Obama titubea...

El presidente Obama medita… y parece incapaz de tomar una determinación sobre la cuestión de Afganistán. Las voces críticas se oyen con más fuerza: ¿tenemos un presidente que pronuncia hermosos discursos pero que no es capaz de adoptar decisiones difíciles? Tal vez sea una reacción injusta: hay razones de peso que abonan el envío de refuerzos de tropas a este país, junto a otras razones plausibles que defienden la salida, no de la noche a la mañana, pero sí de forma gradual.

Hace dos años, mucha gente sostenía que la situación en Iraq era incontrolable. Pero el presidente Bush envió 24.000 soldados más y la situación empezó a cambiar. Hay aún atentados de terroristas suicidas en Iraq, que probablemente seguirán actuando, pues persisten las tensiones entre suníes, chiíes y kurdos además de la lucha por el poder.

Pero el nivel de seguridad ha aumentado en la mayor parte del país y las fuerzas estadounidenses se marchan poco a poco de las principales ciudades.

El punto débil de la estrategia estadounidense durante muchas décadas ha radicado en el intento de acometer tareas y operaciones militares al menor precio posible y mediante el empleo del menor número de tropas. Tal empeño ha conocido con frecuencia el fracaso y ha dado lugar a una prolongación de los conflictos militares. Debería haber quedado patente que si se entra en un conflicto militar, habría que resolverse a ello en caso de disponer de una fuerza abrumadora para poder alcanzar la victoria en un breve periodo de tiempo. La sociedad estadounidense no anda sobrada de paciencia, ni tampoco las sociedades de otros países.

Sin embargo, Afganistán no es Iraq. Es un país mucho mayor, de orografía más difícil; y, si son derrotados en Afganistán, los talibanes tienen la opción de huir a Pakistán, adonde los estadounidenses no pueden seguirles. Naturalmente, los talibanes no son invencibles. Son en su mayoría pastunes, que quiere decir que incomodan a los no pastunes (el 50% de la población). Incluso buena parte de su propio grupo étnico no quiere estar bajo su férula. Pero son fanáticos que tienen buen equipamiento y sus enemigos les temen.

Los enemigos de los talibanes tampoco han podido alcanzar una cooperación recíproca ni formar un gobierno eficaz.

Los aliados de Estados Unidos en el seno de la OTAN se han mostrado renuentes a aplicarse a la hora de combatir en este remoto país. En tales circunstancias, en un momento de crisis económica y a la vista de otros desafíos político-militares como el de Irán, ¿por qué debería Estados Unidos encabezar la iniciativa de mantener el orden público en un país distante?

Si Estados Unidos abandonara Afganistán, constituiría una derrota. A los estadounidenses no les gusta ser derrotados y le echarían las culpas al presidente. Sin embargo, ¿no mantiene actualmente buenas relaciones Estados Unidos con Vietnam pese a la guerra larga y sangrienta? Aunque Vietnam no es Afganistán y el Vietcong no libró una yihad,una guerra ideológica. Existe el peligro de que Afganistán (y, posiblemente, Pakistán) se convierta en el foco de irradiación de todo tipo de problemas y estragos: expansión islamista hacia Asia Central, instrucción al servicio del terrorismo internacional, quizá incluso laboratorios para fabricar armas de destrucción masiva.

También es cierto que una expansión hacia Uzbekistán y las otras ex repúblicas soviéticas representaría una seria amenaza para Rusia (y China e India), pero no para Estados Unidos. Así se ha entendido en Moscú, donde hasta fecha reciente se ha apreciado satisfacción por los reveses de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán. Pero ahora las sonrisas se han desvanecido y la gente pregunta: ¿qué pasará si los estadounidenses abandonan Afganistán?

Por lo que se refiere a las armas de destrucción masiva y el entrenamiento de terroristas, existe un peligro verdadero y real. Pero Afganistán no tiene el monopolio en este terreno y existen otros países fallidos como Somalia, Yemen o Sudán donde podrían emprenderse tales actividades... Las relaciones entre los talibanes y sus anfitriones de Al Qaeda no han estado exentas de tensiones. Los líderes talibanes saben que si sus anfitriones se mezclaran en actividades peligrosas, lo que acarrearía graves consecuencias a sus países respectivos.

Obama debe hablar con Pekín sobre el futuro de Afganistán y Pakistán tras una retirada estadounidense. Debería también hacerlo con Moscú y Nueva Delhi. Si no hay respuesta positiva ahora, la habrá casi indudablemente dentro de un año... Hasta los iraníes tienen intereses creados en Afganistán (y en Pakistán) y temen la apertura de un segundo frente...

Todos los presidentes estadounidenses han llegado a la Casa Blanca con el firme propósito de abordar principalmente los asuntos internos del país y lidiar lo menos posible con los asuntos exteriores. Tal vez el propio Obama aspiró a ello incluso en mayor medida que sus predecesores. Pero probablemente las cosas no serán así. Afganistán y Pakistán, el programa nuclear iraní y los problemas que empiezan a extenderse por Latinoamérica llaman a la puerta. Resulta tal vez desmoralizador, pero el mundo no dejará que Obama se dedique a atender a las cuestiones de su elección.

Walter Laqueur, director del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicosde Washington.