Nuestros políticos, fuera del mundo

Tras una campaña electoral de dos meses, ninguno de los cuatro líderes parlamentarios ha dedicado aún una reflexión sobre las relaciones internacionales o la política exterior de nuestro país. Es ésta una Nación de líderes acomplejados que no hablan más que de sí mismos y de sus partidos. Nada les importan los problemas y el futuro del país que aspiran a gobernar.

Tenemos líderes de andar por casa sin capacidad para resolver problemas internos que ellos crean y para marcar la influencia de España en el mundo. Líderes de partidos que no representan a una sociedad abierta y a un tejido empresarial con una sobresaliente actividad comercial exterior -que nos salvó durante la larga crisis-. Lo exterior importa mucho a las empresas y a la sociedad española. Nada que ver lo que ocurre aquí con la campaña del presidente Macron, por ejemplo, volcada en el papel de Francia en Europa y en el mundo.

En los debates de televisión entre los principales candidatos no ha habido una sola mención directa o indirecta a Europa o a la gobernanza global. A los periodistas que dirigieron los debates tampoco se les ocurrió preguntar por las propuestas para ser influyentes en Europa o para ganar los mercados en Asia-Pacífico, o sobre la venta continua de armas a Arabia Saudí para que prosiga el asesinato de miles de personas, y a otros países en conflicto. Ha sido una campaña que revela la mediocridad intelectual de estos líderes que tanto se preocupan de sí y de sus partidos. Palurdos. Para ellos, España y los españoles no están en el planeta Tierra.

No tienen preocupación alguna por los intereses generales de España ni por los problemas de futuro que son ya una realidad: los escenarios internacionales del proteccionismo comercial, la expansión rusa y china, el fin de ciclo económico y su repercusión interna y externa, la reforma de las instituciones internacionales, las sanciones sin fundamento a Irán por EEUU que nos llevarán a otra crisis energética, las relaciones con Marruecos y el Sáhara, etcétera.

La política exterior, al menos, aparece en algunos programas electorales.

En el programa electoral del PSOE, la política exterior ocupa una apreciable extensión y cierta elaboración difícil de resumir. La política migratoria y la de asilo (que son distintas) son mencionadas como parte de la acción internacional en casi todos los programas, pero no en el de los socialistas. No obstante, destaca positivamente la afirmación del PSOE de alejarse de "concepciones no realistas" y "demagógicas", como la de "fronteras abiertas", marcando diferencia con las ONG y las tertulias buenistas que tanto critican la aplicación de las normas comunes europeas. Reconocen que debe haber prioridad de los inmigrantes de América y África, en especial, para ser coherentes con las políticas de cooperación y la presencia de España en casi todos los Estados de África noroccidental.

El PSOE confunde la obligación internacional ineludible y sancionable de transponer al Derecho español una directiva (relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos) con una propuesta propia como si fuera una opción partidista. No es nueva esa apropiación del acervo europeo; la famosa Ley de Zapatero sobre la igualdad no fue sino la transposición con mucho retraso de un conjunto de directivas que España incumplía. Pero envolvieron como un regalo propio lo que fue una decisión europea. Inexplicablemente, el PSOE se apodera, como éxito o acción unilateral propia, del nuevo acuerdo UE-Marruecos sobre pesca. En fin, es el suyo un programa con alusiones al compromiso con la Agenda 2030, a las relaciones con China y Japón, al multilateralismo eficaz con la ONU, a la lucha contra el cambio climático, a la necesaria defensa de nuestra notable reputación internacional (en democracia, derechos humanos, presencia global, desarrollo humano, potencia económica) -conseguida en muchos años y no en 10 meses de Gobierno Sánchez y, en todo caso, debiera notificar esa gran reputación a sus apoyos independentistas-. Un programa al menos y, a pesar de todo, aceptable, con almibarado culto al líder incluido.

Unidas Podemos se explaya con tres programas para las generales (el largo, el corto de lectura fácil y el constitucional) pero sin dedicar un apartado sistemático a la política exterior o a las relaciones internacionales. En el que llama "constitucional" relaciona el artículo 10.2 de la Carta Magna, sobre la obligación de interpretar las normas constitucionales de conformidad con los convenios de derechos humanos, para "prohibir los desalojos sin alternativa habitacional" o con la retirada de medallas a franquistas o la incriminación del fascismo franquista (no el fascismo independentista).

Lo que llaman la "irresponsabilidad del Rey" no la quieren comparar con la reconocida irresponsabilidad constitucional de los jefes de Estados republicanos; ni nada dicen sobre el sistema hereditario entre parejas en la jefatura de Podemos. ¿Hasta qué punto son aceptables en el siglo XXI los derechos sucesorios del cónyuge (y no viudo), más propios del viejo Derecho privado?

Es público que Podemos aboga por la derogación del reformado art. 135 CE que estableció la disciplina financiera exigida por la Unión Europea: no gastar mucho más de lo que se ingresa. Y ocultan o desconocen que esa pretendida derogación violaría el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza. Y callan sobre su defensa de la retirada de España de la UE, pues el art. 135 traduce una obligación para todas las Partes del Tratado de incluir expresamente en normas "preferentemente de rango constitucional" la obligación de disciplina financiera (art. 3.2). Ignorancia o mentiras. Y nada que comentar de la propuesta naif de "democratizar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con la creación de una Asamblea Parlamentaria en la ONU", elegida democráticamente a escala universal. Claro que el PSOE también promueve esa asamblea parlamentaria mundial. Y todo sin reformar la Carta de la ONU. Es de agradecer que Podemos confíe en España como «impulsora de la democracia internacional» -nosotros que estamos entre los 20 primeros del mundo-, aunque esta democracia no les represente y se inventen presos políticos. Lástima que PSOE y Podemos no llevaran estas propuestas a los debates televisivos. Para sonreír un rato, todas unidas (y todos).

Ciudadanos, por su parte, en su elemental y corto programa (tiene otro de lectura todavía más fácil, la última moda) apenas trata la política exterior. Se disemina entre un apartado dedicado a la política de "seguridad y defensa" (que confunde con el trato a los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado y la criminalidad interna) y su declaración de intenciones sobre una España líder en el mundo con propuestas algo peregrinas.

Para Cs, reforzar la posición de España en el mundo pasa por reformar la euroorden, declarar festivo el 9 de mayo o defender los derechos de los exiliados venezolanos... Es loable su propuesta de reforma de la desdichada Ley del Partido Popular sobre Acción Exterior que ha facilitado la asilvestrada acción exterior de los Gobiernos independentistas de Cataluña. Pero no explican cómo harán para que cada euro invertido en Cooperación para el Desarrollo y la Agenda 2030 tenga mayor impacto. Un brindis al sol. Simplicidad total.

El PP, por último, aborda la política exterior en un programa-empanada que se mezcla con el programa de las municipales y autonómicas (tres en uno). En los retos globales de una sociedad abierta se mezcla el terrorismo o la inmigración con la lucha contra los okupas y los manteros o la explotación sexual... Lo que llaman Acción exterior se concreta en referencias aceptables a nuestra expansión comercial en Asia-Pacífico, el marco mediterráneo y ofertas de nuevo tratado de amistad a Marruecos, diplomacia cultural o la pretensión de hacer de España un doble punto de interconexión atlántica con EEUU y con África para promover las inversiones con doble dirección. Suena bien, pero nada más. Y le dedica un par de hojas densas, a la UE y sus responsabilidades compartidas con España.

Lástima que los dos partidos que tienen programa de política exterior (PSOE y PP) no hayan debatido sobre nuestro papel en el mundo. Sus egos no dan para más.

Araceli Mangas Martín es Académica de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la UCM.

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