Nuevo nuncio y nueva etapa en las relaciones Iglesia-Estado

La designación del arzobispo italiano Renzo Fratini como nuevo nuncio apostólico en España puede abrir una nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia católica y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Si esto se produjera, sería beneficioso tanto para la Iglesia católica como para el conjunto de la sociedad. Que Fratini haya desarrollado su labor diplomática en embajadas de países muchas veces hostiles al cristianismo, como Pakistán, Indonesia o Nigeria, es, a buen seguro, una de las causas que han conducido a la Santa Sede a su nombramiento como nuncio en España.

Puede deducirse que España es el país de Europa en el que las relaciones Iglesia-Estado son más complicadas o se han visto más deterioradas. Pero en comparación con los países islámicos en los que el nuevo nuncio ha residido, España podrá llegar a parecerle un bálsamo. Aunque piense que a los católicos españoles se les han vulnerado algunos de sus derechos fundamentales, concluirá también que ya podrían vivir como ellos las minorías cristianas en los países de tradición islámica que ha llegado a conocer de primera mano.

Sirva de ejemplo que hace menos de un año, presidiendo la delegación diplomática vaticana en Nigeria, el arzobispo Fratini fue testigo del asesinato de cientos de personas, como resultado de los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. Y cabe también recordar que hace una década, como nuncio en Indonesia -el país con mayor número de musulmanes-, asistió a la secesión de Timor Oriental, lograda después de una dura represión de las fuerzas armadas contra la población local, mayoritariamente católica.

Su amplio conocimiento de la cultura islámica, con la que ha convivido durante más de quince años, no le resultará especialmente útil en su nuevo destino. Pero sí le servirá su experiencia en la mediación y la búsqueda de soluciones en pugnas en las que las minorías cristianas de las naciones en las que con anterioridad ha sido destinado han intervenido o de las que han sido víctimas.

La persecución de cristianos en países de mayoría musulmana, en donde el fundamentalismo islámico se ha acrecentado en los últimos años, no sólo representa una situación que no puede compararse con la política laicista del Gobierno socialista español en una sociedad secularizada, sino que, a la vez, sus raíces son absolutamente diferentes. Pero tanto en un caso como en otro, el derecho internacional público y, más en concreto, los instrumentos y las habilidades diplomáticas pueden salir en ayuda de la Iglesia católica, en defensa de sus derechos o pretensiones, en cualquier lugar del mundo o circunstancia. Por ejemplo, que la Iglesia llegue, a través del Vaticano, a pactos internacionales por medio de concordatos ha garantizado y hasta blindado acuerdos en multitud de países, como por ejemplo España.

El cuerpo diplomático de la Santa Sede es uno de los que cuentan con más largo recorrido histórico y, muchas veces, ha sido valorado como el más prestigioso y eficaz del mundo. La Academia Pontificia Eclesiástica, con sede en Roma y fundada hace más de tres siglos, es el lugar en el que se forman los diplomáticos vaticanos.

Ciertamente el derecho canónico no restringe sólo a los clérigos emprender la carrera diplomática en el seno de la Santa Sede. Pero el concurso de seglares como diplomáticos del Estado Vaticano ha sido hasta la fecha absolutamente excepcional. Creo que ya es momento de que el cuerpo diplomático del Papa cuente, en puestos de responsabilidad, con hombres y mujeres seglares.

En países como el nuestro, el nuncio apostólico es el decano del cuerpo diplomático acreditado en Madrid. Goza de preeminencia en los protocolos, puede actuar como portavoz del conjunto de los embajadores y se le atribuye la función de mediador en caso de conflicto entre un país extranjero y el Gobierno español. Y la nunciatura de Madrid, después de la de París, ha sido históricamente la más relevante. De hecho, era común que los nuncios en España acabaran sus días como cardenales.

Normalmente, dentro y fuera de España, los nuncios apostólicos han sido más propensos que los obispos locales a tender puentes, a negociar o a ceder y a relajar sus posturas, en aras a llegar a acuerdos de compromiso con el gobierno de turno, sea del signo que sea. La diplomacia, tanto del Vaticano como de cualquier otro país, se caracteriza siempre por su sesgo realista y nada aventurero.

Ahora bien, es también conocida la labor de los nuncios como mediadores en conflictos internos o internacionales y en defensa de los perseguidos políticos. Hay que recordar que en 1989, cuando Estados Unidos invadió Panamá, el nuncio vasco José Sebastián Laboa dio refugio al presidente Manuel Antonio Noriega, y no cedió ante los militares norteamericanos. Y en tiempos más recientes, en 2003, el nuncio irlandés Michael Aidan Courtney fue asesinado, durante la guerra civil de Burundi, cuando colaboraba intensamente a favor la paz.

El anterior nuncio en España, Manuel Monteiro de Castro, ha trabajado con empeño y discreción en la búsqueda de espacios de encuentro con el Gobierno socialista, pero sin llegar a cosechar los frutos esperados. Debe decirse que las convocatorias de manifestaciones y algunas declaraciones del sector más vehemente del episcopado, liderado por los cardenales Rouco y García-Gasco, terminaron echando por tierra algunos de los avances que el nuncio estaba logrando. Fue famoso el 'caldito' al que Monteiro invitó a Rodríguez Zapatero, con el fin de limar las asperezas entre la Iglesia y el Ejecutivo, una vez que el presidente mostró en público, y en presencia del nuncio, su disgusto por las duras críticas del episcopado a las reformas legislativas que «atacaban a la familia».

El nuncio es también el representante del Papa ante la Iglesia española. Fratini, como sus últimos predecesores, se encontrará con un episcopado bastante homogéneo con el cual, muy probablemente, sintonizará en el plano doctrinal. También ha habido quienes han achacado al nuncio Monteiro su demora -más que apreciable- en la designación de nuevos obispos. Por ejemplo, la diócesis de San Sebastián lleva más de un año esperando un nuevo prelado que releve a Juan María Uriarte. Sucesión harto complicada, para la cual todas las habilidades diplomáticas que el nuevo nuncio Fratini despliegue seguramente serán pocas.

Borja Vivanco Díaz, Doctor en Economía y licenciado en Sociología.