Nueva Orleans: la resurrección de la Atlántida

Por Henry Kamen, historiador y autor de obras como El Gran Duque de Alba o Imperio: La forja de España como potencia mundial (EL MUNDO, 09/09/05):

Nada parecido al desastre de Nueva Orleans ha sucedido en Europa, excepto en tiempos de guerra. Es la mayor catástrofe jamás habida en el continente de Estados Unidos. Podemos citar las estadísticas, pero aun así no ayudan a visualizar la magnitud de la tragedia.El 80% de la ciudad se hallaba bajo las aguas, distritos residenciales enteros han desaparecido por completo, la mortalidad (según el alcalde de la ciudad) se contará por miles, llegando posiblemente a triplicar el número de muertos en Nueva York en el fatídico 11 de Septiembre. «¿Ve usted ese edificio?», le dice un hombre a un sorprendido fotógrafo de televisión, «ayer no estaba allí».El mar había arrastrado un kilómetro tierra adentro todo un edificio de cuatro plantas. Decenas de miles de ciudadanos, blancos y negros, perdían en cuestión de horas sus casas, sus trabajos, y a miembros de sus familias. La ciudad ha quedado incomunicada, sin electricidad, sin servicios, nada. Ha dejado de existir, y continuará en este estado durante muchos meses. Rara vez en la historia del mundo, exceptuando la desaparición de la Atlántida, una ciudad se ha visto tan doblegada como la de Nueva Orleans.

Si bien Nueva Orleans tuvo un pasado español, éste fue breve y superficial. La ciudad, realmente, fue siempre francesa. Fundada en 1718, tomó el nombre en honor del duque de Orleans (quien casualmente ayudó a liberar España de los ingleses durante la Guerra de Sucesión Española), fue concedida a España en 1762, como compensación por una guerra en la que España había perdido literalmente todo su imperio de ultramar a manos de los británicos.En ese desafortunado año de 1762, las fuerzas navales británicas se apropiaron de Cuba, las Filipinas y La Florida. Fue una derrota de dimensiones aún mayores que aquélla que sufrirían un siglo después, en 1898. Pero aquellos asombrosos acontecimientos casi nunca afloran en los libros de Historia, principalmente porque los británicos en seguida devolvieron la mayoría de las conquistas.España se quedó con una herencia dudosa, un vasto territorio llamado Luisiana que nunca consiguió controlar o poblar. El nuevo gobernador español en Nueva Orleans, Antonio de Ulloa, llegó en 1766. Su primer problema fue intentar coexistir con la población residente francesa, que en lugar de emigrar con el cambio de dueños, mantuvo sus casas y su cultura. El gobernador tenía instrucciones estrictas de respetar las leyes francesas existentes, y así lo cumplió hasta el punto de no izar la bandera española en la ciudad.En 1768, los franceses provocaron disturbios en contra de Ulloa, tomando como tema el buen vino de su patria, que querían importar en lugar del vino barato de España. Deambulaban por las calles de la ciudad gritando «viva el rey, viva el buen vino de Burdeos», diciendo que jamás «se sujetarían a beber el repugnante vino de Cataluña». Ulloa se vio forzado a abandonar la ciudad rápidamente y embarcó hacia Cuba.

Los españoles, con el tiempo, hicieron valer su autoridad, pero nunca consiguieron cambiar el carácter y el idioma francés de los pobladores. En 1788 un gran fuego destruyó la mayor parte de la antigua ciudad, y los españoles ayudaron a su reconstrucción.Construyeron la nueva catedral de San Luis, y muchas de las estructuras religiosas. Pero la restaurada ciudad sólo permaneció española durante otros 12 años. Luisiana fue posteriormente devuelta a Francia en 1801, y dos años después era vendida a Estados Unidos por la suma de 15 millones de dólares.

Bajo el control norteamericano, la ciudad se convirtió en un fenómeno cultural único, una ciudad francesa imbuida de cultura anglosajona y habitada por una población negra. Aunque tiene uno de los mayores niveles de pobreza de Estados Unidos, y una tasa de crimen 10 veces más que el promedio nacional, era querida y visitada por su estilo de vida. Era The Big Easy, donde el lema extraoficial era laissez rouler les bons temps (dejad que los buenos tiempos rueden). Los que hemos paseado por sus calles, sentado en Jackson Square contemplando el río, degustando beignets con café en el Café du Monde, y cenando una noche en Galatoire's, conservaremos un sentimiento que nada ni nadie puede desvanecer.¿Pero cuánto ha quedado de esa ciudad? The French Quarter (el Barrio Francés) ha logrado escapar de daños graves. Sin embargo, en todas partes el destrozo es tan severo que se hace increíble.En el Garden District el viento y los árboles han destruido los edificios. Los tejados de grandes estructuras han sido arrancados.Pasarán tres meses antes de que se pueda bombear todo el agua de las calles inundadas, una operación que comenzó el martes.Pero lo peor de todo, un incontable número de residentes de todas condiciones han desaparecido bajo las aguas o bajo los cascotes.

La tragedia, más que cualquier otra cosa, se cuenta en vidas.Miles han perecido, muchos porque no contaban con los recursos para escapar con la rapidez necesaria, otros simplemente porque tomaron la imprudente decisión de desobedecer la orden de evacuación.La mayoría de las víctimas parece provenir de los distritos más pobres. Se aferraron a sus casas hasta que el nivel de las aguas les obligó a intentar escapar a través de los tejados.

Una combinación de las fuerzas irresistibles de la Naturaleza y la innata obstinación del hombre han traído la tragedia. Ha habido un torrente de críticas contra el presidente George W.Bush, como si Bush hubiera creado el huracán Katrina y dado lugar al desastre. Los críticos obviamente se olvidan de que Bush declaró Nueva Orleans zona de desastre incluso antes de que el huracán golpeara, y que la dirección de la crisis ha sido principalmente hasta ahora una responsabilidad del estado de Luisiana, de la que no se puede culpar al Gobierno federal. Dentro de los límites de lo que es posible, el papel de la agencia federal ha sido hasta el momento positivo. Como Bush ha subrayado: «Sólo acabamos de empezar». Esto no cambia el hecho de que se han cometido grandes errores, y que se continúan cometiendo.

Expertos ambientales cuestionan si es correcto bombear los millones de galones de agua contaminada de la ciudad dentro del cercano lago Pontchartrain. Hay un largo camino que recorrer, y meses de duro trabajo por delante. Aquí es donde los amigos y enemigos de Estados Unidos han mostrado su deseo de ayudar. Ciudadanos particulares de la Nación ya han conseguido 200 millones de dólares para ayudar a las víctimas. Sesenta mil casas a lo ancho de la Nación han abierto sus puertas para recibir a los refugiados del desastre. En momentos como éstos, uno entiende lo que ayuda a crear una Nación.

Sólo Al Qaeda ha tenido el mal gusto de calificar la devastación de la Costa del Golfo de castigo de Dios a los americanos. Según la prensa, unos 94 países han ofrecido ayuda. Ha habido una respuesta generosa de Australia, Francia, Alemania, Inglaterra y Sri Lanka, entre otros muchos que han dedicado dinero y recursos para ayudar a las víctimas del desastre. Una declaración de la Union Europea dice: «Aviones italianos y alemanes ya han aterrizado en Estados Unidos con suministro de alimentos y ayudas materiales, y Francia ha informado a Estados Unidos de que tiene equipamiento almacenado en el Caribe, listo para ser embarcado hacia las zonas más afectadas».Un periódico español señala que «las ONG españolas no tienen previsto enviar ayuda humanitaria a EEUU». ¿No saben que miles de personas han muerto, decenas de miles han quedado sin hogar, barrios enteros han desaparecido, 150.000 casas están inundadas de agua, todo el sistema de suministro de agua está contaminado, y que la ciudad no tiene dinero para enfrentarse a tal situación? La información de que se dispone a día de hoy, cuando el Gobierno ha ordenado que abandonen la ciudad las 10.000 personas que todavía quedan en ella, es que alrededor de 800 niños han desaparecido, y también 100 ciudadanos británicos (otras naciones no han dado aún cifras). ¿Cómo se puede excusar la indiferencia ante el enorme horror de lo ocurrido? Los japoneses han enviado generadores eléctricos, Italia ha enviado camas y comida, Venezuela ha ofrecido petróleo a buen precio, Australia ha enviado 7,5 millones de dólares, incluso la pequeña Sri Lanka ha enviado 25.000 millones de dólares. El actor George Clooney ha dado un millón de dólares para las víctimas. El pequeño estado de Qatar ha enviado 100 millones de dólares, Kuwait ha enviado 500 millones de dólares, y la OPEP ha dicho a sus 26 naciones miembro que pongan en circulación el equivalente de dos millones de barriles de petróleo por día de las reservas estratégicas.

El mundo fue generoso con la ayuda a las víctimas del tsunami en el sureste asiático. Ahora demuestra su generosidad hacia los americanos con el valiente y largo esfuerzo que se necesita para hacer resurgir la Atlántida del mar.