Orígenes

Por Anna Veiga, doctora en Biología (LA VANGUARDIA, 20/10/06):

Un cambio en la legislación en reproducción asistida en el Reino Unido y en Suecia ha hecho disminuir de forma espectacular el número de donantes de semen en esos países. Las nuevas normas eliminan el anonimato de los donantes y, por lo tanto, permiten conocer su identidad a la descendencia, una vez cumplidos los dieciocho años. De hecho, no sólo han disminuido los donantes, sino que ha cambiado radicalmente su perfil. Se trataba, cuando se mantenía el anonimato, de donantes jóvenes, en su mayoría estudiantes de disciplinas ligadas a la medicina o a la biología. Actualmente, los donantes de semen en esos países son hombres de mayor edad, frecuentemente implicados en procesos de reproducción asistida que se solidarizan con otras parejas con problemas reproductivos, similares a los que pueden haber padecido ellos mismos. La escasez de donantes está retrasando la posibilidad de tratamiento y se ha observado que algunas parejas buscan solución a su esterilidad en países donde se mantiene el anonimato.

En España, la recientemente aprobada ley de Reproducción mantiene el anonimato y la gratuidad de las donaciones, tanto de semen como de óvulos. Se plantean algunos aspectos que vale la pena considerar antes de analizar la conveniencia o no de conocer la identidad de los donantes.

La primera cuestión que se plantea es el hecho de explicar a la descendencia que se han usado técnicas de reproducción asistida para lograr su concepción. En los inicios de estas técnicas, en los años ochenta, eran muchas las parejas que se sometían a tratamiento manteniéndolo en secreto. En algunos casos, sólo los más allegados, familia y pocos amigos, conocían el proceso. En ese momento, en los inicios de los tratamientos de reproducción asistida, había una gran falta de información y eran considerados frecuentemente como algo artificial y excesivamente tecnificado. Se llegaba incluso a imaginar a los llamados niños probeta ¡metidos en frascos en los laboratorios de reproducción!

Afortunadamente, el panorama ha cambiado sustancialmente y hoy en día su uso ha entrado en la aplicación de rutina para el tratamiento de la esterilidad. Su utilización se ha normalizado entre los que lo precisan y se han integrado plenamente en la práctica clínica de la mayoría de clínicas y hospitales de nuestro entorno. El caso del primer nacimiento por fecundación in vitro es destacable por su excepcionalidad. Victòria Anna recuerda, a sus veintidós años, que siempre supo que había sido concebida in vitro. Sus padres, a muy temprana edad, le explicaron, en la medida en que ella podía entenderlo, que "unos médicos y biólogos habían contribuido a su nacimiento".

Desconozco cuántas de las parejas que se someten a técnicas de reproducción asistida comentan con sus hijos el proceso por el que han pasado, pero es evidente que se trata de un tratamiento que ya no se mantiene en secreto en la mayoría de los casos. La utilización de semen o de óvulos de donante merece especial atención. La situación en la que se explica a un hijo que su concepción ha sido posible gracias a técnicas de reproducción asistida es especialmente compleja cuando los padres biológicos y los padres genéticos no coinciden. De nuevo, desconozco qué proporción de padres usuarios del banco de semen o de óvulos de donante comenta con sus hijos su procedencia, aunque es probable que el porcentaje no sea muy elevado. En caso de que así sea, la cuestión que se plantea entonces es la referente a la información de que se dispone del donante, nula en nuestro país. Hay que destacar que los centros en que se llevan a cabo los tratamientos poseen todos los datos necesarios, accesibles a la pareja en caso de que se requiera por imperativos médicos. Toda la información será proporcionada a la pareja, a excepción de la identidad del donante.

La situación es radicalmente distinta en los países donde se ha eliminado el anonimato en las donaciones. Ya se ha comentado que, a los dieciocho años, el hijo fruto de una donación puede conocer la identidad del donante y, por lo tanto, acceder con cierto detalle a sus orígenes. Esta práctica está en uso desde hace poco tiempo y, por ello, se desconoce todavía cuántos de esos individuos ejercerán sus derechos, en la búsqueda de sus progenitores genéticos. Tampoco se sabe cuáles van a ser las consecuencias psicológicas, tanto en los hijos como en sus progenitores biológicos, ni qué efecto va a tener sobre los donantes, al desvelarse los detalles de sus paternidades o maternidades.

Una situación similar se produce en las adopciones. Tampoco en esos casos coinciden los padres biológicos con los genéticos. Pero no parece tratarse del mismo fenómeno. La diferencia se halla probablemente en el hecho de que, en la adopción, la gestación y el parto no se dan en el seno de la pareja. Los padres adoptantes suelen comentar a muy tempranas edades los orígenes de sus hijos adoptados, con total normalidad. En la mayoría de las familias, el entorno de país donde se ha llevado a cabo la adopción entra de lleno en el escenario familiar, con visitas incluso al país de procedencia, en caso de tratarse de adopciones internacionales, tan frecuentes por otra parte.

La reproducción asistida ha posibilitado nuevos modelos de paternidad y maternidad y las distintas variables establecen nuevas situaciones que requieren planteamientos distintos de los convencionales, cuando la búsqueda de los orígenes genéticos estaba siempre ligada a los progenitores biológicos. Hay que contemplar estas nuevas situaciones y valorar sus consecuencias para asegurar, ante todo, el bienestar de los hijos y de las familias en las que se producen.