Llevamos dos años inmersos en una transformación comparable en importancia a la primera Revolución Industrial. Pero frente a previsiones de los expertos sobre el impacto de la inteligencia artificial que van de lo panglossiano a lo apocalíptico, ¿ya estamos en condiciones de decir algo sobre lo que presagia? Yo creo que sí.
En primer lugar, ni el nirvana ni la extinción humana llegarán pronto. Por el contrario, tenemos por delante muchos años de inestabilidad. La tecnología de la IA seguirá progresando a paso acelerado, con capacidades cada vez más notables. Ni siquiera hemos agotado los modelos actuales basados en transformadores (que dependen, en gran medida, del cálculo por fuerza bruta), y ya se están realizando enormes esfuerzos para desarrollar mejores modelos, tecnologías de semiconductores, arquitecturas de procesadores, algoritmos y métodos de entrenamiento. Con el tiempo, llegaremos a sistemas de inteligencia artificial general que igualen o superen el intelecto humano.
Por ahora, sin embargo, la IA sigue siendo muy limitada. Ni siquiera puede preparar una comida o sacar a pasear al perro, y mucho menos librar una guerra o administrar una organización. Una superinteligencia malévola no se apoderará del planeta en el corto plazo. Pero cómo se desarrolle la revolución de la IA -y la proporción entre progreso y dolor- dependerá de una serie de carreras entre la tecnología y las instituciones humanas. De momento, la tecnología está dejando atrás a las instituciones humanas.
Yo soy muy optimista sobre los potenciales beneficios de la IA, y veo avances fascinantes y alentadores en el campo de la educación, del arte, de la medicina, de la robótica, entre otros. Pero también veo riesgos que, en su mayoría, no se están abordando. Lo que sigue es un breve recorrido, necesariamente simplista.
Es complicado
Al igual que ocurrió durante la primera Revolución Industrial, los efectos de la IA en el empleo y los ingresos se distribuirán de manera caprichosa, apareciendo a menudo sin previo aviso. La trayectoria general del producto interior bruto puede parecer maravillosamente positiva y suave, pero debajo de esa curva limpia habrá mucho dolor y ansiedad para un número considerable de personas, en todos los niveles de la sociedad, además de nuevas oportunidades para muchos y enormes fortunas para algunos.
Actualmente, la IA es más adecuada para automatizar actividades muy complejas, pero también muy estructuradas: transitar por calles, clasificar imágenes, jugar al ajedrez, utilizar idiomas (tanto humanos como informáticos). Pero el efecto real de la IA en una determinada actividad humana depende de tres variables: el ritmo y el grado de automatización, los niveles de habilidades humanas asociadas a las actividades que pueden (y no pueden) automatizarse, y -lo que es crucial- cuánta demanda adicional se creará a partir de la disponibilidad de automatización barata mediante IA.
Lo que esto significa en la práctica puede ser bastante sorprendente. Veamos algunos ejemplos, empezando por la traducción de idiomas. Hace poco hablé con dos expertos eminentes en IA, uno después del otro. El primero sostenía que la IA pronto eliminará por completo a los traductores humanos, porque la traducción por IA será básicamente perfecta en cinco años. Pero el segundo experto decía que necesitaremos más traductores que nunca. A medida que la IA permita la traducción rápida y barata de absolutamente cualquier cosa, se producirá una explosión de material traducido, y hará falta una supervisión humana para entrenar y mejorar los sistemas de IA, y también para revisar y corregir los materiales más importantes.
Tras investigar más a fondo, llegué a la conclusión de que esta segunda opinión es más acertada. Efectivamente habrá una enorme explosión en lo que se traduce (de hecho, ya la hay); y, para algunas cosas, seguiremos necesitando supervisión humana. La traducción no es sólo para los reportes meteorológicos y los menús, sino también para el FBI, la CIA, las empresas químicas, los fabricantes de dispositivos médicos, los médicos de urgencias, los líderes mundiales, los cirujanos, los pilotos de avión, los comandos y las líneas directas de prevención del suicidio. Aunque las funciones de los traductores humanos se desplazarán hacia la capacitación, la supervisión y la corrección de los sistemas de IA, es probable que sigamos necesitando traductores durante mucho tiempo.
Interrogantes similares se plantean en otros campos. Muchos creen que los ingenieros de software tienen los días contados, porque la IA se está volviendo realmente buena haciendo lo que ellos hacen, utilizando sólo instrucciones humanas no técnicas. Pero otros sostienen que esta tendencia impulsará un enorme aumento de la cantidad y complejidad del software producido, lo que requerirá muchos especialistas humanos para conceptualizar, organizar, verificar y supervisar este enorme cuerpo de código. En este punto, aún no hay consenso sobre los efectos laborales netos de la IA.
Para los abogados, el futuro se presenta más difícil. Aún es demasiado pronto, pero ya he tenido numerosas conversaciones de este tipo: necesitábamos un acuerdo de empleo/inversión/asociación/adquisición, pero nuestro abogado tardaba una eternidad, así que le pedimos a Perplexity (un servicio de IA) que lo hiciera en su lugar, y funciona. Hicimos que un abogado lo revisara y estaba todo bien, así que ya no necesitamos más abogados, salvo para revisar cosas.
Y, a diferencia de la traducción de idiomas, no parece probable que la IA vaya a multiplicar por mil el trabajo legal. Por lo tanto, preveo que la abogacía se verá sometida a presión y que los seres humanos se encargarán únicamente de los casos complejos que requieran expertos altamente calificados. Por el contrario, en otras profesiones -como la contabilidad y la auditoría-, la IA aliviará la grave escasez de profesionales calificados.
Pensemos ahora en la conducción. El foco actual (y totalmente justificado) en los vehículos autónomos ha ocultado algo más: la IA ya ha descalificado la conducción como profesión. Hace veinte años, un taxista urbano tenía que ser inteligente, estar atento y tener una memoria excelente. Pero ahora, el legendario dominio del “conocimiento” de los taxistas londinenses ya no es necesario. La disponibilidad de indicaciones giro a giro basadas en inteligencia artificial en todos los teléfonos ha convertido la conducción profesional en un trabajo inconsciente para las plataformas de transporte privado. Y cuando la conducción autónoma sea lo suficientemente buena (ya casi lo es), estos trabajos desaparecerán por completo.
Ahora consideremos la robótica (de la que los vehículos autónomos son, de hecho, sólo un ejemplo). Con la IA generativa, estamos asistiendo a una revolución que acabará afectando a todas las actividades físicas, desde el trabajo manual hasta las tareas domésticas y la guerra. La inversión de capital riesgo en robótica ha aumentado marcadamente hasta alcanzar miles de millones de dólares este año, lo que sugiere que la industria de capital de riesgo está haciendo grandes apuestas a que los robots empezarán a sustituir a los seres humanos a gran escala en los próximos cinco años. Las primeras actividades que se automatizarán por completo serán las de entornos muy estructurados y controlados -almacenes, centros de distribución, supermercados y líneas de producción-. La automatización tardará más en llegar a las actividades no estructuradas cercanas a los seres humanos (como en el hogar o en la carretera), pero también ahí se está haciendo progreso.
Los nuevos sonámbulos
Otro terreno en el que la IA ha progresado con una rapidez aterradora es el armamento. En este caso, la analogía relevante no es la Revolución Industrial, sino la Primera Guerra Mundial. En 1914, muchos en ambos bandos pensaban que la guerra sería relativamente indolora, pero las nuevas tecnologías -ametralladoras, explosivos, artillería y armas químicas- provocaron matanzas horrorosas.
Y me temo que, en la actualidad, pocos líderes políticos o militares comprenden lo mortífera que podría ser la guerra impulsada por IA. La IA eliminará a los seres humanos de muchos roles de combate, pero también significará que cualquier ser humano que esté en combate podrá ser asesinado con extrema eficacia. ¿Esto dará lugar a guerras asépticas sin combatientes humanos o a una carnicería sin precedentes? La evidencia temprana de Ucrania no es alentadora.
Los sistemas baratos impulsados por IA también están desestabilizando las fuentes del poder militar nacional al hacer que los sistemas costosos controlados por humanos, como los vehículos blindados, los barcos y los aviones, sean extremadamente vulnerables a las armas baratas controladas por IA. Y lo que es peor, esto está ocurriendo al comienzo de una nueva guerra fría y durante un período de mayor inestabilidad política interna en todo Occidente. ¿Y qué significará la IA para el control de armas? ¿Se interpretará la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos para proteger las armas controladas por IA que puedan colocarse en la ventana de una habitación de hotel y programarse para apuntar a cualquiera que esté abajo, o a una persona específica, una semana después?
Una última preocupación es la desinformación. Si bien la IA ya es capaz de producir falsedades bastante realistas en textos, imágenes, vídeos cortos y audio, muchos observadores se han consolado con el papel aparentemente menor que las falsedades generadas por IA han tenido, hasta ahora, en las elecciones y los medios de comunicación. Pero sería demasiado prematuro cantar victoria. Por ahora, a las organizaciones de noticias de renombre, a las principales plataformas de Internet y a los servicios de inteligencia nacionales les resulta bastante fácil determinar qué es real y qué es falso. Pero la tecnología de IA aún está en pañales. ¿Qué ocurrirá dentro de diez años (o posiblemente antes) cuando nadie pueda decir con certeza qué es real?
Estas cuestiones se plantearán en muchos ámbitos. Una consecuencia evidente es que los países necesitan reinventar y reforzar sus redes de seguridad social y sus sistemas educativos para navegar en un mundo en el que habilidades y profesiones enteras aparecerán y desaparecerán con rapidez y frecuencia. El enfado que vemos entre las personas que han quedado rezagadas en los últimos 30 años de globalización probablemente parecerá leve comparado con lo que podría provocar la IA, a menos que estemos preparados. Del mismo modo, necesitamos una regulación extremadamente estricta de las ultra falsificaciones, que incluya requisitos de etiquetado y sanciones penales severas para la producción o distribución de falsificaciones no etiquetadas.
Bienvenidos al futuro. Espero que podamos abrazarlo, porque llegará, nos guste o no.
Charles Ferguson, a technology investor and policy analyst, is Director of the Oscar-winning documentary Inside Job.