Otra fecha para recordar

Aunque es pronto para conocer todos sus efectos, el anuncio de la necesidad de reestructurar el pago de la deuda del Dubai World constituirá un nuevo hito en la evolución de ciertos índices financieros tales como la bolsa, las coberturas de impago (CDS) o los tipos de cambio, y de igual modo que identificamos claramente en ellos el día en que suspendió pagos Lehman Brothers o se vendió Bearn Sterns, dentro de un tiempo también preguntaremos qué pasó el Día de Acción de Gracias del 2009, donde, por ejemplo, el CDS de la deuda rusa subió de 13,5 a 205 puntos básicos o el dólar tocó su mínimo en 14 años frente al yen, y eso con el mercado americano cerrado por festivo. Las variables de este enfermo que es el sistema financiero global se han disparado, aunque es pronto para saber si es un accidente menor o tendrá que volver a la uvi.

No hay nada más incierto que la renta fija esté exenta de riesgo. Lo tiene, y mucho, porque normalmente cuando va mal no avisa y el inversor carece de capacidad de respuesta. Una acción puede ir perdiendo valor, puede que el dividendo se reduzca o hasta que se cancele, pero, en general, es posible saltar del barco antes de que se hunda si se tiene la sangre fría de prefijar la pérdida máxima asumible.
En la renta fija, esto no ocurre. Cada año se percibe el cupón preestablecido, ni más ni menos, y al vencimiento se rescata todo el capital… o no. Toda emisión implica cierto riesgo de impago, tanto de los intereses (cupón) como del principal, y por eso la rentabilidad de las entidades emisoras más frágiles debe ser más alta que la de las entidades más sólidas para encontrar comprador. Para eso están las agencias de calificación, que nos avisan de los riesgos con sus sesudos y teóricamente bien formulados análisis, o, mejor dicho, deberían avisar.
La, en la práctica, suspensión de pagos del principal vehículo inversor de la petromonarquía dubaití pone en riesgo la recuperación de la banca internacional que había invertido en algo tan seguro como una emisión avalada por un Estado soberano. Gran parte de los, de momento, 80.000 millones ahora en riesgo están en manos de Credit Suisse, HSBC, Barclays, Lloyds y Royal Bank of Scotland, entidades en su mayoría ya tocadas por la aparente lejana crisis global que ahora repunta, con lo que puede ser otra, u otras, crisis en toda regla, la de la renta fija y la de la deuda soberana.
Tal vez solo sea un susto, pero lo más probable es que a este le sigan otros. De entrada, vuelven las pérdidas para la gran banca mayorista y la inestabilidad a los mercados financieros. Y de nuevo podremos decir con la cabeza bien alta que nuestras cajas y bancos, con problemas mucho más mundanos, salen indemnes de este episodio de crisis porque, igual que ocurrió con las hipotecas subprime, la demanda de crédito patrio impidió, afortunadamente, irse a invertir a Dubái. Habrá que ver ahora qué dicen los que critican los excesos inmobiliarios en nuestro país ante la burbuja inmobiliaria de un país famoso por construir un archipiélago artificial lanzado por la imagen de famosos como Beckham. Cierto es que el lujo y el oropel de la zona no es comparable a nuestra humilde costa, pero el error de apreciación es más grave, y cometido por profesionales, en teoría, con mayor formación y, sobre todo, con una retribución a años luz de quienes ahora ven peligrar sus puestos de trabajo en los necesarios ajustes de nuestras cajas.
En un mundo tan interconectado pero a la par tan egoísta puede que esta crisis, que tensionará seguro los mercados financieros, encarecerá el dinero y generará pérdidas, tenga el efecto positivo de que nuestro modesto FROB, nacido para dar soporte a la reestructuración de las cajas de ahorros, tenga ahora menos trabas en Europa, pues habrá que rescatar una vez más a los bancos mayoristas a los que de nuevo su voracidad por el riesgo va a poner contra las cuerdas. Y puede que nuestros grandes bancos vuelvan a crecer quedándose con parte de sus despojos.
Y si hubiese algo de justicia en este mundo, que a veces lo dudo, algo serio habría que hacer con las agencias de calificación, que quedan una vez más retratadas en la superficialidad de sus análisis justamente a los pocos días de permitirse emitir informes excatedra respecto de su propia interpretación del consumo de capital, más allá de lo que dicen no solo los reguladores sino la normativa internacional.

Como en todo accidente cardiovascular, habrá que observar la evolución del enfermo. Puede que la crisis se limite a Dubái, aunque es improbable. Los analistas apocalípticos hace tiempo que anuncian una crisis de confianza en la renta fija e incluso en la deuda soberana, y este evento puede desencadenarla. Si esto ocurriese, estaríamos de nuevo al borde del abismo. La renta fija, los bonos, es el mecanismo preferido de las grandes corporaciones para financiarse, toda vez que el crédito directo está complicado. Y si la deuda soberana entra en cuestión, ¿de quién nos podremos fiar? ¿Quién rescatará al rescatador? Si estas dos crisis estallan, estaremos a las puertas de una recaída muy, pero que muy grave de la crisis financiera global.
En cualquier caso, no anticipemos nada, vigilemos la evolución del enfermo y esperemos al siguiente parte médico.

José Antonio Bueno, socio de Europraxis.