Otras dos cartas a 'Fígaro'

Los días 13 y 16 de noviembre de 1834 Mariano José de Larra publicó en El Observador, bajo su habitual seudónimo de Fígaro, sendas cartas conminatorias en las que quedaron sintetizados los argumentos de los dos tipos de lectores que más frecuentemente le escribían. Todos se presentaban como liberales. Téngase en cuenta que la muerte de Fernando VII el año anterior había supuesto el final de la Década Ominosa; y que el descrédito del absolutismo era cada día mayor pues se le identificaba con el carlismo, alzado en armas en el norte.

En lo que diferían el «liberal progresivo y sin destino» y el «liberal escarmentado y con empleo» que firmaban esas cartas era, en su opinión, sobre la Regencia de la Reina Gobernadora, doña Cristina de Nápoles. Los años anteriores habían supuesto para ambos una experiencia mucho más amarga que la padecida por los votantes del PP durante las dos legislaturas de Zapatero; pero por su actitud vital y situación económica no podían mirar de igual manera al régimen del Estatuto Real que Martínez de la Rosa gestionaba como sucedáneo del prometido restablecimiento constitucional. Mientras para el uno las componendas de Rosita la pastelera con el pasado eran una intolerable traición a los principios, para el otro suponían una prudente lección de pragmatismo.

Nada tiene de extraño que yo, que en talento literario no le llego ni a la suela del zapato a Fígaro pero dirijo un periódico con muchos más lectores que los de entonces, haya recibido estos días dos cartas equivalentes a aquéllas. Ambas dan cumplida respuesta a la mía de hace tres domingos. Lo sorprendente es que, por un extraño fenómeno de psicofonía histórica, una y otra concluyan exactamente con las mismas palabras empleadas por los corresponsales de Larra. La razonable longitud de ambas me permite incluirlas en esta única entrega.

Primera carta conminatoria

«Señor director: quiero manifestarle mi disgusto por el contenido de su artículo del pasado 27 de octubre titulado Oa, oa, oa... Mariano a la Moncloa. Bajo la apariencia de una crítica irónica a lo que ha sucedido estos dos años en España, usted vuelve a dar un margen de confianza al señor Rajoy y su Gobierno para que cumplan durante la segunda mitad de la legislatura las promesas electorales que han ignorado hasta hoy. Usted no puede ser tan ingenuo, señor Ramírez.

Si me he decidido a escribirle es además porque compruebo con inquietud que usted ya no publica esas exclusivas de hace unos meses sobre el caso Bárcenas y ha reducido la carga crítica de su periódico. ¿Son sus accionistas italianos o los banqueros españoles los que le están presionando? Usted escribió la pasada primavera que si 'el presidente no cambiaba' en su forma de actuar, entonces habría que 'cambiar de presidente'. ¿A qué espera para poner al PP ante sus responsabilidades? ¿No tenía usted tan buenas relaciones con el señor Aznar y con la señora Aguirre? Pues convénzalos de que regresen a la política activa o apoyen a alguien que defienda lo mismo que ellos.

Mire, yo siempre he votado al PP. Ante mis compañeros de trabajo y amigos me enorgullecía de los años de Aznar y les decía que el desastre económico al que nos habían abocado los socialistas se arreglaría en cuanto volviera mi partido, porque lo primero que haríamos sería bajar otra vez los impuestos para que los españoles tuviéramos dinero para gastar y hacer nuestros pinitos en la Bolsa, o sea, para levantar otra vez España creando empleo. Ahora se ríen de mí y me echan en cara que casi todos pagamos más IRPF de lo que proponía el programa de Izquierda Unida. Y no sé qué contestarles porque, a la vez, veo la misma mangancia de siempre en las administraciones públicas, sin que nadie meta mano a tanto organismo innecesario. En mi empresa siguen los recortes y ninguno de mis hijos encuentra trabajo. Eso sí, en Génova tienen unos sueldazos de padre y muy señor mío y, como ustedes acaban de publicar, en la política no hay reducción de empleo.

No me considero un españolista exaltado, pero asistí a las manifestaciones en apoyo a las víctimas del terrorismo, aquéllas -¿se acuerda usted?- en las que Rajoy se daba un baño de multitudes cuando acusaba a Zapatero de 'traicionar a los muertos'. A mí me parece que eso es lo que él ha hecho al esperar de brazos cruzados la sentencia de Estrasburgo y usted y su periódico no lo dicen con suficiente claridad. Debo confesarle que me pone enfermo ver salir a la calle, en manada, a esos asesinos contumaces. ¿Cómo se entiende que, como acaba de comentar Aznar, el verdugo Bolinaga esté fuera de la cárcel y la víctima, Ortega Lara, fuera del PP?

Tres cuartos de lo mismo puede decirse de la cuestión catalana. ¿A qué vienen tantos paños calientes con el separatismo, tantas reuniones secretas, tantas concesiones con el Fondo de Liquidez Autonómica, mientras Mas se gasta el dinero en sus embajadas, la política exterior y las subvenciones a La Vanguardia para que le siga en su locura? ¿Quién me dice a mí que esto no terminará en un enjuague si en la próxima legislatura el PP vuelve a necesitar los votos de CiU?

Usted y su periódico han hecho grandes servicios a la democracia descubriendo casos como los de los GAL o Filesa, investigando el 11-M -del que, por cierto, con Rajoy nunca más se supo- o ahora la corrupción de la UGT. Les he seguido todos estos años y cuando ustedes cogen un asunto no sueltan la presa. ¿Por qué no hacen ahora lo mismo con lo que ha estado pasando en la calle Génova? Vale que Bárcenas no es trigo limpio y que el dinero que tiene en Suiza no lo ha podido ganar honradamente, pero casi ningún español duda de que lo que pone en sus papeles es cierto. Vale que los delitos estén prescritos y que tampoco se trate de cantidades astronómicas, pero lo de los sobresueldos políticamente no tiene un pase. Y lo de la destrucción de los discos duros, las agendas, los registros de entrada... Y lo de la 'simulación' de contrato, lo de que 'no estaba en el partido' pero cobraba 20.000 al mes y en nómina, la 'indemnización en diferido', lo de que firmó el recibí pero no recibió nada... En fin, no sigo que me abochorno.

En atención a estos datos, suplico a usted que se sirva no dejar dormir su pluma en ese camino de la oposición en que ha marchado con tanta gloria, en la inteligencia de que, si usted afloja, yo y losmíos haremos correr por todas partes la voz de que se ha vendido usted al Ministerio. Esto no marcha y sólo una oposición sostenida puede salvarnos. A ellos, pues, señor Fígaro, y dóblelos usted a sátiras si quiere conservar el aprecio de su seguro servidor.

Un votante del PP desencantado».

Segunda carta conminatoria

«Señor director: quiero manifestarle mi disgusto por el contenido de su artículo del pasado 27 de octubre titulado Oa, oa, oa... Mariano a la Moncloa. Bajo la apariencia de una crítica irónica a lo que ha sucedido en estos dos años en España, pretende usted convencernos de que el Gobierno de mi partido, el PP, a mucha honra, no es sino una continuación de la etapa del nefasto Zapatero a quien sigue usted tratando entre algodones. Y eso sí que no.

Por mucho que le fastidie, Mariano Rajoy está siendo el artífice de la recuperación de la economía española, después de haber recibido la peor de las herencias. ¿Cree usted que a él le gustó subir los impuestos? Lo hizo porque no tenía otro remedio, para evitar tener que pedir el rescate. Fíjese qué gran cambio han dado los mercados, cómo ha bajado la prima de riesgo, con qué facilidad se coloca ahora nuestra deuda... Escuche, escuche, lo que dicen los señores Botín y Alierta: que la crisis se ha terminado. Es cierto que eso todavía no lo notan las empresas y las familias, pero ya verá dentro de unos meses. A mí me han subido el sueldo por primera vez en los últimos tres años y a un hijo mío ya le han hecho un contrato de aprendizaje gracias a la reforma laboral.

En cuanto a lo de la ETA, vergüenza tendría que darle seguir atizando los rescoldos del pasado. Vivimos la primera legislatura sin terrorismo y eso es así porque los demócratas hemos derrotado a la banda. La sentencia de Estrasburgo ha sido una contrariedad, como lo fue la legalización de Sortu, pero acusar a Rajoy de connivencia con lo que Zapatero pudiera pactar con ETA es un disparate. Igual que decir que no es claro respecto a la cuestión catalana. Ni ha cedido ni cederá en nada. Lo que no va a hacer es encima echar más leña al fuego.

¿Cómo puede usted, por otra parte, seguir dándole credibilidad a un delincuente como Bárcenas? Ya verá usted que lo de los papeles se quedará en nada. El juez archivará y santas pascuas. Un caso más de financiación irregular y punto. ¿O es que en los demás partidos, como en todas las empresas, no había sobresueldos? ¡Pero si hasta el periódico de la izquierda ha dejado claro que no hay la menor duda sobre la integridad personal de Rajoy!

He visto en algún sitio que usted está resentido con Rajoy porque ni lee sus artículos ni le invita a la Moncloa como hacían Aznar y Zapatero y que por eso ha tratado usted de derribarle. La verdad, no le creo a usted tan tonto. De sobra sabe que en España una mayoría absoluta es un blindaje perfecto, y si los diputados tragaron con el GAL de Felipe y la foto de las Azores de Aznar, cómo no van a tragar ahora con una bobada como lo de los SMS que sólo demuestran que Rajoy es un buen tipo que se preocupa por los demás.

No, yo creo que su problema es que usted tiene una visión fantasiosa de la épica del poder y no entiende que en la Moncloa haya un hombre normal que gobierne a base de sentido común y no le importe lo que diga ningún periódico. Mire, le voy a poner un ejemplo. Seguro que estos días nos volverán a dar la matraca con el aniversario de Kennedy y el speech ese de 'la antorcha ha pasado a manos de una nueva generación...'. He leído que lo sigue usted teniendo enmarcado en su despacho. Pues váyase al final del famoso discurso de las tres pes de Azaña -sí, el de paz, piedad y perdón en el que certifica el fracaso de la República- y encontrará usted la misma imagen como símbolo de una gran tragedia: 'Cuando la antorcha pase a otras generaciones... que piensen en los muertos y escuchen su lección'. Quiero decirle con esto, señor Ramírez, que una cosa es ser un buen orador, un escritor brillante, alguien con carisma y otra muy distinta un buen gobernante, obligado a medir sus pasos con sensatez y prudencia.

Por lo tanto, los artículos de usted que tienden a una oposición directa, que quieren poner en ridículo nuestra lentitud, sólo pueden dar armas a nuestros enemigos. Aquí no hay más divisa que Isabel II (Mariano Rajoy). Y en cuanto a escribir nuestros mismos defectos para que los corrijamos, es disparate porque no por eso los vamos a corregir. Debe alabarse todo lo que hagamos... Y le advierto caritativamente que si persiste en el camino de esa oposición que ha manifestado, haremos correr la voz de que todos los que hacen esa oposición nos quieren precipitar de nuevo. Hasta diremos que están vendidos a don Carlos (al PSOE, a Rosa Díez o a la FAES) y no faltará quien lo crea, pues aquí para todo hay creyentes.

Un votante del PP esperanzado».

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Larra concluía la segunda entrega ensalzando a sus dos corresponsales: «Los dos son liberales, los dos hombres de buena fe que sólo desean el bien de la patria». Pero a la vez repudiaba sus respectivos juicios de intenciones -para el uno estaba vendido al Gobierno, para el otro lo estaba a la oposición- y lo hacía con la más cínica de las apostillas: «¡Si al menos se supiese quién paga mejor!». Desgraciadamente hoy esa duda no existe.

Pedro J. Ramírez, director de El Mundo.

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