Optimismo pese a las turbulencias

En los últimos años, el mercado hipotecario estadounidense y, en concreto, el segmento de muy baja calidad crediticia denominado subprime, registró un importante crecimiento. Una parte significativa de las hipotecas formalizadas eran empaquetadas a través de productos financieros innovadores y complejos. Estos productos permitían que el riesgo no se mantuviera en el balance de las entidades financieras que concedían los préstamos, sino que, por el contrario, se transferían al conjunto del sistema financiero, incluso fuera del mercado estadounidense, lo que favorecía también la relajación de los criterios de concesión de crédito.

En los últimos trimestres se ha producido un importante repunte de la morosidad hipotecaria en Estados Unidos. Unos tipos de interés más elevados, el final del plazo de carencia para las hipotecas a interés variable y la caída de los precios de la vivienda explican este hecho. Así, desde junio de 2007, han ido apareciendo noticias relacionadas con los problemas de las hipotecas subprime y su contagio a productos de crédito en general, sin que el flujo de información haya sido suficiente para dimensionar su alcance real.

Una de las consecuencias más visibles de lo anterior y de la desconfianza generada ha sido el repunte de las primas de riesgo en los mercados de capitales. Simultáneamente, los tipos de interés del mercado interbancario se han incrementado, fruto de la voluntad de los bancos de acumular liquidez, lo que ha supuesto un encarecimiento del coste de la financiación y un endurecimiento de los criterios de su concesión.

A este escenario de incertidumbre en los mercados de capitales hay que añadir un contexto macroeconómico menos favorable que el de los últimos años. Un entorno que se caracteriza, por un lado, por el riesgo creciente de recesión en Estados Unidos, y, por otro lado, por el fuerte crecimiento de ciertas economías emergentes, como China, donde el crecimiento del PIB en el 2007 ha sido del 11,4% anual, el más elevado de los últimos 13 años.

En el panorama global, la dinámica de las economías emergentes ayuda a compensar la desaceleración norteamericana. No obstante, esta situación provoca problemas adicionales, especialmente riesgos de inflación, ya que muchas de las economías emergentes conviven con entornos de excesos de liquidez y de demanda de materias primas, con el consecuente encarecimiento de las mismas. Así, en el entorno actual, coinciden los riesgos de crecimiento a la baja y los de inflación al alza.

En las últimas semanas se han producido importantes turbulencias en los mercados financieros, por el riesgo de recesión en Estados Unidos, el impacto que puede causar en el crecimiento económico de otras regiones y las nuevas noticias relativas a pérdidas relacionadas con los mercados de crédito.

Las agencias de calificación crediticia han mostrado también su preocupación por las pérdidas y la reducción de las ratios de capital de las empresas aseguradoras de bonos en Estados Unidos. En definitiva, en estas primeras semanas del 2008, los principales índices de renta variable han experimentado fuertes pérdidas, al tiempo que los títulos de deuda pública a distintos plazos han jugado como activo refugio.

En este contexto, distintas autoridades han puesto en marcha medidas de política monetaria y fiscal que contribuyen a detener el deterioro económico y financiero y a recuperar la confianza de los mercados. Así, la Reserva Federal norteamericana (Fed) anunció el pasado día 22, por sorpresa, un recorte de tres cuartos de punto porcentual en el tipo de interés de referencia para situarlo en el 3,5%, relajación que también ha iniciado el Banco de Inglaterra.

En el ámbito fiscal, la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos ha elaborado un informe sobre las distintas opciones de política fiscal para sostener el crecimiento económico, y el gobernador de la Fed se mostró abiertamente a favor de medidas de estímulo fiscal. A instancias del presidente Bush, las principales fuerzas políticas han llegado a un acuerdo inicial sobre un paquete de medidas equivalente a unos 150.000 millones de dólares (algo más de un 1% del PIB), que incluye incentivos fiscales para los consumidores y para las empresas.

Por último, el regulador de la industria aseguradora en Estados Unidos ha anunciado un plan para recapitalizar las empresas aseguradoras de bonos y para encontrar soluciones a la situación actual de mercado.

Ante todos estos datos, la conclusión es que las últimas decisiones que han adoptado las autoridades financieras y el margen de maniobra que todavía existe en términos de estímulo económico permiten un moderado optimismo. Los mercados financieros también han hecho una lectura positiva de las medidas tomadas y han experimentado claras mejorías en las últimas sesiones.

Es prematuro valorar si los remedios que se aplican acabarán consiguiendo que Estados Unidos evite la recesión. En cualquier caso, cabe recordar que el resto de economías mundiales se encuentran actualmente en una situación favorable.

Sofía Rodríguez, Directora de Análisis Macroeconómico del Banco Sabadell.