceda también a este documental y es posible porque el mainstreen de las élites culturales españolas compró la mercancía averiada de la leyenda negra y ha construido con este argumentario su prestigio y su superioridad moral frente a un país del que dicen abochornarse perpetuamente. De manera que tienen un interés muy particular en dejar las cosas como están o en arrastrar la verdad de los hechos históricos al campo de la ideología. Ahora no pueden bajarse del burro sin hacer el más espantoso de los ridículos. Eso como mínimo. Si esto sucediera y el documental no fuese emitido en el plazo razonable de seis meses, me comprometo a hacerlo llegar al público español, si no traducido, al menos subtitulado.

Todo lo dicho viene a condensarse en un punto muy concreto. Que teniendo bula ultrapirenaica con el documental de la BBC, e ibérica (la palabra española debe evitarse en los nuevos tiempos) con el diario El País, que es como el Barça, más que un club, no hay excusa ya para que no se corrijan los libros de texto. Son dos nihil obstat de naturaleza cuasi metafísica para los complejos españoles. Ahora es el momento para decir lo que hay que decir y debió ser dicho hace mucho. Entre 1585 y 1604 hubo una guerra entre Inglaterra y España que acabó con el Tratado de Londres que favorecía a España claramente. La Invencible, y menos con este nombre, no debe volver a estar en los libros de texto españoles sino como ejemplo de la manipulación a que la historia de España ha estado sometida durante siglos, no por culpa de los ingleses, que han hecho bien en velar por su autoestima, sus mitos y su historia nacional, sino por abandono nuestro. Porque si nos descuidamos, cuando despertemos de la pesadilla del coronavirus, el dinosaurio seguirá estando ahí.

María Elvira Roca Barea es profesora y ensayista. Su último libro es Fracasología (Premio Espasa de Ensayo).

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