Obama responde a la llamada de la Historia

Una de mis principales tareas como embajador de Estados Unidos en España consiste en tender un puente de entendimiento entre ambos países. Lo hago ayudando a los estadounidenses a conocer más sobre España y enseñando a los españoles sobre mi país.

A medida que viajo por España me doy cuenta de un aspecto de mi país que desconcierta a muchas personas: cómo una gran nación como Estados Unidos puede tener un sistema de atención sanitaria tan caro e inadecuado. No hay mucho que decir en su defensa. En gran parte es verdad. Estados Unidos es el único país avanzado, industrializado, que no proporciona cobertura sanitaria a todos sus ciudadanos. Es una pena que hayamos tardado tanto en abordarlo.

Todos los presidentes de Estados Unidos desde Theodore Roosevelt han lidiado con el modo de proporcionar atención sanitaria a todos los ciudadanos. Un análisis de los motivos por los que ninguno de ellos lo consiguió requiere más espacio del que disponemos aquí. El sistema actual fue diseñado durante un periodo de pleno empleo, en los años del auge industrial posterior a la Segunda Guerra Mundial. La vinculación de la asistencia sanitaria al empleo funcionó bastante bien durante algún tiempo, hasta que los trabajadores pasaron a tener más movilidad, las estructuras familiares tradicionales cambiaron y el coste de la asistencia sanitaria se disparó.

A menudo me preguntan: ¿no quieren los estadounidenses un sistema de asistencia sanitaria mejor? La respuesta es sí, y gracias al liderazgo del presidente Barack Obama lo tendrán. La histórica votación del domingo en la Cámara de Representantes, que permitió que el presidente firmara la ley el martes, demuestra que es posible que un líder con energía, visión y compromiso resuelva lo que parecía un problema irresoluble. El presidente ha conseguido suscitar lo que The New York Times ha denominado «un compromiso nacional para reformar los peores elementos del actual sistema».

¿Qué es lo que han logrado exactamente Obama y el Congreso de Estados Unidos? 32 millones de estadounidenses sin seguro médico tendrán acceso a uno, lo que significa que el 95% de mis compatriotas dispondrán de cobertura sanitaria. El presidente ya había abogado por una legislación aparte para que todos los niños pudieran disfrutar de dicha cobertura. El coste de la asistencia sanitaria descenderá y el seguro médico será asequible para la clase media y las pequeñas empresas. No se permitirá que las empresas aseguradoras nieguen la cobertura sanitaria a los pacientes cuando caigan enfermos o si tienen enfermedades previas. Todas estas reformas tendrán lugar mientras la nueva ley reduce modestamente el déficit presupuestario nacional.

El presidente ha logrado esta victoria en uno de los contextos más partidistas y politizados que se recuerdan. Una periodista española que se ocupa de la información sobre Estados Unidos desde hace muchos años ha hecho esta observación: «Piensen en algo que divida a los españoles, multiplíquenlo por cinco y empezarán a imaginar lo que sintieron los americanos».

Barack Obama puso su mira en la reforma del sistema de asistencia sanitaria antes de ser elegido presidente en noviembre de 2008. Insistió en esta búsqueda cuando no era conveniente ni oportuno políticamente. Para entender por qué luchó sin descanso es necesario entender en primer lugar lo que le llevó a presentarse como candidato a presidente.

Durante la campaña, el aspirante Obama habló de las dificultades de la gran clase media estadounidense, del estancamiento de los salarios frente al aumento de los precios y de la creciente dificultad de luchar por el sueño americano. En su opinión, nada contribuía más a la inseguridad de la clase media que la precariedad de la cobertura médica, incluso para aquéllos con seguro. Resolver este problema para todos los estadounidenses fue el núcleo de la campaña de Obama y lo es de su presidencia.

Hay otra explicación de la obstinada búsqueda de una reforma por parte del presidente. Basó su campaña en la promesa de superar la parálisis política en Washington para conseguirla. Prometió anteponer al pueblo estadounidense a los intereses especiales y la política partidista. Sin pretenderlo, la asistencia sanitaria se ha convertido en un examen de esa promesa, y el presidente Obama ha aprobado con nota.

Hace sólo unas semanas, algunos expertos escribían los obituarios de la presidencia de Obama. En realidad, ha quedado enormemente reforzado después de tener éxito donde tantos otros fracasaron.

«Hemos respondido a la llamada de la Historia», ha dicho el presidente, «al igual que muchas generaciones de estadounidenses antes que nosotros. En un momento de crisis, no nos hemos encogido ante los desafíos. Los hemos superado… No hemos temido al futuro, le hemos dado forma».

Los tiempos difíciles requieren líderes extraordinarios que tengan valor para asumir riesgos y tenacidad para perseguir sus objetivos. Con la aprobación de la reforma de la asistencia sanitaria, Barack Obama ha demostrado que es el extraordinario líder que Estados Unidos necesita en este momento y, sin duda, se ha revelado como el hombre preciso para esta coyuntura.

Alan D. Solomont, embajador de EEUU en España.