Núñez Feijóo sin prima de riesgo

Es difícil encontrar tres políticos más distintos que los tres presidentes que ha tenido el PP en Galicia. Gerardo Fernández Albor ejerció de padre fundador de la autonomía, con un estilo paternal y enternecedor que hacía de él la antítesis de un líder al uso. Manuel Fraga fue la energía mezclada con el populismo, el hombre que llega a su tierra como cirujano de hierro dispuesto a deshacer entuertos y poner orden en una política llena de sobresaltos, mociones de censura y golpes de mano.

Alberto Núñez Feijóo es su sucesor pero no hereda nada ni del uno ni del otro. El populismo fraguista deja paso a la sobriedad en la forma de actuar. El paternalismo es sustituido por el rigor de alguien acostumbrado a gestionar en Madrid grandes empresass públicas. Pertenece a otras generación y se nota. La clave del éxito persistente de los populares está en su asombrosa capacidad para entender la evolución de la sociedad gallega y encontrar en cada momento al hombre adecuado que le ofrezca el mensaje esperado.

Curiosamente, mientras que el centro derecha evoluciona, la izquierda ha de buscar en el pasado sus puntos de referencia. Los dos nombres propios de la noche electoral gallega son Feijóo y Beiras. Los separan veintiséis años. Mientras que el presidente de la Xunta es un producto del presente, el histórico líder nacionalista es un Moisés que lleva décadas atravesando desiertos y enseñando sus tablas de la ley. Beiras formó con Fraga una pareja de antagonistas brillante, que hizo del Parlamento un foro entretenido y vivo. Fue jubilado por el BNG, pasó por un ostracismo y regresa como un Conde de Montecristo dispuesto a vengarse de sus antiguos compañeros. Lo ha conseguido de la mano de una compleja coalición con IU, pero a costa de hacer todavía más grande el estruendoso triunfo de Feijóo.

El presidente revalidado logra ser una excepción entre los mandatarios sepultados por la crisis. Lo hace practicando una austeridad a la que los gallegos tampoco estaban acostumbrados, y soportando protestas que afectaron a todos los sectores. Logra que la mayoría silenciosa lo entienda, y consigue que los que podían decir que la calle era suya (en este caso la izquierda sindical y política), se encuentren con la censura de las urnas. Pero la derrota de la oposición no sólo es cuantitativa, sino sobre todo cualitativa. Es verdad que tanto el PSdeG como el BNG se desploman, pero lo fundamental es la irrupción de una Syriza galaica con un personaje carismático al frente que tiene la virtud de atemorizar con sus soflamas al electorado moderado. Beiras es el oponente idóneo para Feijóo. Por su edad, por su carácter errático, por su incontinencia verbal y por su capacidad para obligar a socialistas y nacionalistas a que bailen a su son.

Si es que son capaces de bailar algo durante la que va a ser una larga convalecencia. Parece claro que sus dos candidatos han escrito el epílogo en la noche de ayer, pero no es previsible que la crisis de socialistas y nacionalistas se solvente pronto. Recordemos que con Pachi Vázquez cae también el ex ministro Francisco Caamaño, aspirante indisimulado a gobernar el partido, y que José Blanco continúa imputado y estará fuera del Parlamento. Nadie a la vista para cubrir el vacío.

Tampoco en el BNG que, tras las depuraciones y escisiones, se quedó en el chásis de la UPG, una formación arcaica que lleva la hoz y el martillo en su emblema y apuesta por el soberanismo. La capacidad de atracción que ejerce Beiras sobre sus bases, puede reducir al histórico Bloque a una formación testimonial, a la que sólo le queda el apoyo de organizaciones afines, en especial el sindicato CIG. Así que todo para el ganador. Tiene los votos, y una oposición a la medida. No hay prima de riesgo.

Carlos Luis Rodríguez es analista político.

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